Jobs
Steve Jobs fue capaz de revolucionar en una misma corta vida el mundo de los ordenadores, de la telefon¨ªa m¨®vil y el del cine de animaci¨®n. Quiz¨¢ la mayor evidencia de su personalidad radica en el momento en que un ejecutivo de la Pepsi se hace con el control de su propia empresa y lo desbanca. Parec¨ªa entonces que la vieja escuela econ¨®mica se impondr¨ªa sobre los nuevos emprendedores, pero sobre la resurrecci¨®n de Jobs se asent¨® la nueva iglesia de j¨®venes millonarios en ch¨¢ndal.
Ser¨ªa bueno revisar el m¨ªtico anuncio de televisi¨®n que rod¨® Ridley Scott para el lanzamiento del Mac 128K, el primer ordenador de la marca. Jobs fue el maestro de la publicidad no pagada, los medios le hicieron las campa?as con devoci¨®n desinteresada, donde a cada novedad de su empresa se le dedicaba un espacio desmesurado. Algo que impuso desde aquel primer anuncio que tan solo se emiti¨® en una ocasi¨®n, en uno de los intermedios de la Superbowl. El a?o era 1984 y el anuncio invocaba la sombra de la novela de Orwell, con una poblaci¨®n zombi frente a las pantallas sombr¨ªas y amenazantes del Gran Hermano. Una joven deportista, ella en color, lanzaba una maza contra la pantalla y los espectadores pasivos recib¨ªan una descarga de luz casi divina, entre un polvo blanco que luego el 11-S destruir¨ªa como met¨¢fora liberadora. Terminaba con el s¨ªmbolo de la manzana de Apple en los colores del arco¨ªris. Quince millones de d¨®lares en la expansi¨®n de ese lema memorable donde el lanzamiento del Mac impedir¨ªa que el a?o 1984 se convirtiera en 1984.
Hoy por hoy, nadie es capaz de destrozar a golpes de maza su producto Mac, convertido quiz¨¢ en un Gran Hermano de cara amable y formas aerodin¨¢micas. Jobs cambi¨® la cara del planeta, es posible que ayudara a destruir la sombra totalitaria que amenazaba aquel mundo anterior a la ca¨ªda del muro, pero la lucha contin¨²a, es nuestra y nunca de las herramientas de consumo.
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