Los gadafistas impiden a los civiles abandonar Sirte
Los rebeldes toman el pueblo de Gadafi, cercano a la ciudad sitiada
Despu¨¦s de dos d¨ªas de tregua m¨¢s o menos respetada, los rebeldes de Misrata emprendieron ayer una de sus mayores ofensivas contra Sirte, la ciudad del clan Gadafi. En medio del caos y la confusi¨®n que se viv¨ªa en el frente, el miliciano Mohabed Abdala, de 28 a?os, parec¨ªa tranquilo y contento. El domingo particip¨® en la toma de Abu Hadi, el pueblo natal de Muamar el Gadafi, a unos diez kil¨®metros de Sirte, y la operaci¨®n fue un ¨¦xito, seg¨²n su testimonio: "Lo hemos conquistado. Hoy, la situaci¨®n en ese pueblo es de calma. Apenas tiene 3.000 o 4.000 habitantes, no ha sido demasiado dif¨ªcil y no hay apenas francotiradores. Nos quedan solo algunos lugares dentro del pueblo por conquistar, alguna peque?a resistencia, pero hoy terminaremos de controlarlo".
Lo que preocupaba a Mohamed Abadala era lo que ten¨ªa enfrente: el complejo de edificios de Wanadugu, donde Gadafi sol¨ªa acoger a los l¨ªderes de la Uni¨®n Africana. All¨ª se estaba librando la mayor batalla del d¨ªa. "Hace m¨¢s de una semana, durante la ¨²ltima gran ofensiva, llegamos hasta ah¨ª, nos lanzaron muchos cohetes y tuvimos que retroceder. Es un lugar muy complicado para atacar, porque tiene muchos ¨¢rboles y muchos peque?os edificios. Y ellos se mueven, disparan cohetes y cambian de posici¨®n constantemente. Por eso no pudimos entrar. Pero esta vez va a ser distinta. Disc¨²lpeme ahora, pero me toca atacar de nuevo".
Sin consultar a ning¨²n mando, Abdala se subi¨® en una camioneta armada con una bater¨ªa antia¨¦rea y se lanz¨® hacia Wanadugu, el lugar desde el que proven¨ªan todos los disparos. No hab¨ªan pasado dos minutos cuando Abdala lleg¨® con el coche, baj¨® sonriendo y se abraz¨® a sus compa?eros. "Acabo de destruir un edificio que estaba antes de Wanadugu, lo acabo de ver con mis propios ojos, Al¨¢ es grande", dec¨ªa.
A cada momento se o¨ªa el estruendo de alg¨²n cohete, un sonido estremecedor que no inquietaba a ning¨²n rebelde. Varios milicianos se extra?aban de que hubiese alg¨²n periodista por all¨ª sin casco ni chaleco antibalas, pero ninguno de ellos lo llevaba tampoco. De pronto, llegaron unos tres heridos que fueron trasladados inmediatamente a una mezquita cercana que ejerce las funciones de centro de atenci¨®n primaria.
Cerca del frente de Wanadugu, en la entrada de Garbiat, el soldado Mohamed Abodaboss comentaba que mientras en las ¨²ltimas 48 horas hab¨ªan salido unos tres mil civiles de Sirte, ayer apenas lo hicieron 25 veh¨ªculos. "Los malauain, que es como nosotros llamamos a los civiles con armas leales a Gadafi, ya no dejan salir a las familias. Incluso un veh¨ªculo de la Cruz Roja que ha entrado en Sirte ha tenido que volverse porque hab¨ªa demasiados disparos".
Los rebeldes consultados coincid¨ªan en se?alar que hab¨ªan tomado Abu Hadi, el pueblo natal de Gadafi, y que esta vez la ofensiva ser¨ªa m¨¢s efectiva que las anteriores. Pero al caer la tarde continuaban los tiros en Abu Hadi. Quedaba la duda de que, una vez m¨¢s, por la noche los gadafistas volvieran a ocupar las posiciones supuestamente perdidas durante el d¨ªa, como ha venido ocurriendo durante las ¨²ltimas semanas.
El comandante, Wagdy Tabyt, explicaba por qu¨¦ la toma de Sirte se retrasaba una y otra vez. "Ellos tienen las armas m¨¢s modernas. Y conocen la ciudad. Muchos de nosotros no hemos estado ah¨ª nunca. Pero, al principio ellos cre¨ªan que nosotros no est¨¢bamos dispuestos a morir y ahora se est¨¢n dando cuenta de que vamos a dar la vida por la libertad de este pa¨ªs".
Mientras tanto, en Tr¨ªpoli, el jefe militar del Consejo de Transici¨®n de Tr¨ªpoli volvi¨® a pedir a las milicias rebeldes que no se paseen por las calles con el armamento pesado. Pero su petici¨®n era solo eso: una petici¨®n, un deseo expl¨ªcito que trasladaba el malestar de miles de ciudadanos en Tr¨ªpoli a los que ya no les hace tanta gracia los tiros de celebraci¨®n que se oyen cada noche. Nadie tiene autoridad ahora mismo para expulsar de Tr¨ªpoli a ninguna milicia rebelde de otra ciudad, y mucho menos, para retirarle las armas. Muchos de esos rebeldes tal vez sean m¨¢s necesarios en Sirte que en Tr¨ªpoli. Pero los mandos militares de Misrata no quieren renunciar al frente pol¨ªtico de la capital.
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