Verificaci¨®n
Willy Uribe escribe, a mi juicio, aut¨¦nticos y excelentes thrillers. Es decir, no cansinas repeticiones de Chandler o Hammet -el detective alcoh¨®lico y sentimental, el inspector maltratado por sus jefes que se enfrenta a los poderosos, etc¨¦tera-, sino tramas violentas y ambiguas, opresivas, a lo Patricia Highsmith, con protagonistas paulatinamente trastornados por la dureza existencial. As¨ª son S¨¦ que mi padre dec¨ªa, Cuadrante Las Planas y sobre todo Los que hemos amado (Los libros del lince), una concisa obra maestra cuyo argumento gira en torno a otra de las pasiones del autor, el surf.
Adem¨¢s de novelista y surfista, Willy Uribe es tambi¨¦n fot¨®grafo y de los buenos, a mi modesto entender. Su ¨²ltimo libro es otro thriller, aunque no novelesco sino documental, compuesto de fotograf¨ªas y algunas pocas l¨ªneas al pie de ellas. Se titula All¨ª donde ETA asesin¨® (Los libros del lince) y es una secuencia de im¨¢genes -sobrias, magistrales- de los lugares de Euskadi y Navarra donde se cometieron los cr¨ªmenes de la banda terrorista, tomadas hoy el mismo d¨ªa y hora del a?o de las inmundas fechor¨ªas. El resultado de este repaso no solo es impresionante, sino tambi¨¦n -quiz¨¢ sobre todo- aleccionador. Una obra de arte que rechaza el artificio y busca la verdad.
Willy Uribe escribe tramas opresivas, con protagonistas marcados por la dureza existencial
Los escenarios tr¨¢gicos han cambiado, el olvido o la verg¨¹enza del desinter¨¦s les cubren como una ceniza culpable, pero siguen ofreciendo el atroz mutismo de su cotidianidad violada. Para quienes tantas veces hemos pasado y seguimos pasando por ellos representan el sobresalto de una punzada de la memoria borrada, excluida, mancillada; para quienes no los conocen es la revelaci¨®n de calles, escaleras, ¨¢rboles, carreteras como las que frecuentamos cada d¨ªa, entre luces de afanes habituales y bajo las sombras traicioneras de una vocaci¨®n da?ina: en esos decorados en que todos vivimos acechaba la muerte a quienes se nos parec¨ªan en todo salvo en su aciaga suerte. Ya apenas queda en quienes no somos allegados ni el recuerdo de su injusto martirio. ?C¨®mo se llamaba? No, ese nombre no me suena... Solo en dos casos un peque?o monolito conmemora que por all¨ª pas¨® el odio, sin excusas.
Algunos se ofrecen, generosos ellos, a verificar la tregua forzosa y oportunista del terrorismo: pero ?no deber¨ªan verificar antes sus cr¨ªmenes, hacer un viacrucis por la tierra que empaparon de sangre y a trav¨¦s del p¨¢nico de tantos que echaron tierra sobre la sangre para no buscarse problemas? Por lo dem¨¢s, la verificaci¨®n que necesitamos es bien obvia: localizar las armas, localizar los zulos y los pisos francos, localizar a quienes mataron y amenazaron para ahora pretender dictar normas a la democracia, y hasta que se les agradezcan los servicios prestados. Cuando todo eso haya sido hecho, la verificaci¨®n estar¨¢ satisfactoriamente cumplida.
?Conseguir la paz? H¨¢ganme el favor de mirar una a una todas esas fotograf¨ªas, con los breves y reveladores comentarios que acompa?an a la mayor¨ªa de ellas, estremecedores precisamente por su falta de truculencia. En todos esos lugares hab¨ªa paz, la paz institucional democr¨¢tica conseguida tras a?os de dictadura. Esa es la paz que salt¨® por los aires con explosiones y tiros, por culpa exclusiva de los terroristas: as¨ª se fragu¨® el verdadero hecho diferencial vasco. Y la paz no regresar¨¢ pasando p¨¢gina con interesada desfachatez ni estableciendo que vivimos un tiempo nuevo en que los asesinos no son asesinos aunque los muertos sigan siendo muertos. Lo dice bien Willy Uribe: "Quien piense que esta larga lista de muertes no va a dejar un rastro tr¨¢gico en la historia y en una larga lista bibliogr¨¢fica es un iluso o un fan¨¢tico, o ambas cosas. ?C¨®mo se recuerda a los Gobiernos militares de Argentina y Chile? ?De un modo amable?".
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