Alemania nos da gato por liebre
Restaurar la confianza de los mercados financieros requiere que los principales actores pol¨ªticos europeos, liderados por Berl¨ªn, asuman sus responsabilidades hist¨®ricas y reconcilien la econom¨ªa y la pol¨ªtica Por MANUEL SANCH?S
La canciller Angela Merkel ha vinculado un posible fracaso del euro con el final del proyecto de construcci¨®n europea. Tiene raz¨®n. Debemos dar la bienvenida a su inquietud, pero ser¨ªa mucho m¨¢s reconfortante poder constatar la voluntad pol¨ªtica de Alemania para ofrecer soluciones a esta crisis del euro en cuyo desarrollo su Gobierno tiene mucha responsabilidad. Hasta ahora, el punto focal del debate se ha centrado en los eurobonos y en la ampliaci¨®n del fondo de rescate (EFSF). Estas soluciones ofrecen liquidez necesaria a corto plazo, pero exigen cambios en los Tratados. En mi opini¨®n, desenfocan adem¨¢s lo que constituye el nudo gordiano de la crisis: Alemania tiene que hacer sus deberes, siguiendo las reglas vigentes de la Uni¨®n Monetaria. Existe una alternativa (que curiosamente nadie menciona), que no exigir¨ªa cambios en los Tratados y que garantizar¨ªa un reequilibrio entre los pa¨ªses del euro que necesitan reajustarse. Es la que pone de relieve la responsabilidad alemana, en vez de descargarla sobre los sufridos -y denostados- griegos y dem¨¢s PIGS. ?Qu¨¦ solidaridad!
El euro es un proyecto de naturaleza pol¨ªtica. Su racionalidad econ¨®mica es muy desma?ada
Algunos de los pa¨ªses centrales prefieren que los ajustes se hagan en los pa¨ªses perif¨¦ricos
El euro es un proyecto de naturaleza estrictamente pol¨ªtica, mientras que su racionalidad econ¨®mica es muy desma?ada. Ambas racionalidades han entrado hoy en conflicto directo. La crisis actual demuestra que los miembros de una uni¨®n monetaria no pueden ajustarse frente a perturbaciones debido a las divergencias en materia de costes laborales unitarios (CLU) y productividad y a los desequilibrios entre ahorro e inversi¨®n. Esta afirmaci¨®n es de manual. Pocos son los que la utilizan. La absorci¨®n de cualquier perturbaci¨®n requiere un funcionamiento adecuado de los mercados, libre circulaci¨®n de factores productivos y un proceso flexible de formaci¨®n de salarios dentro de la uni¨®n monetaria. El ajuste requerir¨ªa un presupuesto com¨²n m¨ªnimo, que incluyese una transferencia interregional de fondos, no para subsidiar rentas sino para igualar las condiciones de producci¨®n mediante programas de inversiones p¨²blicas.
?Qu¨¦ tenemos hoy? Ni m¨¢s ni menos que una pol¨ªtica monetaria de talla ¨²nica para todos los pa¨ªses de la eurozona. Esto obliga al Banco Central Europeo (BCE) a poner m¨¢s atenci¨®n a las necesidades macroecon¨®micas de los pa¨ªses centrales (Alemania y Francia, en primer lugar) que a los perif¨¦ricos. A principios de este siglo XXI, cuando ambas necesitaban desesperadamente un revulsivo para sus estancadas econom¨ªas ejercieron una perniciosa presi¨®n sobre el BCE para que se doblegara a sus necesidades. ?Lo ha olvidado Angela Merkel? Aquella pol¨ªtica monetaria, interesada en ayudar a alemanes y franceses a salir del estancamiento, fue, sin embargo, perjudicial para los perif¨¦ricos. Los pa¨ªses centrales (?ahora virtuosos?) salieron del estancamiento, pero a costa de inundar de liquidez a los dem¨¢s y de alimentar tanto las burbujas inmobiliarias en Espa?a e Irlanda como el gasto irrestricto en Grecia y Portugal. Lo que m¨¢s trastorn¨® fue, sin embargo, el empacho de liquidez que cre¨® incentivos perversos: los costes laborales crecieron m¨¢s r¨¢pidamente que la productividad mientras que las autoridades gastaron de forma ilimitada y tanto las familias como las empresas se sobreendeudaron. La superabundancia de liquidez hizo crecer el gasto dom¨¦stico por encima de la capacidad de producci¨®n nacional traduci¨¦ndose en desequilibrios por cuenta corriente y en aceleraciones de los CLU.
La desmesurada presi¨®n de los pa¨ªses centrales sobre las instituciones de la UE (?se han olvidado ya los Gobiernos alem¨¢n y franc¨¦s?) y los restantes pa¨ªses miembros hizo mella en los inquebrantables compromisos fiscales. La aplicaci¨®n del Pacto de Estabilidad y Crecimiento se gestion¨® con flexibilidad. El criterio del d¨¦ficit lo violaron sistem¨¢ticamente los hoy virtuosos Alemania, Francia, Pa¨ªses Bajos y Austria; desde 2003 el criterio de deuda nunca se respet¨®. Todo ello tuvo lugar con la ben¨¦vola complacencia de los dem¨¢s pa¨ªses en las sacrosantas reuniones del Ecofin. ?Es que ya nadie las recuerda?
Los desequilibrios ahorro / inversi¨®n entre los distintos pa¨ªses constituyen un reflejo del deterioro del d¨¦ficit corriente y de la competitividad exterior en los pa¨ªses perif¨¦ricos. Tambi¨¦n de la mejora en los centrales. Los primeros ya han empezado a aplicar ajustes que incluyen recortes salariales severos, congelaci¨®n de pensiones y algunos aumentos de impuestos. El fracaso de las negociaciones en ajustar los salarios ha producido un incremento espectacular del desempleo. Por contraste, Alemania y algunos pocos pa¨ªses centrales han ajustado c¨®modamente sus econom¨ªas, han ampliado sus super¨¢vits exteriores y mantenido sus costes laborales alineados o por debajo del crecimiento de la productividad, y han contenido sus d¨¦ficits fiscales. Estas divergencias, entre otras, han inducido una presi¨®n al alza en la prima de riesgo de Grecia, Irlanda, y Portugal, que se ha desparramado sobre Italia y Espa?a. Esto ¨²ltimo interfiere en la pol¨ªtica del BCE y pone en entredicho la afirmaci¨®n de Trichet: "La uni¨®n monetaria permitir¨¢ la eliminaci¨®n de las primas de riesgo". No ha sido as¨ª.
A pesar de lo anterior, los CLU empiezan a seguir una senda natural de ajuste en la mayor¨ªa de los perif¨¦ricos. En Espa?a, por ejemplo, el diferencial con la eurozona se ha estrechado durante los ¨²ltimos 11 trimestres. Pero la situaci¨®n a¨²n reclama un reequilibrio en la posici¨®n c¨ªclica relativa de la eurozona. Aquellos pa¨ªses donde los CLU han crecido de forma desmedida deber¨ªan instrumentar devaluaciones internas en torno al 8%-10% a lo largo de varios trimestres; mientras que Alemania -que juega el papel de piedra sillar- deber¨ªa reducir su super¨¢vit corriente. Lo primero ha demostrado ser pol¨ªticamente costoso para los afectados. En cuanto a lo segundo, los pa¨ªses centrales juegan como el gato con el rat¨®n y se hacen los locos. Su contribuci¨®n al ajuste est¨¢ por ver. Las "soluciones" propuestas por algunos l¨ªderes europeos, tales como la emisi¨®n de eurobonos o la ampliaci¨®n del fondo de rescate dan la impresi¨®n de que los actores clave de la UE no quieren comprender lo que est¨¢ en juego y contribuyen a alimentar un debate macroecon¨®mico desenfocado que solo calmar¨¢ a los mercados financieros de forma temporal. Restaurar la confianza de los mercados financieros requiere que los principales actores pol¨ªticos europeos, liderados por Alemania, asuman sus responsabilidades hist¨®ricas y reconcilien las dos racionalidades: econ¨®mica y pol¨ªtica.
Una pol¨ªtica fiscal expansiva hoy en Alemania -de mayor gasto p¨²blico, o recortes de impuestos, por ejemplo- har¨ªa recaer el peso del ajuste sobre el contribuyente alem¨¢n en el futuro. Para Angela Merkel, inaceptable. Sin embargo, una revaluaci¨®n interna de, digamos, un 15% -mediante un aumento de los costes laborales-, ser¨ªa menos gravosa para el contribuyente alem¨¢n. Erosionar¨ªa, eso s¨ª, los beneficios de las empresas orientadas al mercado exterior limitando sus exportaciones, pero estimular¨ªa la demanda exterior en los pa¨ªses perif¨¦ricos. El resultado final ser¨ªa similar al llamado reajuste de paridades bajo el viejo Sistema Monetario Europeo, aunque ahora el reajuste se ejercer¨ªa no a trav¨¦s de los tipos de cambio sino de las variables dom¨¦sticas, una especie de reajuste de costes laborales unitarios. Dicho aumento de costes laborales producir¨ªa un incremento temporal de la inflaci¨®n en Alemania, que el BCE deber¨ªa acomodar. Con ello se revertir¨ªan las divergencias en precios y CLU y se contribuir¨ªa a calmar definitivamente a los mercados financieros. En t¨¦rminos de reputaci¨®n, acomodar dicha inflaci¨®n ser¨ªa menos costoso para el BCE que su actual pol¨ªtica de compras de deuda p¨²blica de los pa¨ªses perif¨¦ricos.
La alternativa consistir¨ªa en la voladura del euro, controles de capital m¨¢s onerosos entre los distintos pa¨ªses de la eurozona, y una dram¨¢tica y duradera recesi¨®n y p¨¦rdida de empleos. Por el contrario, una revaluaci¨®n interna de Alemania dejar¨ªa mejor enfocada la dicotom¨ªa econ¨®mico-pol¨ªtica del euro. ?Cu¨¢l es el problema? Simplemente que Alemania y otros pa¨ªses centrales, que no hicieron los deberes que reclama la uni¨®n monetaria y que hoy siguen sin cumplirlos, prefieren que los ajustes se hagan en los pa¨ªses perif¨¦ricos. Al final, todos somos esclavos de la voluntad de mantener a todo trance los m¨¢rgenes de ganancia de los exportadores alemanes. Algunos Gobiernos enga?an a sus ciudadanos y a los dem¨¢s europeos.
Manuel Sanch¨ªs i Marco es profesor de Econom¨ªa Aplicada de la Universidad de Valencia e investigador del IREA de la Universidad de Barcelona.
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