"Hacemos ciencia con su dinero; algo debemos devolver"
Antes de desayunar, a las nueve, Marta Rovira ya ha estado en su oficina en el Consejo Nacional de Investigaciones Cient¨ªficas y T¨¦cnicas (Conicet) de Argentina. Esta f¨ªsica experta en fen¨®menos solares se convirti¨® en 2008 en la primera mujer que preside el CSIC argentino, y no recuerda que otro Gobierno de su pa¨ªs haya invertido tanto en ciencia como el de Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner. Para celebrarlo, no quiere nada m¨¢s que un caf¨¦ con leche y un zumo de naranja. "No como casi nada hasta la noche", reconoce.
Apenas se sienta, el fot¨®grafo le pregunta si el sol se apagar¨¢. Rovira lo tranquiliza con una sonrisa que no se le despega: "Eso suceder¨¢ dentro de 1.500 millones de a?os". Despu¨¦s le cuenta que siempre odi¨® hacerse fotos y que las padeci¨® cuando asumi¨® la presidencia del Conicet. "Al principio sal¨ªa en revistas de mujeres en las que nunca hubiera pensado salir. Me dijeron cu¨¢l es mi mejor perfil, pero no lo recuerdo", sonr¨ªe Rovira, de 66 a?os. "Me gustaba m¨¢s investigar que gestionar, pero alguien tiene que hacer esto".
La jefa del 'CSIC' argentino celebra el regreso de los investigadores
Rovira, abuela de una nieta, les dec¨ªa a sus dos hijos "que trabajar nueve horas en lo que a uno le gusta tiene un valor incomparable". "Si los cient¨ªficos hacemos lo que nos gusta es gracias a los impuestos que paga la gente. Algo tenemos que devolverle", a?ade la f¨ªsica, y recuerda que la presidenta le ha pedido que el presupuesto se incline hacia investigaciones que cambien la vida de las personas.
Con el vaso de zumo vac¨ªo y media taza de caf¨¦, Rovira desenvaina papeles con gr¨¢ficos: "Casi se duplic¨® la cantidad de investigadores del Conicet desde 2003". Se refiere a la fecha en que comenz¨® el Gobierno de N¨¦stor Kirchner. A los m¨¢s de 6.300 cient¨ªficos se suman 8.500 becarios. "No est¨¢n mal", aclara. "Algunos quieren los beneficios de los empleados del Conicet, pero tienen la suerte de que se les est¨¢ pagando para que se perfeccionen", argumenta al tiempo que reconoce su preocupaci¨®n porque hay menos aspirantes a becarios en ciencias exactas e ingenier¨ªas.
De joven, esta f¨ªsica fue investigadora en EE UU, pero nunca pens¨® en quedarse. "Est¨¢n volviendo 100 o 110 cient¨ªficos argentinos por a?o porque los salarios y las condiciones de trabajo han mejorado y porque en el exterior uno siempre es un extranjero", dice.
Recuerda cuando en 1994 el entonces ministro de Econom¨ªa, Domingo Cavallo, mand¨® a los cient¨ªficos a lavar los platos cuando le reclamaron m¨¢s presupuesto. "Yo estaba en el foro de sociedades cient¨ªficas y nos llam¨® Cavallo. No nos pidi¨® perd¨®n".
Rovira aclara que quiere "mantenerse independiente de la pol¨ªtica partidaria". Y lo prueba al reconocer que la inversi¨®n argentina en I+D, si bien subi¨® desde el 0,4% al 0,6% en ocho a?os, "mucho no aument¨®" -"se dijo que ¨ªbamos a llegar al 1% para el Bicentenario [2010], un nivel similar al de Brasil y lejos del mundo rico y del Asia emergente"-. "No tengo muchos fondos para infraestructura y equipamiento", lamenta.
Unos 2,5 millones de argentinos asistieron este invierno a una feria de ciencias organizada por el Gobierno en la periferia de Buenos Aires. "Es una forma de mostrar la ciencia a la gente, con un poco de show. Fui un domingo y pens¨¦ que no iba a haber nadie. Me equivoqu¨¦". La f¨ªsica ni ha tocado las galletitas.
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