?Pensamiento positivo?
La persistente crisis econ¨®mica est¨¢ sedimentando un pesimismo generalizado en la poblaci¨®n. El aumento del paro se a?ade al cierre de quir¨®fanos y unos recortes en educaci¨®n que agudizan las desigualdades sociales y cuestionan pilares importantes del Estado de bienestar. Mientras asistimos al desplome de la banca y el sector inmobiliario, se discuten principios b¨¢sicos de la creaci¨®n del Estado moderno como la viabilidad de una funci¨®n p¨²blica profesional e independiente que garantice el funcionamiento democr¨¢tico m¨¢s all¨¢ de los vaivenes electorales. Si antes del estallido de la crisis el lamento un¨¢nime era la imposibilidad de encontrar un trabajo para toda la vida como los que hab¨ªan articulado el proyecto vital de nuestros padres, pocos a?os despu¨¦s la aspiraci¨®n se limita a obtener trabajo tout court. A esta incertidumbre se suma la impresi¨®n generalizada de dobles raseros y la sensaci¨®n de falta de gobierno y de alternativas pol¨ªticas cre¨ªbles. ?Qui¨¦n es responsable? ?Qui¨¦n nos ofrecer¨¢ una salida? El des¨¢nimo domina todas las conversaciones y, mientras tanto, los economistas insisten en la necesidad de reconstruir el optimismo. "Se puede invertir en un pa¨ªs pobre, pero nadie invertir¨¢ en un pa¨ªs sin confianza", es uno de los lemas del momento.
La ¨²nica alternativa a esta ideolog¨ªa que aliment¨® las burbujas es el pensamiento cr¨ªtico con voluntad transformadora
Pues bien, en este contexto resulta iluminadora la lectura de Sonr¨ªe o muere. La trampa del pensamiento positivo (Turner, 2011), el ¨²ltimo libro de la periodista estadounidense Barbara Ehrenreich. Reconocida por sus sagaces disecciones de la sociedad norteamericana, la autora arremete contra la corriente de pensamiento positivo que ha dominado la cultura de Estados Unidos a lo largo del ¨²ltimo siglo y que, seg¨²n ella, es el germen del cataclismo econ¨®mico actual. Este credo invita a asumir cualquier problema (una enfermedad o la p¨¦rdida del trabajo, por ejemplo) como una oportunidad de cambio y superaci¨®n personal. Ehrenreich top¨® con el pensamiento positivo en primera persona cuando le fue diagnosticado un c¨¢ncer de mama y se vio inmersa en una nube de color rosa que quer¨ªa convencerla de que lo mejor para curarse era adoptar una actitud positiva y dar la bienvenida a la enfermedad.
Esa fuerza ideol¨®gica que anima a negar la realidad y someterse con alegr¨ªa a los infortunios es la misma que, posteriormente, Ehrenreich encontr¨® en el mundo de los trabajadores cualificados en paro. A partir de ah¨ª, empez¨® a investigar y descubri¨® que el pensamiento positivo estaba muy extendido en la sociedad norteamericana y dominaba la cultura popular a trav¨¦s de exitosos programas televisivos como los de Oprah Winfrey y Larry King, o de libros de motivaci¨®n superventas como Qui¨¦n se ha llevado mi queso o El secreto, que promueven la ley de la atracci¨®n: "Piensa en positivo y lo positivo vendr¨¢ a ti. Puedes tener cualquier cosa que desees, cualquiera, si concentras tu mente en esa cosa". Estas ideas, que tambi¨¦n han llegado a Europa, acabaron impregnando el funcionamiento de las empresas, que en una huida hacia delante negaban toda cr¨ªtica al modelo de crecimiento vigente. Tambi¨¦n contaminaron la mentalidad de las propias ¨¦lites econ¨®micas: seg¨²n Ehrenreich, en el Reino Unido uno de cada tres directivos de las primeras 100 empresas en Bolsa ten¨ªa un entrenador vital en 2007.
El denominador com¨²n de esta cultura que aliment¨® todas las burbujas es la creencia generalizada de que, adem¨¢s de cultivar un sano optimismo, los pensamientos positivos misteriosamente se acaban materializando en salud, prosperidad y ¨¦xito. Y es en esta causalidad entre deseo y realidad donde el credo se encuentra con el capitalismo y su imperativo de consumo y crecimiento ilimitados: todo se puede conseguir si de verdad se desea y se est¨¢ dispuesto a alcanzarlo. La perversi¨®n de esta ideolog¨ªa que bebe del primer calvinismo protestante es que reposa exclusivamente en la responsabilidad individual: el ¨¦xito depende la propia actitud; no hay, pues, excusa para el fracaso. Es, por tanto, una cultura ajena a cualquier principio de empat¨ªa o solidaridad, que adem¨¢s se acaba convirtiendo en un excelente mecanismo de control social porque no invita a los ciudadanos a pensar ni a criticar el sistema, permitiendo as¨ª perpetuar sus injusticias. En su libro, Ehrenreich desmenuza esta cultura que tanto da?o ha causado para demostrar que la ¨²nica alternativa al pensamiento positivo es el pensamiento cr¨ªtico con voluntad transformadora.
Judit Carrera es polit¨®loga.
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