Desechables
Despert¨¦ escuchando por la radio al presidente de la patronal, se?or Rossell, mientras dec¨ªa que un buen trabajador nunca est¨¢ en precario, que son quienes no saben currar quienes lo est¨¢n. Pens¨¦ que lo hab¨ªa so?ado. ?No tienen ustedes la idea de moverse permanentemente en el terreno de las pesadillas? Pues eso me ocurre a m¨ª, y en este caso concreto m¨¢s. No puede ser que un semejante (sustantivo) con estudios (aunque sean empresariales; o precisamente por eso) se descuelgue con semejante (adjetivo comparativo) patra?a sin entra?as.
Luego ya me calm¨¦. Sus palabras entran en el nuevo orden darwiniano de las cosas, me dije. Porque la pesadilla es del tipo selecci¨®n de la especie. Los Gobiernos se desprenden de los menos robustos. En Catalu?a, Prince Charming sacude con entusiasmo el ¨¢rbol geneal¨®gico patrio y produce la consiguiente ca¨ªda de enfermos, discapacitados, dependientes, am¨¦n de la de quienes les cuidan.
En todos los arrugados rincones de la piel de toro se alzan estos Rodrigo D¨ªaz de Vivar que expulsan de su para¨ªso a los... ?C¨®mo llamarlos? S¨ª, claro, la palabra ya est¨¢ inventada: son desechables. Jimena Cospedal y la C¨®lera de Aguirre cabalgan juntas, para ejemplo de todos en las enanom¨ªas. La fiebre del desahucio, no solo del piso sino tambi¨¦n de la vida, se ha apoderado de unos gobernantes in¨²tiles que lo ¨²nico que saben hacer es ahorrar obligando a que los m¨¢s d¨¦biles se ahorren a s¨ª mismos el esfuerzo de acercarse a un ambulatorio o de recibir a un asistente que les prepare la comida en casa.
La Uni¨®n Europea exige encogimiento, y estos obedecen porque son tan mediocres, tan m¨ªseros, que eso es lo ¨²nico que saben poner en pr¨¢ctica: jibarizarnos. Tiene raz¨®n Obama. Europa se equivoca. En las Espa?as, adem¨¢s, se aprovecha el error para seleccionar a los ciudadanos sobrantes.
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