De nuevo un c¨ªrculo vicioso
Es una expresi¨®n ya conocida en los a?os de convergencia anteriores a nuestra integraci¨®n en la Uni¨®n Monetaria Europea, en 1997, al enfrentarnos al dilema de reducir el d¨¦ficit p¨²blico con los altos tipos de inter¨¦s de entonces. La diferencia es que ahora los tipos oficiales son bajos y es el mercado el que eleva el precio de la refinanciaci¨®n de la deuda soberana. Se repite de nuevo un c¨ªrculo vicioso que hay que romper. En aquel momento se consigui¨® y ahora debemos conseguirlo.
El c¨ªrculo vicioso funciona de la siguiente manera: la necesidad de reducir el d¨¦ficit p¨²blico lleva a ajustar los gastos de las Administraciones p¨²blicas, generando necesariamente un menor crecimiento de la econom¨ªa, y como la mayor¨ªa de las recetas aplicadas en los recortes de gasto inciden en una reducci¨®n del empleo p¨²blico, producen un aumento del paro. Como consecuencia de sus menores ingresos y de las malas expectativas de empleo, las familias reducen sus gastos y las empresas tambi¨¦n aplican sus ajustes, provoc¨¢ndose reducciones en la recaudaci¨®n de impuestos, lo que al menos dificulta la reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico. Debido en parte a la desconfianza sobre la capacidad de crecimiento, la situaci¨®n se complica con la exigencia del mercado de deuda de elevados tipos de inter¨¦s para su refinanciaci¨®n, elevando con ello el gasto p¨²blico por el pago de los intereses. Y vuelta a empezar el c¨ªrculo vicioso.
O se avanza hacia una gobernanza com¨²n, o se tiene que romper la Uni¨®n Monetaria
El dilema actual en el que se encuentra la econom¨ªa espa?ola, as¨ª como otras muchas de la Uni¨®n Monetaria Europea e incluso los poderosos Estados Unidos, est¨¢ en hacer compatible una austeridad en el gasto p¨²blico con incentivos al crecimiento de la actividad productiva que permitan incrementar la recaudaci¨®n de impuestos y as¨ª aliviar el d¨¦ficit p¨²blico.
Para conseguirlo no hay muchas recetas y las aplicadas hasta ahora no han resultado ni en Europa ni en Estados Unidos. En la UEM, limitados por la pol¨ªtica monetaria com¨²n, ya no vale la receta de la devaluaci¨®n, y las exigencias del pacto de estabilidad y las presiones de los acuerdos entre Alemania y Francia exigen a los pa¨ªses miembros intensidad y rapidez en los dolorosos ajustes.
Los que abogan por la receta de subidas de los impuestos tienen que aclarar el qu¨¦, el c¨®mo y el cu¨¢nto, ya que lo que hay que conseguir es el aumento de la recaudaci¨®n sin da?ar la actividad econ¨®mica y m¨¢s a¨²n: tratando de incentivarla.
Las recetas gen¨¦ricas de las reformas estructurales, de las que ya se hablaba en 1997 y de las que los gobernantes se han olvidado durante la etapa expansiva, son dif¨ªciles de aplicar, e incluso en su forma m¨¢s moderada han tenido la contestaci¨®n de los agentes sociales. La reforma laboral acordada es insuficiente; la reforma financiera, lenta e inacabada, y respecto a la reforma de las Administraciones p¨²blicas no solo no se ha acometido, sino que ha empeorado con las duplicidades de gasto entre Estado y comunidades aut¨®nomas.
El entorno europeo es desfavorable, mientras que en la ¨¦poca de convergencia impulsaba en la buena direcci¨®n. La pol¨ªtica econ¨®mica y monetaria en la UEM tiene que cambiar si se quiere mantener el euro como moneda com¨²n. O se avanza hacia una gobernanza com¨²n a pesar de la p¨¦rdida de soberan¨ªa de los Estados miembros, o se tiene que romper la Uni¨®n Monetaria y pensar en una nueva con dos tipos de euro en los pa¨ªses que cumplen y los que no cumplen, que no necesariamente son los del norte y los llamados perif¨¦ricos. Pero cualquier cambio o avance ser¨¢ lento y doloroso. Las cosas en la UEM no se han hecho bien y no es posible seguir sin reformarlas.
En Espa?a, por tanto, contando con este entorno tan poco favorable, no nos queda m¨¢s remedio que ponernos de acuerdo, reformar y renovar el pa¨ªs. Favorecer a los que generan actividad econ¨®mica, dar oportunidades a los que quieren trabajar y desechar socialmente a los corruptos, a los vagos y a los que quieren aprovecharse del trabajo de los dem¨¢s. Perseguir seriamente el fraude. Promover salarios y beneficios justos. Exigir rigor a los dirigentes pol¨ªticos y a los directivos econ¨®micos. En una palabra, reformar tambi¨¦n la estructura moral del pa¨ªs adem¨¢s de la estructura econ¨®mica y financiera.
Carmen Alcaide es analista y expresidenta del Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE).
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