La alegr¨ªa del m¨¢s d¨¦bil
Los mayores de la clase lo tienen bien sabido pero debemos insistir con El¨ªas Canetti (La provincia del hombre. Ediciones Taurus) en que la alegr¨ªa del m¨¢s d¨¦bil es darle algo al m¨¢s fuerte. Acabamos de comprobarlo con la entrega entusiasta de la base naval de Rota al escudo antimisiles, anunciada por el presidente del Gobierno en Bruselas el pasado mi¨¦rcoles d¨ªa 5. Hasta la sede de la OTAN viaj¨® por sorpresa el presidente Zapatero para repetir de modo pueril y acr¨ªtico los argumentos americanos sobre lo amenazados que estamos por los misiles iran¨ªes y norcoreanos, presentar su ofrenda y hacerse su foto-oportunity. All¨ª aparece estrechando la mano de Leon Panetta, secretario de Defensa de Estados Unidos, en presencia de Anders Fogh Rasmussen, secretario general de la Alianza. Delante, decorando el atril, se ve el anagrama de la OTAN y detr¨¢s, su bandera y la de los Estados Unidos. La nuestra debi¨® juzgarse innecesaria. Zapatero y Rasmussen est¨¢n mirando a Panetta y los tres sonr¨ªen abiertamente. Veamos de qu¨¦, aunque pudi¨¦ramos transgredir el principio ansoniano, que proh¨ªbe hacer le?a del ¨¢rbol ca¨ªdo. (La foto merec¨ªa ser portada pero el zapateado de la duquesa de Alba, acompa?ada por las palmas del capell¨¢n revestido con la casulla de decir misa, pudo m¨¢s).
Se?or presidente, ni seguir sentado entonces al paso de la bandera americana ni ponerse ahora de rodillas
La primera legislatura de Zapatero empez¨® el 18 de abril de 2004 con aquella escena delante de un tapiz de la Real F¨¢brica y la bandera de Espa?a, donde se mostraba flanqueado por la vicepresidenta de la Vega, el ministro de Defensa, Bono, y el jefe del Estado Mayor, almirante Moreno Barber¨¢. Entonces se o¨ªa decir al presidente, sin haber a¨²n celebrado la primera reuni¨®n del Gabinete, aquello de "he ordenado al ministro de Defensa que retire las tropas desplegadas en Irak a la mayor brevedad posible". Est¨¢bamos en la pol¨ªtica de gestos, muy aplaudidos en los bares de Malasa?a. Conforme en que nuestro contingente hab¨ªa ido all¨ª para labores imposibles de acometer bajo las condiciones de hostilidades generalizadas en que hab¨ªa degenerado la situaci¨®n. Conforme en que sali¨® de aqu¨ª sin misiones de combate. Y que en esas circunstancias los soldados o pasaban a ser combatientes o deb¨ªan retirarse. De acuerdo. Pero, en lugar de proceder de manera razonada y gan¨¢ndose el consenso, Zapatero prefiri¨® el gesto s¨²bito y unilateral. Se lucraba as¨ª en exclusiva del aplauso f¨¢cil. A?os antes, cuando todav¨ªa era solo secretario general del Partido Socialista, se hab¨ªa preparado permaneciendo sentado al paso de la bandera norteamericana durante el desfile. Esa sentada le vali¨® ser r¨¦probo hasta que consigui¨® ser invitado por Obama al multitudinario desayuno de oraci¨®n, donde acudi¨® acompa?ado de aquellos ac¨®litos de lujo bien recordados por los lectores.
Como dec¨ªa un buen amigo periodista en el telegrama que le dirigi¨® en el informativo Hora 14 de la Cadena SER, "se?or presidente, ni quedarse entonces sentado al paso de la bandera americana, ni ponerse ahora de rodillas para lo que mande el Pent¨¢gono". Sorprende este atrevimiento inexplicable para proceder a una concesi¨®n que seg¨²n hemos sabido se ha venido negociando durante meses, siempre de espaldas al Congreso de los Diputados, y que ha sido anunciada sin haber pasado siquiera por el Consejo de Ministros que solo conoci¨® el asunto el d¨ªa 7, dos d¨ªas despu¨¦s de la foto de Bruselas. Asombra el desprecio de las formas, cuesti¨®n capital en un sistema democr¨¢tico. Es penoso que se utilice como edulcorante la insignificante creaci¨®n de puestos de trabajo y la nueva clientela que tendr¨¢n los bares de alterne de la zona, como si fuera un elemento compensador. Todo el esfuerzo que se hizo durante las negociaciones culminadas en 1988 para el nuevo Convenio de Defensa, a cargo del embajador M¨¢ximo Cajal y del Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez, en defensa de los intereses nacionales y sin menoscabo de las mejores relaciones con Estados Unidos se viene abajo. Dejamos de merecer el respeto que nos hab¨ªamos ganado y volvemos a prestar nuestra posici¨®n geogr¨¢fica para que se utilice en operaciones que nos comprometen sin que se nos tenga en cuenta.
Zapatero se pliega a urgencias ajenas, dictadas por los plazos de aprobaci¨®n de los presupuestos del Pent¨¢gono. Y lo hace en tiempo de descuento con las C¨¢maras disueltas y las elecciones convocadas. ?D¨®nde est¨¢n las contraprestaciones? ?Para cu¨¢ndo quedan, por ejemplo, los compromisos pendientes de retirar el plutonio enterrado en Palomares desde 1966? ?Habr¨¢ sido todo para ayudar, una vez m¨¢s, a Rubalcaba? En toco caso, descubrimos ahora que los gestos previos hacia Washington carec¨ªan de sentido. Se trataba de mera gesticulaci¨®n. Continuar¨¢.
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