Mourinho cambia de r¨¦gimen
El t¨¦cnico del Madrid promete a los jugadores m¨¢s di¨¢logo y un reparto m¨¢s equitativo de los minutos de juego
El f¨²tbol es un lenguaje y los futbolistas suelen emplearlo para trasladar mensajes subliminales. Hay partidos que hablan a gritos y el que jug¨® el Madrid en Santander, contra el Racing, constituy¨® una se?al inquietante para el entrenador, Jos¨¦ Mourinho. Mucho m¨¢s que un 0-0, aquello fue la constataci¨®n del agotamiento psicol¨®gico de los jugadores ante un modelo de gesti¨®n. Mourinho, que para estas cosas tiene olfato, comprendi¨® que era imposible jugar tan mal por motivos puramente t¨¦cnicos. Cuando entr¨® al vestuario de El Sardinero, fue incapaz de ocultar su preocupaci¨®n cuando se dirigi¨® a los futbolistas. Seg¨²n los testigos, no se mostr¨® tan iracundo como perplejo.
-?Qu¨¦ os pasa? ?Ten¨¦is alg¨²n problema...?
"?Por qu¨¦ algunos de nosotros no existimos para ti?", le plantearon en Santander
El portugu¨¦s les dijo que solo quer¨ªa motivarlos y se mostr¨® abierto al di¨¢logo
-?Y qu¨¦ te pasa a ti?, le respondi¨® un espa?ol. ?Por qu¨¦, para ti, algunos siempre cuentan y otros no existen? ?Por qu¨¦ solo hablas siempre a los mismos? ?Por qu¨¦ siempre juegan los mismos? ?Por qu¨¦ los errores de algunos son imperdonables mientras que los fallos de otros no se consideran fallos...?
-Es un m¨¦todo de motivaci¨®n, replic¨® Mourinho, seg¨²n uno de los presentes.
Los jugadores tardaron meses en reunir el coraje suficiente para plantear al entrenador cuestiones tan sensibles de un modo tan frontal. En otras circunstancias, ante quienes cuestionaban su sentido de la justicia, el t¨¦cnico habr¨ªa reaccionado con violencia. Pero, despu¨¦s de perder la Supercopa de Espa?a y tras la jornada de Liga ante el Levante, en la que se?al¨® a Khedira p¨²blicamente como responsable de la derrota, su posici¨®n se debilit¨®. El empate en El Sardinero coloc¨® a Mourinho en una posici¨®n casi desesperada. "Se dio cuenta de que perd¨ªa al vestuario", apunt¨® un futbolista. Al ver a sus jugadores, debi¨® de pensar que ya no le consentir¨ªan dirigir al pelot¨®n como un aut¨®crata. Entendi¨® que ya no pod¨ªa imponer sus ideas arrog¨¢ndose la representaci¨®n exclusiva de los intereses del club. Su instinto de supervivencia le indujo a jugar su ¨²ltima carta: escuchar y dar un paso atr¨¢s para permitir que los futbolistas asumieran parte del poder que, hasta el momento, ¨¦l mismo hab¨ªa ostentado en solitario.
Cuando los jugadores oyeron a Mourinho justificar su discriminaci¨®n en funci¨®n de m¨¦todos cient¨ªficos de motivaci¨®n, le dijeron que ignorar a la mitad de la plantilla no resultaba estimulante para el equipo. Aunque no mencionaron el nombre de Jorge Mendes, el reproche estaba impl¨ªcito. Cada vez son m¨¢s numerosos quienes creen que Mourinho dispensa un trato preferencial a Carvalho, Cristiano, Pepe, Di Mar¨ªa, Coentr?o, ?zil y Khedira, todos representados por su propio agente y amigo o fichados por ¨¦l.
Seg¨²n un miembro de la plantilla, el t¨¦cnico se excus¨® humildemente. Admiti¨® que ten¨ªa parte de culpa y se mostr¨® abierto a alcanzar un acuerdo por el bien com¨²n. Les avis¨® que los tendr¨ªa m¨¢s en cuenta a todos, que no jugar¨ªan siempre los mismos y que estar¨ªa dispuesto a dialogar cada vez que lo creyeran oportuno. Consciente de que su entrenador se encontraba en dificultades, el presidente del club, Florentino P¨¦rez, baj¨® al vestuario. Abrazando a Mourinho ante los futbolistas, escenific¨® su apoyo.
Los jugadores se comprometieron a poner todo de su parte para unir fuerzas. En general, se sintieron satisfechos por haber defendido su postura despu¨¦s de un a?o de obediencia ciega. Desde hace meses, sobre todo los espa?oles, han percibido que con Mourinho en el club su futuro resultaba cada vez m¨¢s incierto.
El tiempo dir¨¢ si el t¨¦cnico mantiene su palabra y respeta el punto de vista de los futbolistas. De momento, los jugadores saben que les necesita a todos para atravesar la primera mitad de la temporada. Pero, a la hora de los partidos decisivos, llegado el caso, sospechan que volver¨¢ a aferrarse a ese grupo que ¨¦l tiende a proteger. Esos a los que ¨¦l llama "los m¨ªos".
"Vamos a ver hasta d¨®nde llegamos", coment¨® un jugador, "pero yo apostar¨ªa que en Cornell¨¤ [ma?ana] el vestuario va a demostrar su compromiso".
El paso del r¨¦gimen autoritario al asambleario fue oficialmente inaugurado ayer con la celebraci¨®n de una barbacoa en Valdebebas. Acudi¨® la plantilla al completo y todos posaron sonrientes para la fotograf¨ªa. Todos menos Mourinho, que luci¨® un gesto muy serio.
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