Rajoy, candidato de ZP
Vienen las elecciones y la campa?a deber¨ªa permitirnos contrastar los programas y poner a prueba a los candidatos. Faltan todav¨ªa las ofertas formuladas en t¨¦rminos comparables, aunque empiezan a transparentarse mediante proyecciones de las medidas avanzadas por los nuevos gobiernos auton¨®micos y municipales. Por ejemplo, puede imaginarse qu¨¦ ser¨ªa de RTVE si venciera el PP a partir de los nombramientos de Ignacio Villa para la televisi¨®n de Castilla-La Mancha por Mar¨ªa Dolores de Cospedal, presidenta de la Junta; y de Jos¨¦ Antonio S¨¢nchez para Telemadrid por Esperanza Aguirre. Aguardemos la definici¨®n mientras se despejan o se embarullan m¨¢s las inc¨®gnitas de las que depende. Pero, al menos, los candidatos son ya inamovibles en ambas formaciones, la socialista y la popular.
Cuando Zapatero no hab¨ªa descartado consumir un tercer turno lo ve¨ªa como la opci¨®n m¨¢s f¨¢cil de derrotar
As¨ª que ahora nos corresponde examinar qu¨¦ fuerzas les han apoyado a los dos cabezas de cartel para serlo y comprobar sus trayectorias personales. Rubalcaba parece surgido de un grito de los n¨¢ufragos convocados en Ferraz. Mientras que Rajoy, superviviente de varios intentos de defenestraci¨®n por los suyos, ha sido desde marzo de 2008 el candidato preferido de Zapatero. Porque ZP, cuando a¨²n no hab¨ªa descartado consumir un tercer turno lo consideraba la opci¨®n m¨¢s f¨¢cil de derrotar. As¨ª que los spin doctors de Moncloa se sent¨ªan reconfortados con los excesos peperos, que con ese comportamiento les regalaban la centralidad, y disfrutaban viendo a sus adversarios subidos al monte. Apostaban por el peor PP y lo tuvieron. Prefirieron a Rajoy y ya lo tienen. Ahora solo les queda padecer la derrota a sus manos.
Desde muy peque?os nos han prevenido sobre la elecci¨®n de los amigos -Serrat en su canci¨®n recuerda a su santa madre dici¨¦ndole aquello de "?cu¨ªdate mucho Juanito / de las malas compa?¨ªas!"-. Pero, sin embargo, apenas hemos recibido instrucciones sobre la importancia a¨²n m¨¢s decisiva que tiene la libre determinaci¨®n de quienes hayan de ser nuestros adversarios. Convendr¨ªa volver a Maurice Joly para repasar El arte de medrar. manual del trepador, cuyas p¨¢ginas ponderan la funci¨®n de los adversarios en el logro y la continuidad de los ¨¦xitos propios. Es un hecho adquirido que las personas dan su medida con la elecci¨®n de su pareja, pero tambi¨¦n -y se suele pasar por alto- al elegir a sus adversarios principales. Sobre todo cuando esa opci¨®n se formula desde posiciones de poder, que tienen una probada capacidad de inducci¨®n sobre los comportamientos de los rivales.
Adolfo Su¨¢rez, se comport¨® con ejemplar sentido de Estado cuando renunci¨® a prestar aliento alguno a los socialistas de Francisco Bustelo, Luis G¨®mez Llorente o Enrique Tierno, que hab¨ªan derrotado a Felipe Gonz¨¢lez en el 28 Congreso. Frente a esos adversarios hubiera tenido Su¨¢rez m¨¢s larga supervivencia. Pero estaba imbuido de sus deberes hacia el sistema democr¨¢tico, que acababa de salir de los astilleros constitucionales. Era sabedor de que su consolidaci¨®n requer¨ªa una alternativa socialista moderada, que tuviera aprobados los ejercicios de idoneidad. Por eso, quiso preservar a Felipe Gonz¨¢lez como antagonista. A la inversa, los socialistas de aquel t¨¢ndem Gonz¨¢lez-Guerra estaban empe?ados en romper el p¨®ster de Adolfo Su¨¢rez, convencidos de que contra otro candidato tendr¨ªan mejores probabilidades de triunfo.
En 1982 la convocatoria electoral correspondi¨® a otro presidente, Leopoldo Calvo Sotelo, que hab¨ªa renunciado a ser candidato de la UCD gobernante. Instalado Felipe tras una victoria arrolladora, empez¨® diciendo aquello de que a Fraga le cab¨ªa el Estado en la cabeza y le dot¨® del estatus de Jefe de la Oposici¨®n, con estandarte y banda de m¨²sica. Fraga, al mando de la escuadra de Alianza Popular, garantizaba su derrota. Era el candidato preferido y cumpli¨® a la perfecci¨®n. Los finales del presidente Gonz¨¢lez encadenaron errores inveros¨ªmiles con las m¨¢s abyectas conspiraciones. En 1996 llegaba Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, necesitado de aliarse con los nacionalistas, que hab¨ªa estado combatiendo hasta la v¨ªspera. El segundo turno lo cumpli¨® sin manos, con mayor¨ªa absoluta. Por ah¨ª vino su perdici¨®n en el rancho grande de Crawford. Dispuesto a dar ejemplo y escarmentado en su predecesor, Aznar se abstuvo de pedir el sobrero y dio la alternativa a Mariano Rajoy. Otra cosa es que la presidencia del Gobierno no sea heredable. Antes, desde el 2000, hab¨ªa aparecido al frente de la hueste socialista Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, a quien los del PP consideraban una bicoca como candidato rival. Lo ve¨ªan como el bambi id¨®neo para ser derrotado en las urnas. Pero, el 14 de marzo de 2004 fue el vencedor de las elecciones. Elegir el adversario no es garant¨ªa de vencerle. Atentos.
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