El cortafuegos franc¨¦s
El desenlace de la crisis del euro no est¨¢ muy lejos. El presidente saliente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, ha sido rotundo: "Estamos ante una crisis sist¨¦mica". Y una crisis sist¨¦mica solo tiene dos finales posibles: un colapso del sistema o un cambio del sistema. No se trata de meras posibilidades te¨®ricas: por primera vez en muchos meses, ambas son igualmente probables. Si fracasa, la cumbre del domingo abrir¨¢ el ¨²ltimo acto del colapso; si triunfa, ser¨¢ el primero de la recuperaci¨®n.
En cuanto al colapso del sistema, que los cortafuegos fueran insuficientes o que el fuego fuera demasiado grande es lo de menos: el caso es que durante los dos ¨²ltimos a?os, los mercados financieros han saltado una tras otra las barreras que las autoridades europeas han ido instalando. La crisis cruz¨® primero el Atl¨¢ntico, dejando tras de s¨ª un reguero de bancos y cajas con problemas; luego se traslad¨® al sector p¨²blico, ceb¨¢ndose con Grecia, Islandia, Irlanda y Portugal. En los ¨²ltimos meses, la lengua del fuego se ha divido en dos, con un frente activo en Espa?a e Italia y otro revolvi¨¦ndose contra un sector financiero europeo doblemente amenazado por el estrangulamiento del cr¨¦dito y el enorme volumen de deuda soberana adquirida. La ¨²ltima escena de esta pel¨ªcula de terror no la hemos visto todav¨ªa, pero ya la hemos comenzado a intuir. Si la crisis llega a Francia, lo que seguramente har¨¢ si se produce una quiebra desordenada de Grecia o si siguen sin tomarse decisiones de calado, el sistema se colapsar¨¢. Los bancos y la deuda soberana de Francia, resguardadas hoy detr¨¢s de una calificaci¨®n de triple A y un reducid¨ªsimo diferencial con Alemania en su prima de riesgo, representan el ¨²ltimo cortafuegos antes de que el sistema implosione. De ah¨ª los nervios y prisas de Sarkozy.
El pacto franco-alem¨¢n dejar¨¢ un casi nulo margen de maniobra a Espa?a e Italia
No es un secreto que en el agravamiento de esta crisis, las dudas y titubeos de los l¨ªderes europeos han tenido un papel muy destacable. Nos quejamos de las agencias de calificaci¨®n y sus rebajas en la valoraci¨®n de la confianza crediticia de nuestros pa¨ªses, pero, en el fondo, nuestro diagn¨®stico como ciudadanos es bastante coincidente: por la peque?a grieta abierta en el sector griego de la zona euro se ha terminado por abrir una gran brecha por la que ha escapado la confianza de ciudadanos e inversores a partes iguales. Ahora, este fin de semana, Merkel y Sarkozy tienen ante s¨ª la responsabilidad de imponer un cambio de rumbo y cerrar esa brecha, lo que a su vez tendr¨ªa un important¨ªsimo impacto global.
Por el cortafuegos que representa la deuda francesa y su sector financiero pasean estos d¨ªas Angela Merkel y Nicolas Sarkozy. Estamos asistiendo a un tremendo forcejeo entre ambos que tiene en vilo a toda Europa. Lo que se dilucida no es solo las soluciones m¨¢s inmediatas a la crisis, sino si esas soluciones a corto plazo (reforzar el programa de compras de bonos del Banco Central Europeo, aumentar el fondo de estabilidad financiera o recapitalizar los bancos) son las semillas de soluciones a largo plazo, es decir, de un cambio de sistema.
Ese cambio de sistema, que incluir¨ªa un gran pacto pol¨ªtico y econ¨®mico que completar¨ªa la uni¨®n econ¨®mica y monetaria con aquellos elementos de gobierno econ¨®mico de los que en la actualidad carece, es hoy m¨¢s probable de lo que parece porque, afortunadamente, el Gobierno alem¨¢n entiende que la ¨²ltima l¨ªnea de defensa del euro est¨¢ en Francia, no en Berl¨ªn. Con el enemigo a las puertas, el debate interno en Alemania ha comenzado a rolar hacia la b¨²squeda de una soluci¨®n estable y duradera a esta crisis. Esa soluci¨®n es hoy demandada en Alemania por actores que cubren todo el espectro pol¨ªtico: desde la confederaci¨®n de la industria hasta los Verdes, pasando por los socialdem¨®cratas, la gran mayor¨ªa de los dem¨®cratacristianos y, significativamente, cada vez m¨¢s los liberales, hasta ahora muy reticentes.
El contenido exacto de este pacto es todav¨ªa impreciso (seguramente requerir¨¢ un nuevo Tratado), pero en su base estar¨¢ intercambiar liquidez monetaria por austeridad fiscal y mayor supervisi¨®n externa. Lo que est¨¢ claro es que ser¨¢ un pacto a dos y para dos, hecho a la medida de las necesidades franco-alemanas y que dejar¨¢ un casi nulo margen de maniobra a pa¨ªses como Espa?a e Italia. Si todo sale bien, como ha sido la norma en los ¨²ltimos 50 a?os, Francia esconder¨¢ su debilidad detr¨¢s de Alemania y Alemania su fortaleza detr¨¢s de Francia y todos diremos que es un buen acuerdo.
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