La familia del 'swing'

Es la ley del revival bien tramado. Al tr¨ªo londinense se le puede tranquilamente eximir de su escasa aportaci¨®n personal a los g¨¦neros que rastrea, porque a la hora de hurgar en el ba¨²l de los recuerdos del rythm'n'blues y el rockabilly de los 50, lo hace con much¨ªsima frescura. Se les perdona que vistan retales ra¨ªdos, porque al fin y al cabo lo hacen con gracia. En su caso, como adem¨¢s es de dominio p¨²blico que han sido pr¨¢cticamente amamantados en esa asunci¨®n de g¨¦neros (sus padres, Graeme Durham e Ingrid Weiss, guitarrista y contrabajista en sus directos, tienen la culpa), pues resulta que tambi¨¦n queda disipada cualquier duda acerca de un presunto oportunismo para arrimarse a ese sol vintage que ¨²ltimamente tanto calienta. En su ¨²ltima visita, hace un a?o, la inc¨®gnita resid¨ªa en ver c¨®mo Kitty, Daisy & Lewis ser¨ªan capaces de crecer, arrinconar las versiones y darle empaque propio a su obra. Y si bien en disco lo consiguen con nota, puede decirse que sobre el escenario su estampa se parece mucho a una foto fija. Poco dado al sat¨¦n, no es el funk de Messing With My Life lo que mejor engrana en su directo, sino esas fren¨¦ticas arremetidas, harm¨®nica o guitarra el¨¦ctrica en ristre, en espirales de rock huesudo, ululante y febrilmente anal¨®gico, dignas de cualquier tugurio perdido en la noche de los tiempos. O esas incursiones en el ska en las que irrumpe el veteran¨ªsimo Tan Tan Thornton. Otro cantar son la habitual falta de hilaz¨®n de sus conciertos y la hostilidad ambiental. La primera es inevitable. La segunda, no deber¨ªa serlo: la falta de respeto hacia los m¨²sicos que muestra un buen sector del p¨²blico, vociferante y beodo, convierte el disfrute de esta clase de conciertos en una lucha contra los elementos.