Pero queda Sarkozy
Con las encuestas a su favor, Fran?ois Hollande no deber¨¢ subestimar, sin embargo, a su rival
Las previsiones no pod¨ªan fallar. Por una diferencia m¨¢s que convincente de m¨¢s de una docena de puntos, pero que no humilla a su rival, Martine Aubry, Fran?ois Hollande es ya el candidato socialista para disputar en seis meses las presidenciales francesas a Nicolas Sarkozy. Pero toca ahora lo m¨¢s dif¨ªcil: derrotar al presidente liberal-conservador, pese a que las encuestas sean hoy tan desfavorables al ocupante del El¨ªseo.
En la primera vuelta celebrada el domingo d¨ªa 9, militantes y p¨²blico en general votaron en excelente n¨²mero y lo hicieron por razones de matiz ideol¨®gico, o capacidad de convicci¨®n del candidato, pero el de ayer era un sufragio mucho m¨¢s terrenal. Hab¨ªa que elegir a quien mayores posibilidades tuviera de vencer en 2012. Y el mismo resultado de la votaci¨®n, con una alta afluencia cercana a los tres millones de votantes del primer turno, facilitaba la unificaci¨®n de voluntades socialistas, e incluso m¨¢s all¨¢ del partido, para reba?ar en las presidenciales hasta el ¨²ltimo sufragio. As¨ª lo confirmaba el tercer clasificado de la vuelta anterior, Arnaud de Montebourg, izquierdista confeso, m¨¢s pr¨®ximo a la alcaldesa de Lille, que se decantaba, sin embargo, por el representante del aparato socialista.
Seguramente Hollande, centrista de temperamento, acad¨¦mico de pronunciamientos, todo menos un fierabr¨¢s de la pol¨ªtica, era el mejor contraste con el hiperactivo e imprevisible Sarkozy. Serenidad en la senda reformista del socialismo contra personalidad hiperb¨®lica elevada a la en¨¦sima potencia, aunque algo destemplada con relaci¨®n a la imagen de una Francia supuestamente eterna, la del Estado como valor supremo, que corresponde al candidato-presidente.
Las elecciones del siglo XXI, el de la comunicaci¨®n tous azimuts, se deciden hoy m¨¢s que nunca en las ¨²ltimas semanas anteriores a los comicios. Son enfrentamientos especialmente vol¨¢tiles, m¨¢s digitales que anal¨®gicos, y en ese terreno se equivocar¨¢ quien menosprecie al presidente Sarkozy, magistral pol¨ªtico en campa?a y m¨¢s a¨²n como padre reci¨¦n estrenado del hijo que pr¨®ximamente alumbrar¨¢ su esposa, Carla Bruni. Dos sentimientos parecen hoy estar frente a frente: una convicci¨®n, probablemente m¨¢s extendida entre capas sociales ilustradas, de que la p¨¢gina Sarkozy est¨¢ ya pasada, que propone la recuperaci¨®n de valores m¨¢s tradicionales, franceses y de izquierda, con que combatir la crisis, ante un revulsivo modernizante, que se mueve especialmente bien en el terreno de la exaltaci¨®n personalista y presidencial.
Cabr¨ªa preguntarse si Francia estaba madura para elegir a una mujer, tanto como interrogarse sobre las posibilidades de Hollande de convertirse en el segundo presidente socialista del pa¨ªs, en la estela de Fran?ois Mitterrand. Pero estar¨ªa de m¨¢s expresar otra preferencia que no sea la que decida Francia. Los dados socialistas, en todo caso, est¨¢n echados.
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