Las bodas de Cayetana
Ayer se casaron en Sevilla Cayetana Fitz-James Stuart, duquesa de Alba, y Alfonso D¨ªez Carabantes, funcionario en excedencia del Ministerio del Trabajo. Ella tiene 85 a?os y ¨¦l, 60, y al parecer quer¨ªan que la boda se realizara en la intimidad. A la ceremonia y al convite asisti¨® un n¨²mero reducido de invitados -unos 40-, pero las calles y los balcones pr¨®ximos se llenaron de gente, as¨ª que la reci¨¦n casada no pudo negar un detalle a tanto espont¨¢neo, y se quit¨® sus elegantes zapatos para hacer el amago de bailar una sevillana, pues pr¨¢cticamente no se movi¨® del sitio. Eso s¨ª, puso mucho arte a la hora de mover las manos.
Y ese tipo de cosas son las que enloquecen de j¨²bilo a buena parte de este pa¨ªs. Las televisiones lo saben, y por eso dedicaron al evento amplia cobertura. Hace ya a?os, Valle-Incl¨¢n les hizo buscar a sus personajes la verdad de la Espa?a de entonces en los reflejos de los espejos c¨®ncavos del callej¨®n del Gato, de Madrid. Ayer fue el palacio de Due?as de Sevilla el espejo que retrat¨® de manera di¨¢fana la Espa?a del presente.
Todo ha tenido un aire excesivo. La decisi¨®n de casarse de la novia se ha celebrado como una afirmaci¨®n radical de ganas de vivir, como si solo el matrimonio garantizara una vida plena. Y se le ha aplaudido su coraje y valent¨ªa por atreverse a regresar por tercera vez al altar. Ella ha devuelto los halagos: "Yo soy antidivorcio, antiaborto y anti todas esas atrocidades. Soy cat¨®lica y lo ejerzo". Hubo, adem¨¢s, una larga preparaci¨®n del acontecimiento, que incluy¨® desde algunos insultos fuera de lugar que dirigi¨® la duquesa a una de sus nueras, pasando por el espect¨¢culo del reparto de la herencia y la firma del futuro marido por la que renunciaba a los bienes ducales, hasta el misterio por el traje de boda.
No hay duda de que la duquesa tiene todo el derecho a casarse y a hacerlo de la manera que m¨¢s le guste (que sea muy feliz). Tampoco la hay a prop¨®sito de ese pretendido deseo de intimidad: todos sab¨ªan que habr¨ªa sarao, aunque nadie pod¨ªa esperar hasta d¨®nde llegar¨ªa el casticismo ducal, incluido el cura oficiante y a la vez palmero que acompa?a el braceo de la duquesa en su sevillana.
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