Diez a?os en la eternidad
"Oh, Am¨®n-Ra, quien ilumina las Dos Tierras, permite que est¨¦ satisfecho en mi ciudad de la eternidad, en mi tumba para siempre...". El personaje que dict¨® esas frases muri¨® hace 3.500 a?os y su memoria cay¨® en el olvido. Por un azar del destino, un grupo de espa?oles se ha encargado de cumplir con creces el ruego que el egipcio Djehuty dirigi¨® piadosamente a su dios: ser recordado.
Nadie menos parecido a Am¨®n-Ra que el investigador del CSIC Jos¨¦ Manuel Gal¨¢n (Madrid, 1963), un cient¨ªfico circunspecto e inclinado por naturaleza a la discreci¨®n y la modestia que es quien se ha responsabilizado de dirigir la excavaci¨®n, restauraci¨®n y estudio de la tumba del alto funcionario de la reina Hatshepsut, enterrado en una de las necr¨®polis de la antigua Tebas (Luxor), Dra Abu el Naga.
Salvando las distancias, encontramos la misma emoci¨®n, riesgos y quebraderos de cabeza que en la excavaci¨®n de la tumba de Tutankam¨®n
El emblem¨¢tico fiambre de Djehuty se les ha escapado. "Pero hemos averiguado su vida, sus creencias, sus gustos..."
"Hemos encontrado a la Dama Blanca, el arquero Iqer con sus flechas, la Tabla del Aprendiz, los 50 ramos de flores secas que tienen tres milenios..."
Cuando, una tarde de primavera de 2000, Gal¨¢n, guiado por el responsable del Servicio de Antig¨¹edades de Luxor, Mohamed el Bialy -al que le hab¨ªa hecho mucha gracia la llegada a su taftish, su oficina en la orilla occidental del Nilo, de ese egipt¨®logo espa?ol en bicicleta-, entr¨® en la durante muchos a?os olvidada TT11 (tumba tebana n¨²mero 11), previa la ceremonia de romper el sello de alambre y plomo del candado que manten¨ªa cerrada la puerta de hierro, poco pod¨ªa imaginar que se adentraba en una aventura que marcar¨ªa su vida y la de la ciencia espa?ola: el Proyecto Djehuty.
Es tentador comparar ese momento fundacional de la entrada de Gal¨¢n en la tumba de Djehuty, que hab¨ªa sido apenas investigada anteriormente, con la de Carter en otro sepulcro no muy lejano, KV62, la tumba de Tutankam¨®n, en el vecino Valle de los Reyes. El sello que rompieron Carter y Lord Carnarvon en 1922 no era el moderno del Servicio de Antig¨¹edades que indica que nadie ha entrado en la tumba sin permiso desde la ¨²ltima visita, sino el original, el de los guardianes de la necr¨®polis real, el famoso sello milenario con el chacal y los nueve cautivos. Pero, salvando las distancias -la tumba de Tutankam¨®n estaba intacta y era de un rey-, encontramos similar emoci¨®n, parecidos riesgos y quebraderos de cabeza e igual devoci¨®n en ambas excavaciones. En todo caso (los de Carter eran otros tiempos), Gal¨¢n ha mostrado mucho m¨¢s respeto a los egipcios, vivos y muertos, que su c¨¦lebre colega.
Lo que han trabajado a lo largo de 10 intensas y fruct¨ªferas campa?as (2001-2011) el egipt¨®logo madrile?o y su equipo ah¨ª, en la tumba de Djehuty, la adosada de Hery -otro funcionario de la Administraci¨®n real anterior- y los alrededores que componen su zona de excavaci¨®n y est¨¢n minados de sorpresas, misterios, tesoros y peligros como un maravilloso gruyere arqueol¨®gico, es simplemente asombroso. Hay que haber estado en el lugar, haberse metido en las galer¨ªas claustrof¨®bicas arrastr¨¢ndose sobre escombros en inestable equilibrio, haber descendido a los pavorosos pozos, siempre sudando y respirando polvo, conteniendo el entusiasmo de los descubrimientos con la enervante y lenta minuciosidad del m¨¦todo cient¨ªfico, para comprender en su justa medida el esfuerzo y la dedicaci¨®n de Gal¨¢n y su gente.
Yo, como ven, les admiro mucho, y m¨¢s despu¨¦s de que en 2007, all¨ª, en Dra Abu el Naga, me hicieran bajar por una inestable y vertiginosa escalera a las entra?as de una tierra pre?ada de momias. Al fondo de ese pozo funerario me esperaba Gal¨¢n. Mientras yo pugnaba por regresar y lanzaba una ¨²ltima mirada desesperada hacia el cuadradito azul en que se hab¨ªa convertido la boca del pozo all¨¢ arriba, muy lejos, el cient¨ªfico me tom¨® de la mano como un Virgilio ataviado de Coronel Tapioca y me condujo hasta una peque?a c¨¢mara excavada en la roca. All¨ª permanecimos un rato. En aquel espacio opresivo dise?ado para un muerto, me invit¨® a sentir la historia y a respirar la eternidad. ?Qu¨¦ gran regalo!
Pienso en ese momento hoy comiendo una paella con el egipt¨®logo frente al mar en este d¨ªa de verano en Barcelona. Recuerdo el pozo -y las cuatro cabezas de momia alineadas por un viejo profanador de tumbas gracioso que aparecieron arriba en la tumba, los Beatles les llamaron los egipt¨®logos- y me recorre un escalofr¨ªo. Gal¨¢n lo interpreta mal y me sirve m¨¢s vino. Est¨¢ recapitulando lo que ha sido la d¨¦cada de citas con Djehuty. Aunque las investigaciones se han diversificado con los inesperados hallazgos y con la ampliaci¨®n de la zona de excavaci¨®n espa?ola, el noble Djehuty sigue siendo especial. Es el que le ha dado nombre al proyecto, su icono. Le se?alo a Gal¨¢n que, aunque han encontrado muchas cosas maravillosas de esas que dec¨ªa Carter -ata¨²des, momias, figuritas funerarias, etc¨¦tera-, el propio Djehuty no ha aparecido. Y mira que nos han tenido en vilo con ¨¦l campa?a tras campa?a, todo un serial por entregas: que si hemos dado con el pozo funerario, que si lo vaciamos de escombros, que si aparece la antec¨¢mara, que si la c¨¢mara sepulcral...
Reconoce con deportividad el hecho de que el emblem¨¢tico fiambre se les ha escapado. "Pero hemos averiguado muchas cosas de ¨¦l en estos 10 a?os estudiando su tumba. De su vida, sus creencias, sus gustos. Era un hombre muy culto, un intelectual, categor¨ªa que iba muy vinculada a la religi¨®n en el Antiguo Egipto. Uno era culto entonces en la medida en que conoc¨ªa a fondo los textos religiosos. En su tumba, construida bajo sus indicaciones, quiere presentarse como un gran conocedor de los textos antiguos, alguien que domina los recursos de la escritura, desde el uso de palabras arcaicas hasta la criptograf¨ªa. Leer sus inscripciones se convierte en un gran juego intelectual".
Gal¨¢n habla de Djehuty como uno habla de alguien de la familia. "Sabemos el nombre del padre, de la madre, c¨®mo fue su carrera. Pero lo m¨¢s interesante es su papel como gran intelectual del momento". Le pregunto si haber intimado tanto con Djehuty le hace sentir por ¨¦l una simpat¨ªa especial. Para mi sorpresa, dice que no, lo que me perturba: a ver si el pozo y las sobremesas en el Marsam, el hotelito del equipo espa?ol junto al templo de Merenptah, no habr¨¢n servido para cimentar nuestra amistad. "Por desgracia, el estudio de la historia te hace pensar que la gente que ocupa un cargo de poder no transmite excesiva simpat¨ªa. Cualquiera que ocupa un alto cargo tiene muchas sombras. La gente honesta dif¨ªcilmente sube tan alto. Djehuty fue supervisor del tesoro y de los trabajos de Hatshepsut. No s¨¦ hasta que punto jug¨® limpio para ascender y mantenerse en la jerarqu¨ªa de la corte. Me desligo de ¨¦l como persona, pero me siento af¨ªn al intelectual con capacidad de creaci¨®n e innovaci¨®n".
Mientras chupo una gamba, me digo que parece mentira que estemos criticando a un pavo fara¨®nico que lleva muerto 35 siglos. "En la corte de Hatshepsut, los altos funcionarios compet¨ªan entre ellos para ver qui¨¦n sorprend¨ªa m¨¢s con innovaciones en la literatura, la escultura o la arquitectura". Le comento a Gal¨¢n que eso recuerda el ambiente isabelino. Lo toma por la Isabel equivocada y se?ala, para mi sorpresa, que hay muchas cosas en com¨²n entre Isabel la Cat¨®lica y Hatshepsut. "Las dos rompieron barreras f¨ªsicas tratando de abrir el comercio a tierras desconocidas. Isabel fue decisiva en el viaje de Col¨®n a Am¨¦rica, y Hatshepsut envi¨® la expedici¨®n al rico pa¨ªs de Punt (alguna zona de los actuales Eritrea y Yemen). Ambos viajes ten¨ªan como objetivo hallar rutas alternativas para evitar el encarecimiento de los productos a causa de los intermediarios".
Hay otro s¨ªmil hist¨®rico que cautiva al egipt¨®logo: al descubrir en 2009 la magn¨ªfica c¨¢mara funeraria de Djehuty, cubierta de pinturas, no dud¨® en bautizarla, con disculpable entusiasmo, como la Capilla Sixtina del Antiguo Egipto. "Miguel ?ngel y Djehuty coincidieron en el tiempo". ???! "Ambos vivieron en sendos siglos XV, uno antes de Cristo, el otro despu¨¦s. Las dos ¨¦pocas son renacimientos, momentos de esplendor en los que se mir¨® atr¨¢s para recuperar, d¨¢ndoles nueva vida, viejas formas y modelos. Y cada uno, Miguel ?ngel y Djehuty, plasm¨® su visi¨®n del cielo, del m¨¢s all¨¢".
Como se est¨¢ poniendo estupendo, le vuelvo a recordar a Gal¨¢n con siniestro placer que no ha encontrado a Djehuty. "Cierto, f¨ªsicamente no lo tenemos. Ver¨¢s, no tenemos ni siquiera la certeza de que estuviera enterrado en su monumento funerario, en su tumba, aunque yo creo que s¨ª. En la c¨¢mara pintada no hemos encontrado rastro de su ata¨²d, ni de su ajuar. Quiz¨¢ no fue depositado all¨ª. Tambi¨¦n puede que fuera objeto de saqueo y no haya quedado nada. En todo caso, alguien fue enterrado all¨ª en su ¨¦poca". Sugiero que pongan el caso en manos del CSI Tebas. El egipt¨®logo mueve la cabeza con desaprobaci¨®n. "Es lo de menos, tener o no el cuerpo, los antiguos egipcios dispon¨ªan de soluciones para eso. Sab¨ªan que la momia pod¨ªa ser destruida, as¨ª que ten¨ªan un plan B y un plan C. Djehuty se hizo esculpir una estatua a la entrada de la tumba -t¨² la has visto-, y tambi¨¦n se hizo representar profusamente en relieve y pintado en las paredes, cazando patos y avestruces, comiendo o de peregrinaci¨®n a Abidos. Que no se borrara el recuerdo al 100%. Algo pervivir¨ªa, y Djehuty, tambi¨¦n".
?As¨ª que no le decepciona no tener la momia? ?Anda vamos! "Honestamente, no. A ti te encantan las momias, lo s¨¦, pero no son mi plato predilecto. A m¨ª lo que m¨¢s me interesan son los textos. En realidad, yo echo de menos m¨¢s su ata¨²d, que estar¨ªa cubierto de inscripciones, que su cuerpo. Con las momias tienes una doble sensaci¨®n contradictoria, por un lado las ves como un elemento informativo, por otro te produce un sinsabor trastear con lo que sigue siendo un ser humano. Con Djehuty hubiera sido complejo emocionalmente: manipular a Djehuty, que significa tanto para nosotros...En fin, supongo que los paleopat¨®logos del equipo pensar¨¢n diferente".
"El proyecto ha batido todas las expectativas", reflexiona Gal¨¢n cuando le pido que sintetice estos 10 a?os. "Se ha convertido en un referente de nuestra egiptolog¨ªa. Lo que la tumba de Djehuty aporta es muy importante para el conocimiento de la dinast¨ªa XVIII, como lo es la de Hery, la TT12, para la ¨¦poca de 50 a?os antes. Con el estudio de esas dos tumbas marcamos un hito en nuestra ciencia; d¨¦jame a?adir que tambi¨¦n con la apertura de una p¨¢gina web con el diario de trabajo en l¨ªnea, lo que fue un hito al iniciarlo hace 10 a?os. Pero, adem¨¢s, la suerte nos ha sonre¨ªdo con el hallazgo de cosas inesperadas que han realzado a¨²n m¨¢s la misi¨®n, especialmente en la excavaci¨®n de los patios al aire libre que fueron reutilizados como zonas funerarias en ¨¦pocas posteriores. Hemos encontrado a la Dama Blanca, enterramiento del 1000 antes de Cristo, con el bello ata¨²d antropom¨®rfico; al arquero Iqer, mil a?os anterior, con sus flechas; la Tabla del Aprendiz, ese excepcional pizarr¨ªn de escuela que muestra c¨®mo se aprend¨ªa a dibujar; los 50 ramos de flores secas que tienen tres milenios, objetos con cartuchos reales -el lino con el sello de Amenofis II y el trozo de alabastro con el de Ahmose-, papiros, vasos canopos, ibis y halcones embalsamados, el juego de senet -como un backgammon egipcio- , pendientes de oro... Son tantas las maravillas... Hemos sido muy afortunados".
Que nadie piense que los 10 a?os de campa?as, la culminaci¨®n de los trabajos en la tumba de Djehuty y la complicada y vol¨¢til situaci¨®n en Egipto significan el final de la aventura. "En absoluto. Esto no se ha acabado. Nos esperan 12 tumbas de la misma ¨¦poca que las de Djehuty y Hery, y en la de este ¨²ltimo a¨²n queda mucho trabajo. Hay mucho terreno para excavar. Podemos encontrar cosas muy similares a las que hemos hallado. Pronostico muchos m¨¢s hallazgos interesantes".
?Van a volver pronto? Gal¨¢n y su equipo tuvieron que marcharse por piernas durante la revoluci¨®n, que les pill¨® excavando. "Soy optimista, los egipcios tienen tantas ganas de salir adelante, de vivir, de prosperar. Eso puede con cualquier intento de radicalizar el movimiento de revuelta. Poco a poco, la maquinaria de la Administraci¨®n vuelve a funcionar tras el par¨®n brusco. Hay que acostumbrarse a la nueva situaci¨®n. A que Egipto es un pa¨ªs vivo y susceptible de pasar por crisis. Las dictaduras provocan un inmovilismo que a los extranjeros nos beneficia, pero lo normal y lo bueno es que se produzcan cambios, aunque ahora nos incomode. Nos esperan a?os de reajustes". El egipt¨®logo se?ala que desde el Servicio de Antig¨¹edades insisten en que no hay problemas para trabajar, aunque en algunas zonas la seguridad presenta dificultades. "Pero en Luxor todo est¨¢ tranquilo".
Gal¨¢n, que tambi¨¦n luce habitualmente sombrero, sigue defendiendo a Zahi Hawass, el ic¨®nico responsable de Antig¨¹edades al que ha arrastrado definitivamente el curso de la historia -en fin, tambi¨¦n pasaron los Ptolomeos-. "Todo el mundo tiene luces y sombras. Ha jugado un papel importante, tambi¨¦n durante la crisis. Pero nadie es imprescindible. El nuevo secretario general del Consejo Supremo de Antig¨¹edades, Mohamed Abdel Fattah, es muy apreciado por todos; no tendr¨¢ tanto papel medi¨¢tico, pero es m¨¢s sosegado, y ser¨¢ f¨¢cil trabajar con ¨¦l".
En la herencia de Hawass, que visit¨® en su d¨ªa las excavaciones de Gal¨¢n, como tambi¨¦n lo hizo el exministro de Cultura Farouk Hosni, hay varios fiascos: la tumba de Cleopatra, los conductos de la Gran Pir¨¢mide, la tumba perdida del Valle de los Reyes -buscaba la de Nefertiti-. "Son fracasos si piensas en una arqueolog¨ªa de buscar tesoros, pero sus excavaciones han arrojado mucha informaci¨®n sobre el Antiguo Egipto".
La misi¨®n espa?ola pas¨® momentos dram¨¢ticos con la revoluci¨®n egipcia. "A finales de enero, con las primeras revueltas, se cortaron los medios de comunicaci¨®n e Internet. No sab¨ªamos qu¨¦ ocurr¨ªa. La polic¨ªa desapareci¨® y quedamos a merced de cualquiera con malas intenciones. Entonces lleg¨® la noticia de que se hab¨ªan abierto las puertas de varias c¨¢rceles al sur de Luxor. Especialmente en Kom Ombo hay una prisi¨®n muy grande...". Al hotelito Marsam arribaban rumores de la llegada de saqueadores armados. "Nos proteg¨ªan los propios lugare?os, situados en los cruces con palos, pero aislados en el West Bank, en la ribera occidental, ¨¦ramos un blanco muy f¨¢cil. Decidimos cerrar la excavaci¨®n y volver a casa, lo que no fue f¨¢cil, desde luego". ?Es verdad que llegaron a esconderse debajo de las camas en el Marsam? "La noche del s¨¢bado s¨ª, los asaltantes hab¨ªan llegado al parecer hasta Medinet Habu, muy cerquita. Nuestros amigos egipcios nos pidieron que apag¨¢ramos las luces y nos encerr¨¢ramos en las habitaciones. Una noche dif¨ªcil". Gal¨¢n explica que, a Horus gracias, no hubo da?os en el yacimiento, ni robos.
El egipt¨®logo tiene claro cu¨¢l ha sido el mejor momento del Proyecto Djehuty a lo largo de todos estos a?os. "Para m¨ª, la entrada a la c¨¢mara sepulcral de Djehuty, con sus magn¨ªficas pinturas e inscripciones. La culminaci¨®n de un sue?o". Y el peor: "El m¨¢s triste, la muerte de nuestro restaurador Leandro de la Vega de un c¨¢ncer hace dos a?os". Gal¨¢n se ensombrece. "En Egipto aprendes que la vida sigue y que la forma de pervivir es hacerlo en el recuerdo de los dem¨¢s. Leandro vive en nosotros".
Para animarlo, le pregunto por la situaci¨®n de la egiptolog¨ªa en Espa?a. Sigue taciturno. "Tenemos que hacer m¨¢s autocr¨ªtica. Aunque seamos m¨¢s los que trabajamos en Egipto, la egiptolog¨ªa espa?ola est¨¢ en pa?ales. Seguimos a a?os luz de las grandes potencias en este campo, de EE UU, Reino Unido, Francia, Alemania...".
Ser¨¢ arduo, pero qu¨¦ aventura, ?no? "Es cierto que el Proyecto Djehuty posee un especial componente de aventura. En el fondo, nuestro yacimiento es una gran catacumba subterr¨¢nea y laber¨ªntica. Meterse all¨¢ dentro tiene un peque?o toque de Indiana Jones. M¨¢s riesgo que otros proyectos al aire libre. Las tumbas centrales est¨¢n ahora di¨¢fanas, pero estaban llenas casi hasta el techo de escombros y parec¨ªan infinitas. Yo me di un fuerte golpe en la cabeza con un saliente de piedra que ahora queda a tres metros de altura". Ese aroma Indiana Jones del proyecto lo han aprovechado para la siempre dif¨ªcil tarea en Espa?a de hallar patrocinio. Gal¨¢n cree haber tenido mucha suerte. Telef¨®nica M¨®viles los patrocin¨® cinco a?os, y los siguientes, Cajamadrid.
Volviendo a la aventura sobre el terreno, ?escorpiones? "Solo he visto uno, y ha sido en el cuarto de ba?o del hotel". Apenas me atrevo a preguntarle por las serpientes. "Tampoco hemos encontrado, aunque vigilamos mucho. Haberlas, las hay". Gal¨¢n no piensa cambiar el nombre del proyecto, aunque la etapa Djehuty del mismo, con la tumba ya excavada, est¨¦ pr¨¢cticamente finalizada (muchas cosas deber¨¢n seguir siendo estudiadas: ?por qu¨¦, como a su patrona Hatshepsut, al noble se le practic¨® la damnatio memoriae borrando su nombre y su rostro de las inscripciones?). "Nos hemos trabajado tanto la denominaci¨®n de origen Djehuty que la vamos a mantener. Aunque, en realidad, el protagonista de las pr¨®ximas campa?as es Hery".
Hery es tambi¨¦n todo un personaje, otro alto dignatario de la corte, en este caso de tiempos muy turbulentos, hacia el a?o 1550 a. de C. Era escriba, como Djehuty, y supervisor de los dos graneros de la madre del rey, la reina Ahotep, esposa de Sequenenra (cuya fea momia cosida a hachazos en batalla da fe de eso, de la turbulencia) y madre de Ahmose, el liberador de Egipto de los hicsos y fundador de la dinast¨ªa XVIII, con capital en Tebas. Entre las muchas cosas interesantes de Hery, al servicio, como Djehuty, de una mujer, est¨¢n que tiene un hermano apodado "el semita" y una hermana al que una inscripci¨®n denomina "la malvada".
"Vamos a excavar su pozo funerario, que ya hemos encontrado, y llegaremos a su c¨¢mara sepulcral. Hery es la estrella ahora". Champollion entr¨® en la tumba, pero, como la de Djehuty, est¨¢ muy poco estudiada. Y toda la zona est¨¢ llena de otros sepulcros de desconocidos, al menos una docena de la misma ¨¦poca. Gal¨¢n deja la mirada perdida en el infinito. Como para s¨ª mismo, dice con una sonrisa: "En realidad, nadie sabe cu¨¢ntas tumbas nos est¨¢n esperando".
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