Los restos de la impronta espa?ola en Filipinas
Acabo de regresar de un viaje a las Filipinas (el vuelo tom¨® 27 horas desde Estados Unidos), donde fui a investigar el sistema de pensiones. Solo estuve en "Metro Manila" que comprende 15 ciudades con 16 millones de habitantes, de una poblaci¨®n total de 90 millones. No pude visitar las bellezas naturales en el norte y en el sur.
En 1564 comenz¨® la colonizaci¨®n espa?ola que dur¨® m¨¢s de 300 a?os. Para que los frailes pudiesen identificar a los nativos, les dieron a escoger de una lista de nombres castellanos, que a¨²n hoy perduran en los filipinos y en las calles; pero el castellano no logr¨® sustituir a los dialectos ind¨ªgenas. Manila floreci¨® con los galeones que intercambiaban especies y mercanc¨ªas chinas por el oro y plata mexicanos desde el puerto de Acapulco, pero el lucrativo intercambio desapareci¨® a fines del siglo XVIII.
Hoy casi nadie habla castellano y la influencia norteamericana es evidente
La derrota espa?ola en la guerra hispano-cubana-americana provoc¨® la p¨¦rdida de Cuba y las Filipinas en 1898. Durante la colonia de EE UU se implant¨® el ingl¨¦s como lengua oficial ense?ada en las escuelas. La ocupaci¨®n norteamericana fue interrumpida por la invasi¨®n japonesa durante la II Guerra Mundial; en 1945, Manila fue destruida por el bombardeo de MacArthur frente a la fuerte resistencia nipona, causando 150.000 muertes de civiles. Los filipinos alcanzaron la so?ada independencia en 1946.
Hoy, casi nadie habla castellano, aunque la ¨¦lite educada lo domina. La lengua principal es el tagalo (uno de los 165 dialectos existentes) con palabras espa?olas mezcladas que muchos filipinos creen que son parte del idioma vern¨¢culo. El ingl¨¦s es el segundo idioma, pero no todos lo hablan.
Casi todo lo relacionado con el comer es en castellano: mesa, silla, cubiertos, cuchillo, cuchara, tenedor, servilleta, merienda, vaso y botella. "Platos" t¨ªpicos son el lech¨®n, el adobo (de cerdo y pollo), la caldereta (de cabra) y el arroz caldo; se conservan tapas, puchero, leche, repollo, calabaza, harina (sin h) y jam¨®n (con h), pan y mantequilla, carne, calamares, patatas, chocolate, limonada, az¨²car (as¨²kal) y manzana, pera, uvas, papaya, mel¨®n y pomelo. Partes del hogar y los muebles contin¨²an siendo llamados puerta, ventana, cama, sof¨¢, aparador y escaparate. Los meses y los d¨ªas de la semana son en castellano. Lo mismo ocurre en la ropa: pantal¨®n, blusa, zapatos, camiseta, calzoncillo, sombrero, corbata y algunas palabras antiguas como chinelas y saya. Tambi¨¦n las familiares (padre y madre, abuelo y abuela, compadre y comadre), partes del cuerpo (cabeza, mano, brazo, lengua), oficios (carpintero, barbero, dentista, mec¨¢nico, basurero, juez, sastre, capit¨¢n), religi¨®n (iglesia, cat¨®lico, Dios, Virgen Mar¨ªa), negocios y servicios (botica, banco, hacienda, cementerio), animales (toro, caballo, pato) y flores (rosas, jazm¨ªn).
Se pide "permiso", una caracter¨ªstica nacional es el "amor propio", los hombres tienen "queridas" pero no se usa "queridos", y hay "guapos" pero no "guapas" (a pesar de la aparente inequidad de g¨¦nero ha habido dos "presidentas"). Si uno est¨¢ "aburrido" se va a una "fiesta", toma un "caf¨¦" o una "cerveza" San Miguel y se despide con un "adi¨®s".
En la ciudad colonial ("Intramuros") perduran las murallas casi intactas, el Fuerte de Santiago que domina el r¨ªo, la iglesia de San Agust¨ªn (la m¨¢s antigua del pa¨ªs), el manuscrito del h¨¦roe nacional Jos¨¦ Rizal El ¨²ltimo adi¨®s y una mansi¨®n reconstruida (Casa Manila) con bell¨ªsimos muebles antiguos de rejilla y estupenda cer¨¢mica espa?ola. El Museo Ayala tiene la mejor colecci¨®n de oro que he visto, y el Museo del Pueblo Filipino exhibe los restos del gale¨®n San Diego hundido en 1600 con un centenar de piezas de vajilla espa?ola.
Filipinas es una sociedad multi¨¦tnica, gran parte de la poblaci¨®n es de descendencia china, y muchos son ricos. Los dos hoteles m¨¢s lujosos son el Sangri-la y el Mandar¨ªn. Chinatown se extiende dos kil¨®metros, flanqueada por dos puertas chinas, y atiborrada de establecimientos de todo tipo. El enorme cementerio chino est¨¢ lleno de "apartamentos", muchos de dos pisos, con aire acondicionado, cocina y ba?o. Para el d¨ªa de difuntos los familiares van en la v¨ªspera, duermen en el piso superior, y al d¨ªa siguiente preparan sus comidas y juegan al domin¨® o al majong frente a las tumbas de sus antepasados.
La influencia norteamericana es evidente, la comida r¨¢pida (McDonald's, Kentucky Fried Chicken, Dunkin Donuts) ya est¨¢ creando obesidad. El pasatiempo en Manila es el malling, pues el calor es abrumador y los malls tienen aire refrigerado. En Makati (el centro de negocios y de los grandes hoteles), el Greenbelt Mall se compone de cinco edificios inmensos, conectados por jardines tropicales, tiendas de marcas famosas y docenas de restaurantes.
El tr¨¢fico en Manila es horroroso (peor que en Ciudad M¨¦xico). Una distancia corta que el domingo se recorre en taxi en 20 minutos, toma una hora y media durante d¨ªas de trabajo. El veh¨ªculo m¨¢s popular es el jeepney, un h¨ªbrido con frente de jeep y alargado atr¨¢s para dar cabida a 16 pasajeros. Hay un tren elevado, siempre abarrotado, y los buses grandes son escasos.
Los filipinos son muy amables y corteses. Un gesto com¨²n de bienvenida es llevarse la mano derecha al coraz¨®n o una peque?a reverencia. A pesar de sus penurias lucen risue?os y aman las "fiestas" y la m¨²sica.
Carmelo Mesa-Lago es catedr¨¢tico de Econom¨ªa y Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Pittsburgh (Estados Unidos).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.