Exorcismo
Las cifras del paro y las acusaciones de corrupci¨®n contra Jos¨¦ Blanco, que no pueden ser m¨¢s oportunas, vienen a darle a la presentaci¨®n de Rubalcaba en la conferencia pol¨ªtica del pasado fin de semana la dosis de plomo necesaria para terminar de convertir su proceso electoral en un v¨ªa crucis. Tiene algo de endemoniado el reto. Quiz¨¢ por eso el ¨²nico capaz de nadar en ¨¢cido sulf¨²rico sea precisamente Rubalcaba. Candidatos m¨¢s tiernos estar¨ªan a estas alturas en la unidad de cuidados intensivos. Las encuestas explicitan la losa que Rubalcaba lleva encima, esa losa que trata de escuchar, hacer y explicar, como si Fernando Alonso compitiera en la f¨®rmula 1 con el 1.430 tuneado de Torrente.
A Rajoy se le nota flotante, et¨¦reo. Empe?ado en transmitir un aire de falta de ambici¨®n y urgencia que sabe que los electores siempre premian. Es muy posible que el pa¨ªs le entregue una mayor¨ªa absoluta con la que bendecir los recortes, los sacrificios y la subasta de lo p¨²blico. Por m¨¢s que se demuestre cada mes que las reformas laborales no tienen ninguna incidencia sobre el empleo, sino que lo que crea empleo es el crecimiento econ¨®mico, all¨¢ siguen dale que te pego para aprovechar la coyuntura y resetear cientos de conquistas sociales que llev¨® a?os lograr.
Cuando Esperanza Aguirre dice que las huelgas de los profesores son un atentado contra la escuela p¨²blica, repite exactamente el mismo mantra que quienes aseguran que el Estado no debe intervenir en la econom¨ªa pero inyectan millones de euros p¨²blicos en el sistema financiero privado. En su l¨ªnea de pensamiento, los desahuciados que protestan al ser expulsados de sus casas est¨¢n atentando contra la libertad hipotecaria. Nada importa, porque la urna viene repleta y nos hemos empe?ado en que la democracia sea contabilidad y no grandeza, af¨¢n de mejora y determinaci¨®n para levantar un mundo mejor.
Los profesores madrile?os y los sanitarios catalanes son hoy por hoy la ¨²nica disidencia con fuerza al margen de la ri?a electoral. Frente a la promesa radiante de una mayor¨ªa absoluta popular, las dem¨¢s opciones pol¨ªticas tienen bastante con mantener las siglas a flote. Para ganar estas elecciones en una Espa?a dolida, decepcionada y en apuros, se necesitar¨ªa un exorcista.
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