Con 'buena salud'
Lorena Segurado tiene 28 a?os, ojos azules, es profesora de autoescuela, de Salamanca. Nos dice, con serenidad, que su hijo Fran, de ocho meses, va a morir. Hablamos con ella a finales del pasado febrero. El peque?o padece hidrocefalia: un crecimiento excesivo de los huesos del cr¨¢neo por culpa de un tumor inoperable. Lorena sostiene con ternura a su hijo en brazos, la cabeza cubierta por un gorro de lana azul. Estamos en el aula de pediatr¨ªa del hospital Cl¨ªnico de Salamanca, rodeados de dibujos infantiles y sentados en unas diminutas sillas de colores. Ella est¨¢ muy lejos de ofrecer la imagen de una madre derrumbada, pese al dolor. Se explica con vitalidad contagiosa. Sus ojos se iluminan cuando habla de lo mucho que su hijo le ha dado.
"Los tratamientos son una batalla, y lo primero que se pierde es la alegr¨ªa. Lo que m¨¢s falta hace es ilusi¨®n"
Con el coraz¨®n detenido, hay que mantenerlo todo bajo control. Asistimos a un ejercicio de resucitaci¨®n
"Son las personas m¨¢s desfavorecidas las que m¨¢s ayuda necesitan. Esta funci¨®n dignifica la sanidad p¨²blica"
Pulsar un bot¨®n y mandar una biopsia digital al mejor especialista del mundo para su diagn¨®stico ya no es ficci¨®n
Terrassa: Aqu¨ª se practica el c¨®digo infarto. Se salvan dos de cada tres casos que ocurren fuera del hospital
"Un hospital debe ser rentable en salud. Pero la exigencia debe ser mayor a la hora de gestionar el dinero p¨²blico"
En una sala aparte, sus m¨¦dicos, Jos¨¦ Santos Borbujo y Aranzazu Hern¨¢ndez, de la unidad de neuropediatr¨ªa, nos resumieron la historia cl¨ªnica de Fran: una hemorragia cerebral a las seis horas de nacer, la presi¨®n interna que no ced¨ªa pese a los drenajes, m¨¢s hemorragias. El tumor infiltraba la encrucijada vascular m¨¢s importante del cerebro. Santos Borbujo, el jefe de la unidad, admite que la supervivencia del peque?o es inexplicable. "No ha manifestado dolores de ning¨²n tipo hasta ahora. El cerebro no duele. El ni?o solo tiene funci¨®n vegetativa, el reflejo de succi¨®n y degluci¨®n".
Los m¨¦dicos se emocionan ante la integridad de la madre. "Lorena nos da lecciones", afirma Hern¨¢ndez. "Ella es una persona muy sensata, vitalista. Esta familia te ense?a mucho". Con el diagn¨®stico, Lorena tuvo que afrontar lo inevitable. "Nos dijeron que Fran iba a morir en cuatro, quiz¨¢ ocho semanas". Decidi¨® entonces llev¨¢rselo a casa. "Es un ni?o maravilloso, me ha hecho sentir una buena madre, tengo una conexi¨®n con ¨¦l incre¨ªble, aunque apenas ha ganado. No se mueve mucho, tiene la cabecita muy grande por el tumor, pero le llamas y ¨¦l sonr¨ªe". Fran es ciego, pero sus ojos negros y grandes est¨¢n llenos de vida. "La gente me dice que tengo mucha fuerza. Y yo explico que es ¨¦l quien me la est¨¢ dando. ?C¨®mo es posible que un beb¨¦ que no hace nada me pueda contagiar todo esto? Muchas veces pienso con el coraz¨®n y otras con la cabeza. El coraz¨®n me dice: no quiero que se vaya nunca. La cabeza, que no es justo para ¨¦l vivir as¨ª".
El pasado septiembre, Fran muri¨®. "Ha luchado mucho durante estos 14 meses de vida y s¨¦ que ahora es un ni?o feliz", nos escribe Lorena. Ella quiere tener otro hijo. Le explicar¨¢ que lleva en el coraz¨®n un hermanito que hizo feliz a mam¨¢. Lo llama su ¨¢ngel de la guarda.
"Nuestra amiga Raquel Gonz¨¢lez nos presenta cada semana un nuevo cuento", reza en el tabl¨®n de anuncios del hospital de d¨ªa. Hay mucha gente, trasiegos de enfermeros con carros, ascensores repletos. Sala de quimioterapia. Los pacientes, en sillones azules, reciben el goteo, guardan silencio. A Raquel la conocen como la cuentacuentos: Las fresas pimiento. Juanill¨®n. El drag¨®n y la mariposa... los publica el hospital. Ella es alta, viste de oscuro, lleva un chal de colores. A los 31 a?os le diagnosticaron un bulto fuera de la mama. "Me han operado cinco veces, me han dado radio, mucha quimio. El tumor ha pasado por diferentes partes del cuerpo en estos cinco a?os". Lo dice sin amargura. Me entrega un papel con sus impresiones: "Tengo un tumor, pero no soy una enferma". Para Raquel, la enfermedad es una oportunidad de vivir intensamente. Ella se siente afortunada de superar los 37 a?os, la esperanza de vida de un pa¨ªs africano como Sierra Leona.
"Los tratamientos son aqu¨ª como una batalla, y lo primero que se pierde es la alegr¨ªa en cada paso. Los ni?os y los mayores se van apagando. Y lo que hace m¨¢s falta es un poquito de ilusi¨®n". Ella empez¨® a escribir para ni?os con c¨¢ncer, para entretenerles, hacerles re¨ªr. Ha aprendido a ver con sus ojos. Ellos leen en sus padres la desesperaci¨®n que les aflige. Muchas veces los adultos no les cuentan la verdad. Y cuando alguien les dice que solo est¨¢n enfermos, se tranquilizan.
El Cl¨ªnico Universitario de Salamanca es uno de los hospitales m¨¢s galardonados en los ¨²ltimos 10 a?os en Espa?a. Las enfermeras llevan impresas en sus batas el escudo de la prestigiosa Universidad Pontificia de Salamanca. En El Pa¨ªs Semanal nos propusimos tomar el pulso a cinco hospitales espa?oles de referencia por sus cifras impecables. La elecci¨®n de los centros no ha sido arbitraria. Est¨¢ basada en la evaluaci¨®n que, desde hace una d¨¦cada, realiza la compa?¨ªa independiente IASIST sobre centros que se presentan voluntariamente y que tienen en cuenta par¨¢metros como las cifras de mortalidad, el tiempo de hospitalizaci¨®n, la frecuencia de reca¨ªdas y la gesti¨®n de los hospitales. Todo aderezado con una referencia fundamental: centrarnos en lo que nos contaban sus pacientes y sus m¨¦dicos. Y sin olvidar la evoluci¨®n econ¨®mica de los ¨²ltimos meses, los nubarrones que ahora se ciernen sobre la sanidad espa?ola, la crisis, la deuda, el d¨¦ficit.
"Los profesionales se preguntan si ser¨¢ dar m¨¢s por menos, y los pacientes y familiares, si ser¨¢ obtener menos por m¨¢s", indica Raquel Mart¨ªnez Iglesias, gerente del hospital. "Nuestra respuesta es no. De la crisis va a renacer el conocimiento". Tiene el convencimiento de que, a pesar de los recortes, los resultados del hospital ser¨¢n "incluso superiores". El modelo de asistencia se puede mejorar "a partir de la detecci¨®n de las necesidades de los pacientes, con su participaci¨®n en la toma de decisiones sobre los resultados de su salud". El paciente es lo esencial. Es el primer fundamento en una larga lista de mejoras de la gesti¨®n: la humanizaci¨®n de la asistencia.
Hablamos con el equipo de oncolog¨ªa m¨¦dica y constatamos esta filosof¨ªa. C¨¦sar Rodr¨ªguez, el onc¨®logo de Raquel, dice que ella es "la due?a de su enfermedad". Frente al c¨¢ncer, las mujeres "son m¨¢s resistentes, m¨¢s fuertes, y desarrollan mejores mecanismos. El abordaje contra un mal tan temido es una labor de equipo, en el que no solo interviene el onc¨®logo", asegura. El hospital dispone de un amplio arsenal que en la ¨²ltima d¨¦cada "ha dado un vuelco importante, incluso en enfermedad avanzada". Pero se detecta tambi¨¦n una implicaci¨®n personal. En la relaci¨®n entre el m¨¦dico y el paciente surgen lazos de amistad, de compromiso.
Raquel describe a su onc¨®logo como un m¨¦dico "que me escucha y respeta como persona". Y el tratamiento es fruto de un consenso mutuo, lo que no resulta frecuente. Lo habitual es que uno se ponga ciegamente en manos del m¨¦dico. No es este el caso. El jefe de servicio, Juan Jes¨²s Cruz, lanza un mensaje optimista, mientras Raquel le escucha. "El c¨¢ncer es una enfermedad seria, pero curable en m¨¢s del 50% de los casos", y los tratamientos estandarizados "son tan buenos aqu¨ª como en Par¨ªs, Nueva York o Houston".
Raquel, por extra?o que parezca, da gracias al tumor por todo lo que le est¨¢ ense?ando. Quiere que los dem¨¢s enfermos sepan de su experiencia positiva. Experimentamos una humanidad que trasciende los aparatos. Lorena y Raquel. Estas mujeres han insuflado m¨¢s humanidad en unos equipos m¨¦dicos prestigiosos, haci¨¦ndolos a¨²n mejores. Somos testigos de un inesperado triunfo moral sobre la enfermedad.
Hay otras victorias. Estamos en el hospital general universitario de Ciudad Real. En menos de una d¨¦cada se ha ganado un lugar de excelencia. Moderno, largos pasillos amarillos con citas cervantinas sobre el Quijote, o un piano en el sal¨®n de actos. La puerta del servicio de neonatos marca el nivel 4. Es la meta para las criaturas que, a veces, no sobrepasan los 500 gramos al nacer y que sobreviven en el nivel 1, al fondo, en penumbra. Una enfermera acaricia a un beb¨¦. Los peque?os se mueven inquietos en sus incubadoras. El man¨¢ que les llega a trav¨¦s de las sondas es la leche extra¨ªda y refrigerada de sus madres. Poco a poco, ganan peso. Seis gramos al d¨ªa es una buena noticia. Pero tambi¨¦n hay pasos atr¨¢s. Les lleva dos o tres meses recorrer los 40 metros del corredor, lo que para ellos "es como un marat¨®n", dice Miguel ?ngel Garc¨ªa Cabezas, jefe del servicio de neonatolog¨ªa. El mayor riesgo son las hemorragias cerebrales. "Tienen los vasos de la cabeza muy tiernos y se rompen con facilidad".
En los ¨²ltimos tres a?os han pasado por aqu¨ª 56 prematuros menores de un kilo. No pueden tragar, ni succionar. Pero en brazos de sus madres su fisiolog¨ªa mejora. La saturaci¨®n de ox¨ªgeno aumenta. El pulso baja. Los n¨²meros cambian en el monitor. El m¨¦todo canguro lo inventaron las madres de los pa¨ªses en desarrollo. A falta de incubadoras, ellas calentaban a sus hijos. Para facilitar este contacto vital en una provincia tan extensa, el hospital cre¨® un pionero hotel para madres. Pilar, peluquera, de 31 a?os, de Argamasilla de Alba, no tiene que viajar cien kil¨®metros cada vez para abrazar a su hija Luc¨ªa, que pes¨® apenas un kilo al nacer. Ella vive aqu¨ª desde hace un mes. Luc¨ªa ya va por el kilo y medio. Susana, de 36 a?os, viene de Daimiel, a unos treinta kil¨®metros, pero esta vez est¨¢ de visita con su hija Carmen, prematura con 28 semanas, ahora una ni?a con buenos mofletes y ojos negros. Todos los de la unidad acuden a cubrirla de besos. Ellos la han criado. Susana cuenta que lleg¨® al hospital a tiempo tras romper aguas y recibi¨® corticoides antes del parto. "Mejora el pron¨®stico de estos prematuros. Hacen que esos ¨®rganos tan tiernos maduren un poco m¨¢s", dice Garc¨ªa Cabezas. Ocho neonat¨®logos conforman el equipo m¨¦dico, que adem¨¢s colabora con varios hospitales espa?oles y extranjeros en una nueva vacuna contra la meningitis C.
La crisis econ¨®mica y los recortes "no deber¨ªan mermar la calidad prestada", dice el gerente m¨¦dico del hospital, Jes¨²s Fern¨¢ndez. ?Debe ser rentable un hospital? "Debe ser rentable en salud. Ese es el producto final que hay que gestionar. Pero la exigencia debe ser mayor a la hora de gestionar el dinero p¨²blico. Las crisis tambi¨¦n ense?an. Disponer de una tecnolog¨ªa puntera no significa usarla en exceso". Fern¨¢ndez es optimista. "Todo el mundo va a arrimar el hombro. Tenemos un buen sistema sanitario. No va a caer".
La telemedicina, el env¨ªo de una biopsia digital para su diagn¨®stico al mejor especialista del mundo con pulsar una tecla, ya no es ficci¨®n. Ahorra costes y tiempo. Dicen que Marcial Garc¨ªa Rojo, jefe del servicio de anatom¨ªa patol¨®gica, es un genio inform¨¢tico. Es el responsable de Eurotelepath, un proyecto europeo que involucra a 16 pa¨ªses de Europa y en el que tambi¨¦n participan Georgia, India y Singapur.
Antes, el pat¨®logo examinaba las biopsias al microscopio, contaba c¨¦lulas, determinaba la malignidad del tumor. Ahora, un esc¨¢ner de alta resoluci¨®n las digitaliza. Cada p¨ªxel est¨¢ separado del resto por un cuarto de micra (la millon¨¦sima parte de un metro). Las im¨¢genes tienen un detalle asombroso y se almacenan en un servidor, listas para viajar por la Red y recabar la opini¨®n del mejor. "Rompemos la barrera del espacio", dice Garc¨ªa Rojo, que dirige un servicio de nueve pat¨®logos. Un sarcoma parece muy agresivo en la radiograf¨ªa. Su imagen se env¨ªa a la m¨¢xima autoridad en sarcomas, en EE UU: en minutos pasa a ser un tumor benigno. La espera angustiosa de los familiares fue corta y con final feliz.
Los algoritmos aplicados a un carcinoma de mama -sometido a marcadores inmunol¨®gicos, sensibilidad a estr¨®genos o f¨¢rmacos- hacen maravillas. Garc¨ªa Rojo marca una zona y teclea. El sistema cuenta las c¨¦lulas malignas que sucumbir¨¢n a los estr¨®genos y las colorea de rojo y naranja, y pintar¨¢ de azul y amarillo las resistentes. De repente, el mapa del tumor queda desmenuzado, mostrando los puntos d¨¦biles y los fuertes, con unos cuantos golpes de tecla. El ordenador es capaz de medirlo, o de contar c¨¦lula por c¨¦lula, ajeno al cansancio o error. Y toda esta informaci¨®n digitalizada viaja a trav¨¦s de la red establecida entre hospitales. "Puedo indicar al onc¨®logo que un 8% no responder¨¢ al tratamiento". Pero una quimioterapia combinada, a la carta, podr¨¢ con este tumor.
Entramos en un ambiente te?ido de luz azul, pantallas de alta definici¨®n, c¨¢maras. Es un quir¨®fano inteligente. Los cirujanos est¨¢n retirando un tumor del colon mediante laparoscopia, una cirug¨ªa poco invasiva: dos incisiones por las que manejan los tubos y una c¨¢mara que lo ve todo. El jefe del servicio de cirug¨ªa general, Jes¨²s Mart¨ªn, explica que pueden emitir por videoconferencia la intervenci¨®n, hablar con especialistas, obtener asesoramiento, enviar historias cl¨ªnicas, radiograf¨ªas, en el momento. Conectividad total. Una t¨¦cnica especial llevada a cabo por laparoscopia reduce el est¨®mago de obesos m¨®rbidos en un solo d¨ªa y con un ingreso m¨ªnimo. El paciente queda saciado casi enseguida y, al ingerir menos calor¨ªas, se opera en ¨¦l un cambio asombroso.
Poco antes charlamos con Trinidad Crespo, del pueblo de Membrilla. Pesaba 163 kilos y se agotaba al andar cinco metros. Ahora ronda los ochenta kilos y no le reconocen por la calle. Incluso su cara ha cambiado. Dice que ha vuelto a nacer. "La cirug¨ªa logra que esos pacientes, con poco que coman, ya no tengan hambre", asegura Mart¨ªn. "Y su riesgo cardiovascular ser¨¢ menor incluso que el del resto de la poblaci¨®n". El servicio realiza unas sesenta intervenciones al a?o. La obesidad es una epidemia que no para de crecer.
Hospital de Torrevieja, en Alicante. Abundan el cristal, el acero, los patios interiores ajardinados y los pasillos inundados por esa luz blanca levantina. El aire, filtrado, no huele a formol. Aqu¨ª todo el mundo habla de Florence, pero no es una persona, sino el sistema nervioso inteligente del hospital. La enfermera brit¨¢nica Florence Nitghtingale revolucion¨® la enfermer¨ªa en el siglo XIX al aplicar la estad¨ªstica a los enfermos. Florence es su avatar inform¨¢tico. Aqu¨ª no hay mostradores de informaci¨®n. Vienes a una consulta, pasas el c¨®digo de tu tarjeta sanitaria por un lector l¨¢ser o una pantalla t¨¢ctil y ya est¨¢s en los brazos de Florence. Al otro lado, el m¨¦dico mira en su pantalla tu historial, las consultas anteriores, urgencias, pruebas radiol¨®gicas, intervenciones, ingresos, tus visitas previas... Todo. Conoce tu patolog¨ªa y es la primera vez que te ve. "Sabemos las alergias del paciente antes de que ¨¦l nos las diga", explica Antonio Ram¨ªrez, enfermero de turno en urgencias. Hay armarios computerizados con las medicinas. Su acceso va asociado al c¨®digo del enfermo. El sistema registra las pautas de administraci¨®n, el f¨¢rmaco, qui¨¦n lo administra. El enfermero sabe qui¨¦n est¨¢ tratando al familiar que acaba de entrar, si lo han trasladado. Florence lo ve todo.
Pero no solo es la tecnolog¨ªa. En la unidad de cirug¨ªa oral, maxilofacial y odontolog¨ªa para discapacitados, su jefe, Luis Jim¨¦nez, muestra su cari?o por ?ngela, una ni?a de 11 a?os con pantalones rosados y un jersey a juego que ha venido con su madre, Rosa Mar¨ªa, de Benej¨²zar, a unos 15 kil¨®metros. ?ngela tiene par¨¢lisis cerebral. Nunca ha hablado. Se mueve inquieta y vergonzosa en su silla de ruedas, pero es ahora m¨¢s feliz. Antes no pod¨ªa controlar la baba, se mojaba el pecho, era un trastorno terrible, nos cuenta su madre. Y nadie daba soluciones, ni la medicina privada. "Nos hablaron de este servicio y nos comentaron la posibilidad de una peque?a operaci¨®n en las gl¨¢ndulas salivales. Ahora estoy content¨ªsima". ?ngela puede comer con normalidad. Le gusta jugar con las cosas de casa. Es muy ordenada. Para ella, la extracci¨®n de una muela o una limpieza de boca suponen un problema que casi nadie sabe solventar.
A estos pacientes hay que sedarlos en un quir¨®fano especial. El equipo de Jim¨¦nez ha tratado a un centenar desde la puesta en marcha del servicio, en mayo de 2010. "Pens¨¢bamos que estaban cubiertos por otros hospitales. Nos sorprendi¨® la dificultad que encontraban las familias, y las listas de espera. Ellos son los grandes olvidados". Jim¨¦nez, que cuenta 38 a?os, quiso ser cirujano desde que tuvo uso de raz¨®n. Despu¨¦s de estudiar en un centro de jesuitas y en la Universidad de Navarra, aprendi¨® de estos centros cat¨®licos que "son las personas m¨¢s desfavorecidas las que m¨¢s ayuda necesitan. La cara es la parte que m¨¢s dice de la persona". En la Universidad de Coimbra tuvo que atender a pacientes con par¨¢lisis cerebral. "Fui descubriendo, entre tumores que borran las caras y accidentes con terribles secuelas, a estos ni?os y a sus familias. Escuchando a los familiares y viendo con cu¨¢nto cari?o y dedicaci¨®n se entregan a ellos, te das cuenta de c¨®mo algo tan sencillo como una limpieza dental puede ser un insalvable problema para ellos".
Asistir a los m¨¢s desfavorecidos dignifica la sanidad p¨²blica. El hospital de Torrevieja lo es a todos los efectos, pero est¨¢ gestionado por una empresa privada. En tiempos de turbulencia econ¨®mica, a?ade Frank Leyn, el gerente del hospital, este modelo mixto permite ser m¨¢s flexible, al negociar con los proveedores y ajustarse "a las necesidades asistenciales de nuestros pacientes". A veces, la enfermedad obliga a prolongar esa asistencia. Tras una operaci¨®n, todo comienza de nuevo. Como aprender a hablar.
A la consulta de Marta Arroyo, jefa del servicio de otorrinolaringolog¨ªa, acuden tres pacientes. Se les ha extirpado la laringe y las cuerdas vocales por culpa de un tumor. En Espa?a, la incidencia de c¨¢ncer de laringe en hombres est¨¢ muy por encima de la media europea, 21 casos por cada 100.000 habitantes. Casi todos son fumadores. "Aprenden a hablar desde el est¨®mago, pero necesitan apoyo psicol¨®gico", dice Arroyo. Ana, la logopeda, nos explica que hablan a trav¨¦s de eructos, una o dos palabras cada vez. "Controlan la entrada de aire y vuelven a sacarlo". Les lleva un a?o o dos de aprendizaje. Es una voz extra?a al principio. Pero en cuesti¨®n de minutos entendemos a Eduardo, un camionero jubilado, de 72 a?os, apasionado de la jardiner¨ªa. O a Mar¨ªa, de 71, que le encanta comer, cuya laringe se atrofi¨® tras la quimioterapia y la radioterapia y tuvo que ser extirpada. Finalmente, Enrique, de 60 a?os, es el m¨¢s experimentado. Mantiene una conversaci¨®n por tel¨¦fono. Los tres son muy amables y optimistas. No desean esos micr¨®fonos que se colocan encima del agujero del cuello para hablar. Quieren lograrlo por ellos mismos.
La lluvia nos recibe temprano. Estamos en Terrassa, una ciudad que teji¨® sus cimientos en la industria textil a principios del siglo XX. Hace m¨¢s de cien a?os naci¨® aqu¨ª la Sociedad Mutua contra los Accidentes de Trabajo, para asistir a los trabajadores de las f¨¢bricas. Hoy es el germen del hospital universitario Mutua Terrassa. Aqu¨ª se practica el C¨®digo Infarto: un protocolo contra el reloj desde el primer minuto en el que alguien sufre un ataque al coraz¨®n. Tras el diagn¨®stico, hay que enviarlo en un circuito expr¨¦s, que no pasa por urgencias, hasta la sala de hemodin¨¢mica para desatascar la arteria que riega el miocardio. Se salvan dos de cada tres casos que ocurren fuera del hospital, dice Ferr¨¢n Padilla, director de cardiolog¨ªa. Las dos primeras horas son cruciales. Sin sangre, las c¨¦lulas del miocardio empiezan a morir en los primeros 20 minutos. "El tiempo es m¨²sculo cardiaco". La r¨¢pida introducci¨®n de un cat¨¦ter que hincha un bal¨®n ensancha el conducto y reduce los da?os de este tipo de infarto.
En la sala, los intervencionistas coordinan sus guardias con las de otros centros de la regi¨®n. En cualquier momento puede sonar el tel¨¦fono. Un caso urgente y hay que estar preparados, casi como los mec¨¢nicos de un coche de f¨®rmula 1. Miguel Montoli¨², de 59 a?os, afable y tranquilo, trabaja como director comercial en Sant Cugat, a unos 20 kil¨®metros del hospital. Sufri¨® un infarto el a?o pasado. Lo recuerda todo, el traslado a la ambulancia, la lucha contra el tiempo y el bienestar inmenso cuando le ensancharon la arteria. "Fue todo muy r¨¢pido. No estaba nervioso. La confianza me la dieron los profesionales. Sab¨ªan lo que ten¨ªan entre manos". Alaba el programa para reeducar a los infartados del hospital. Usa el transporte p¨²blico para evitar el estr¨¦s. Contamos los pasos del recorrido de su camilla. Unos ascensores reservados bajan dos plantas desde urgencias. Apenas les separan 10 metros hasta el quir¨®fano.
Una mujer descansa boca abajo, medio metida en el agujero de donut de la unidad HIFU (high intensity focused ultrasound o ultrasonidos de alta intensidad). El m¨¦dico pulsa durante un segundo el rat¨®n tras colocar el cursor en una zona del mioma que ella tiene en el ¨²tero. Cuatrocientos vatios de potencia en un solo disparo. El tumor muere un poco m¨¢s. Me ense?an una placa de metacrilato con marcas redondeadas. Los ultrasonidos han dejado en ellas el impacto del calor como si fueran balas. Los tumores se queman con "precisi¨®n milim¨¦trica", dice Antonio Pesarrodona, jefe de obstetricia y ginecolog¨ªa. "Hemos tratado miomas de hasta 14 cent¨ªmetros. No deja cicatriz sobre el ¨²tero y el ¨¦xito ronda el 80%. Las pacientes se van a casa el mismo d¨ªa". Mutua Terrassa es el ¨²nico centro en Espa?a que usa esta tecnolog¨ªa HIFU para operar.
A Luciana Kelly, brasile?a de 37 a?os, se le cerraron todas las puertas de la maternidad, incluida la inseminaci¨®n artificial. Iba a tirar la toalla. Aqu¨ª le descubrieron un mioma de ocho cent¨ªmetros. Una sesi¨®n con HIFU y al a?o se qued¨® embarazada. Ha venido a vernos con su hijo, Marcos Vinicius, que naci¨® en enero del a?o pasado. En el hospital, los m¨¦dicos lo llaman cari?osamente "el hijo de HIFU". Fue la primera mujer tratada con esta tecnolog¨ªa que se qued¨® encinta. Joan Vidal, jefe de la unidad de cirug¨ªa oncol¨®gica con HIFU, explica los ¨¦xitos cosechados a la hora de quemar tumores en p¨¢ncreas, h¨ªgado, renales, ¨®seos, all¨ª donde la cirug¨ªa no llega. No es la m¨¢quina milagrosa que cure el c¨¢ncer, pero permite "cambiar el curso natural de la enfermedad. Atacarlo de una manera que no pod¨ªamos hace cinco a?os".
Mutua Terrassa se ha visto golpeado duramente por los recortes de 13,5 millones de euros dispuestos por la Generalitat. Present¨® este verano un expediente de regulaci¨®n de empleo. Habr¨¢ despidos -146 trabajadores durante un a?o y reducciones de hasta el 70% de la jornada laboral a otros 738-. Son tiempos muy dif¨ªciles. Su director general, Esteve Picola, cree que "no hay m¨¢s remedio que afrontar la situaci¨®n y superarla". La crisis va a cambiar el modelo sanitario, asegura, "para hacerlo much¨ªsimo m¨¢s sostenible. Habr¨¢ que adoptar cambios, pero no creo que afecten a las bases s¨®lidas de nuestro sistema. Sobrevivir¨¢ porque cambiar¨¢".
Nos trasladamos al hospital universitario Son Espases, en Mallorca -que antes se conoc¨ªa como Son Dureta-. Todo es nuevo. Tanto, que en los quir¨®fanos de la unidad de neurocirug¨ªa los t¨¦cnicos est¨¢n terminando de instalar un esc¨¢ner de resonancia magn¨¦tica funcional port¨¢til, dos grandes orejas articuladas que se colocan a ambos lados de la cabeza del paciente. El cirujano podr¨¢ operar el cerebro con mucha mayor precisi¨®n y en tiempo real, pues comprobar¨¢ en la pantalla los resultados de cada paso en esa tarea tan delicada que es retirar un tumor cerca de una zona cr¨ªtica, nos explica el jefe de la unidad, Javier Ib¨¢?ez. El hospital ser¨¢ el primer centro p¨²blico en disponer de esta nueva herramienta, "una novedad jam¨¢s vista".
La cirug¨ªa del cerebro y la del coraz¨®n constituyen el Everest de una profesi¨®n que sigue teniendo el encanto del pionero que obra milagros con sus manos. Al d¨ªa siguiente nos espera uno de estos milagros. Entramos en uno de los quir¨®fanos en compa?¨ªa de Oriol Bonn¨ªn, jefe de cirug¨ªa cardiaca, en medio de una operaci¨®n para cambiar la v¨¢lvula mitral -que comunica la aur¨ªcula y el ventr¨ªculo del lado izquierdo del coraz¨®n-. Es una operaci¨®n compleja. All¨ª hay siete personas trabajando en absoluta coordinaci¨®n. Los dos cirujanos provistos de lentes, una mesa repleta de instrumentos quir¨²rgicos para el instrumentista. Una experta est¨¢ a los mandos de la consola de la m¨¢quina de circulaci¨®n extracorp¨®rea, un artefacto singular: tres grandes cilindros act¨²an como bombas. Uno de ellos gira con m¨¢s rapidez. Est¨¢ ahora bombeando la sangre al coraz¨®n. En un cuerpo humano fluyen aproximadamente unos seis litros de sangre. Vemos que la sangre del paciente, de un color incre¨ªblemente rojo, rellena un gran dep¨®sito circular. Es lo que atrae la atenci¨®n visual casi como un im¨¢n. No puedes dejar de mirar esa sangre que rellena los tubos, de la m¨¢quina hacia el enfermo, en un camino de ida y vuelta, y descubres que no hay pintura que pueda imitar ese rojo absoluto. Es el color de la vida.
Bonn¨ªn -m¨¢s de 10.000 intervenciones cardiacas en sus dedos- habla con esa calma t¨ªpica del m¨¦dico que entiende su oficio como el de un artesano. La tonalidad de esa sangre, me dice a trav¨¦s de la mascarilla, se debe a la oxigenaci¨®n administrada por la m¨¢quina. Y es que el paciente no respira. Tiene los pulmones en suspenso. La m¨¢quina deriva su sangre, venosa, de su aur¨ªcula derecha hacia un oxigenador. Adquiere ese color rojo, y luego es bombeada a trav¨¦s de un conducto hacia la aorta. Los cirujanos han dispuesto aqu¨ª unas pinzas especiales para que desde ah¨ª la sangre se distribuya al resto del cuerpo, pero al coraz¨®n, a su miocardio, no le llega una sola gota. "En este momento, el coraz¨®n est¨¢ parado", dice Bonn¨ªn. Vamos hacia uno de los monitores. Electrocardiograma plano. La temperatura del miocardio se mantiene por debajo de los 20 grados, y el m¨²sculo est¨¢ sin contraerse, en parada cardiaca, gracias a una soluci¨®n de potasio. Los cirujanos nos permiten asomarnos para contemplar el coraz¨®n dentro de la caja tor¨¢cica. Quieto, sin pulso. Permanecer¨¢ as¨ª hasta que completen el recambio de la v¨¢lvula, y entonces activar¨¢n el miocardio con la sangre. La labor de equipo, insiste Bonn¨ªn, es lo que cuenta. Se alza por encima de esa visi¨®n m¨ªtica que encumbra al cirujano cardiaco. Con el coraz¨®n detenido, las lecturas se suceden, an¨¢lisis continuos, medidas de gases, el nivel de anticoagulante... Hay que mantenerlo todo bajo control. Ellos logran la magia de mantener ese delicado estado de vida en suspensi¨®n y revivir el coraz¨®n. No resulta exagerado afirmar que asistimos a un ejercicio impecable de resucitaci¨®n.
La mortalidad por cirug¨ªa coronaria en Son Espases es un 40% inferior a la media estatal. Bonn¨ªn estuvo en el equipo que realiz¨® el primer trasplante de coraz¨®n con ¨¦xito en Espa?a, en 1984, el a?o del primer trasplante de h¨ªgado. "Una ¨¦poca fascinante", nos hab¨ªa contado antes, cuando est¨¢bamos en compa?¨ªa de Miriam Graciella. Ella es argentina, de 32 a?os, pelo negro y una voz musical, suave. Miriam sufre una enfermedad autoinmune. Sus defensas se vuelven contra ella. Sent¨ªa un dolor tor¨¢cico muy fuerte. En urgencias del antiguo hospital de Son Dureta, el pasado mes de diciembre, la radiograf¨ªa mostr¨® que su aorta estaba dilatada. "Una aorta normal no pasa de dos cent¨ªmetros", dice Bonn¨ªn. Ella fue intervenida el pasado diciembre. Una compleja operaci¨®n de parada circulatoria que dur¨® ocho horas. Su cuerpo fue enfriado hasta unos 16 grados. El arco a¨®rtico, toda la aorta ascendente y descendente, las car¨®tidas, subclavias, fueron sustituidas por unas pr¨®tesis de tejido sint¨¦tico.
"?l me dijo que me iba a congelar, pero de una forma que me transmiti¨® mucha tranquilidad", bromea Miriam. "Hace dos meses pensaba que no me iba a poder incorporar sola en la cama". Ella sigue con su tratamiento contra la autoinmunidad a base de corticoides. Tiene por delante una larga recuperaci¨®n. "Ahora vuelvo a tener calidad de vida". Queda en la retina, en la memoria, una impresi¨®n: en todos los casos, las tecnolog¨ªas punteras empleadas, la excelencia m¨¦dica, la labor del equipo, nunca se habl¨® de dinero.
Ahora la tormenta econ¨®mica va a cambiarlo todo. El futuro no ser¨¢ como se preve¨ªa hace dos o tres a?os. "Hay un sentimiento generalizado en nuestra sociedad de que las cosas no van a ser como han sido hasta ahora", resume Juan Manuel Sanz, gerente del hospital, que insiste: "El sistema sanitario espa?ol es excelente". Pero matiza: "La sensaci¨®n de que era ilimitado se ha acabado". No se trata de saber "d¨®nde se va a meter la tijera", puesto que los presupuestos est¨¢n ya ajustados. "Habr¨¢ que recurrir a aquello de hacer de un duro diez pesetas. Todo lo que se gaste en el ¨¢mbito p¨²blico tiene que tener como justificaci¨®n el bienestar colectivo".
Examen a la sanidad espa?ola
La lista de espera es el tal¨®n de Aquiles del sistema sanitario espa?ol. Las cifras hablan. Seg¨²n datos de junio de 2010, el n¨²mero de pacientes que, en ese momento, esperaban una intervenci¨®n quir¨²rgica en todo el territorio nacional era de 381.753, seg¨²n datos del Ministerio de Sanidad. Esto suponen 7.559 pacientes m¨¢s que en junio de 2009, aunque Sanidad precisa que el tiempo de espera fue menor en dos d¨ªas de media (61 d¨ªas). Echando un vistazo atr¨¢s, ese tiempo se ha reducido en 14 d¨ªas desde que comenzaron las mediciones en 2003. Las intervenciones de traumatolog¨ªa son las que tienen una lista de espera m¨¢s numerosa -m¨¢s de 100.000 pacientes- mientras que, en el otro extremo, la cirug¨ªa tor¨¢cica es la que tiene menos (1.135). De cada 1.000 enfermos, 40 tienen que esperar unos 53 d¨ªas como media para citarse con un especialista.
En cuanto a la evaluaci¨®n internacional, hay an¨¢lisis para todos los gustos. La firma privada Euro Health Consumer, con sede en Bruselas, situ¨® en 2009 el sistema de salud espa?ol en el puesto 22 de los 33 en Europa, ocupando Holanda el primer lugar. El ¨²ltimo ranking realizado por la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) se hizo en 2000 y colocaba al sistema espa?ol entre los siete mejores del mundo. El n¨²mero global de hospitales p¨²blicos y privados (sin contar los consultorios ni centros de salud) en todo el territorio nacional es de 803, seg¨²n el ¨²ltimo informe de Sanidad, con un total de 161.279 camas. En cuanto al coste, el sistema p¨²blico supuso 63.768 millones de euros en 2009. Este gasto significa el 6,1% del producto interior bruto (PIB), o traducido a desembolso por habitante: unos 1.421 euros por ciudadano.
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