Paisaje tras la batalla
La imagen de Angelina Jolie en una p¨¢gina arrancada de una revista del coraz¨®n, colocada sobre los estantes de una peluquer¨ªa, punt¨²a uno de los momentos de Ori, primer largometraje de Miguel ?ngel Jim¨¦nez y una de las sorpresas m¨¢s inesperadas en esa carrera de fondo por un relevo generacional que est¨¢ desarrollando cierto cine espa?ol. Un cine ajeno a moldes y formas de representaci¨®n institucionales que cada vez, por fortuna, es menos invisible. En otra secuencia, un taxista georgiano reproduce un di¨¢logo de El precio del poder: la ret¨®rica del triunfo de Tony Montana adquiere resonancias desesperadas sobre el tel¨®n de fondo del paisaje despu¨¦s de la batalla. Apropi¨¢ndose de esos dos iconos, el cineasta establece una distancia infranqueable entre sus personajes -habitantes en las zonas de mayor desamparo en la globalizaci¨®n del malestar- y las im¨¢genes y los discursos que jam¨¢s podr¨¢n emular.
ORI
Direcci¨®n: Miguel ?ngel Jim¨¦nez.
Int¨¦rpretes: Kathuna Shurghaia, Bega Qavtaradze, Giorgi Goguadze, Tazo Terunashvili.
G¨¦nero: drama. Espa?a, 2009.
Duraci¨®n: 85 minutos.
Ori es una pel¨ªcula de ficci¨®n con una g¨¦nesis peculiar: Miguel ?ngel Jim¨¦nez y su guionista Luis Moya ten¨ªan el proyecto original de realizar un documental sobre la guerra de Osetia del Sur con el t¨ªtulo de N¨¢ufragos del imperio, en el que, entre otras cosas, esperaban recoger la versi¨®n del conflicto del Ej¨¦rcito ruso. Diversas dificultades obligaron al equipo a tener que cambiar de estrategia sobre el terreno: en tan solo dos jornadas de trabajo, Jim¨¦nez y Moya escribieron un guion que les permit¨ªa integrar su investigaci¨®n previa para ese documental ya imposible en un relato de ficci¨®n que reflejara, en buena medida, la devastaci¨®n moral de los georgianos tras el conflicto. El resultado trasciende tan accidentada historia con una puesta en escena virtuosa, en la que Jim¨¦nez muestra una precoz precisi¨®n a la hora de colocar su c¨¢mara y componer planos que, casi siempre, transmiten m¨¢s de lo que, en apariencia, cuentan.
Dos historias se alternan en el tejido narrativo de Ori: la de una joven pareja embarcada en los preparativos de boda sin que ninguna luz ilumine sus rostros y la de un joven que se desplaza al refugio rural de su t¨ªo despu¨¦s de que los rusos quemaran su casa. Hay un momento puntual en que uno de los personajes se pone algo sentencioso ante un mural conmemorativo de la amistad entre Georgia y Rusia y, en alguna ocasi¨®n, Jim¨¦nez fuerza el tono desolador al retratar a sus personajes, pero Ori no es solo la promesa de un talento en construcci¨®n: es una pel¨ªcula madura, de poderosa identidad estil¨ªstica.
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