Los indignados de Nueva York se preparan para una larga movilizaci¨®n
"Estamos para quedarnos", asegura Brian Philips, mientras reanuda la actividad en el campamento base del movimiento Ocupa Wall Street, situado a medio camino entre la Zona Cero y la sede de la Bolsa de Nueva York. Porta en el brazo una foto de cuando sirvi¨® para los marines. "Sonr¨ªe, hombre, que hace sol", comenta detr¨¢s otro indignado a los personajes trajeados que se aventuran a cruzar por el parque Zuccotti, de camino al trabajo.
Es una ma?ana fr¨ªa en la rebautizada plaza de la Libertad, al sur de la isla de Manhattan. La noche del domingo la protesta se plant¨® ante la sede de la polic¨ªa de Nueva York para lanzar su grito de rabia y denunciar las detenciones en masa del s¨¢bado, en el puente de Brooklyn. "Nos acorralaron", apunta. La jornada del lunes comenz¨® analizando el impacto de la acci¨®n del fin de semana y fijando nuevos objetivos, como la sede de Sotheby's.
"No pararemos hasta que veamos un cambio", advierten los j¨®venes
Son pocos, pero dicen hablar por millones. Esperan que la protesta sobre el East River sirva para sensibilizar a m¨¢s ciudadanos descontentos con la situaci¨®n econ¨®mica y con la influencia de Wall Street en sus vidas. El movimiento en Nueva York, hasta ahora minoritario, ya vivi¨® un primer impulso su segundo fin de semana, cuando hubo 80 arrestos en Union Square. El pasado fin de semana se multiplicaron por diez y con ellas el total de detenciones supera el millar, solo en Nueva York.
Se pregunte a quien se pregunte, la respuesta es un¨¢nime: "No pararemos hasta que veamos un cambio". Aunque tambi¨¦n son conscientes de que hay algo que no pueden controlar: el duro invierno neoyorquino. La lluvia no impidi¨® estos d¨ªas que creciera la simb¨®lica acampada. Pero cuando se combina con el fr¨ªo, la amenaza es m¨¢s seria. De hecho, se ve a m¨¢s indignados tosiendo.
Kyle Kneitinger es el encargado de supervisar durante la noche el botiqu¨ªn. Desde que empez¨® la movilizaci¨®n el 17 de septiembre, solo durmi¨® una vez bajo techo, en casa de unos amigos, "para coger fuerzas". Es de B¨²falo, y sabe lo que es una nevada. Comenta que en el grupo hay m¨¦dicos para atender a los que lo necesiten. Su proyecto es poder hacerse con calentadores de gas.
Pero como se?ala Mercury Cloud, mientras se maquilla la cara de blanco, lo que les pone "enfermos" es ver como crece la pobreza y el desempleo en EE UU mientras en Wall Street se suben los sueldos. Se prepara para la bautizada como la marcha de los zombis. "Las grandes corporaciones no tienen coraz¨®n", dice antes de ponerse una copia de un billete de un d¨®lar en la boca.
"Esto es democracia real en acci¨®n", a?ade. Cada vez se alza m¨¢s la voz de protesta contra la clase dirigente pol¨ªtica e incluso contra Barack Obama. "Votamos por un cambio que no llega con la suficiente rapidez", se?ala Steve Shorts, llegado hace d¨ªas desde la vecina Filadelfia. Pone cara de circunstancias cuando se le pregunta si volver¨¢ dar su voto al dem¨®crata. "Promesas, promesas y m¨¢s promesas, nunca pasa nada, somos nosotros los que tenemos que traer el cambio".
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