EE UU celebra el ¨¦xito del modelo de guerra con compromiso compartido
Biden destaca que no se han perdido vidas de estadounidenses en Libia
"La misi¨®n de la OTAN en Libia funcion¨® tal y como estaba previsto, cost¨® un total de 2.000 millones de d¨®lares, no se perdi¨® ninguna vida norteamericana y la responsabilidad fue compartida entre varios. Este es el modelo", declar¨® el vicepresidente Joe Biden poco despu¨¦s de confirmarse la muerte de Muamar el Gadafi y el ¨¦xito, por tanto, de la estrategia escogida por la Casa Blanca para acabar con su r¨¦gimen.
Muchas cosas pueden ocurrir a¨²n hasta que se pueda hablar de Libia como un pa¨ªs estabilizado -y los expertos no tienden a ser optimistas al respecto-. Pero, por el momento, Barack Obama asume lo sucedido como un ejemplo del acierto de su pol¨ªtica exterior. "Hemos alcanzado nuestro objetivo sin poner a un solo soldado norteamericano sobre el terreno", destac¨® el presidente para resaltar el contraste con las guerras heredadas de George Bush.
Obama acude a la reelecci¨®n con un mundo distinto al que recibi¨® en 2009
Estados Unidos invirti¨® un bill¨®n de d¨®lares en Irak y murieron m¨¢s de 4.400 soldados. En Afganist¨¢n se lleva gastado otro tanto y han muerto ya casi 1.800. En ambos casos, EE UU perdi¨®, adem¨¢s, prestigio internacional y gast¨® recursos que hoy necesita invertir en su propia econom¨ªa.
Como alternativa, Obama dise?¨® para Libia una guerra en la que EE UU, despu¨¦s de unos primeros d¨ªas en los que, haciendo uso de sus inigualables recursos militares, dirigi¨® los ataques a¨¦reos, dej¨® el protagonismo en manos de los pa¨ªses europeos, cuyos intereses son los m¨¢s directamente afectados por Libia. Busc¨® tambi¨¦n el respaldo de la Liga ?rabe e impuls¨® que se involucraran directamente algunos de los pa¨ªses de la regi¨®n, como Catar. Sus aviones sin tripulaci¨®n (drones) ayudaron a los cazas y bombarderos franceses y brit¨¢nicos a hacer su trabajo, quiz¨¢ incluso en el ataque final contra la caravana en la que Gadafi trataba de huir. Pero fueron los europeos quienes llevaron el peso militar durante la mayor parte de la misi¨®n.
Obama tuvo que soportar numerosas cr¨ªticas en casa por esa estrategia. Importantes figuras del Partido Republicano le acusaron de haber renunciado al liderazgo que le corresponde a EE UU y de abandonar a los libios a su suerte. Varias veces, cuando el avance de los rebeldes parec¨ªa lento y condenado al fracaso, se reclam¨® en Washington el uso de fuerzas militares terrestres. Obama soport¨® la presi¨®n, tuvo paciencia y advirti¨® de que una intervenci¨®n m¨¢s directa de EE UU dar¨ªa a Gadafi la excusa que necesitaba para plantear su lucha por la supervivencia en una guerra antiimperialista.
Ahora puede celebrar la ca¨ªda de Gadafi como un triunfo propio y as¨ª se le ha reconocido. "Hay que darle a Obama el cr¨¦dito que le corresponde por esto", admiti¨® el senador John McCain. Quiz¨¢ el modelo empleado en Libia no vale para cualquier conflicto. No parece servir, por ejemplo, en Siria, donde la Administraci¨®n norteamericana ha descartado por ahora acciones militares y no cuenta con consenso ni europeo ni ¨¢rabe para llevarlas a cabo. Pero Libia s¨ª sirve como argumento en una campa?a electoral.
La pol¨ªtica exterior no suele ser un asunto central de debate electoral. No en los ¨²ltimos a?os, por los menos. Pero s¨ª es un aspecto que los votantes tienen en cuenta para decidir la viabilidad de un candidato. Obama, que no ten¨ªa experiencia en ese terreno antes de ser presidente, est¨¢ bien valorado por el manejo de los asuntos internacionales. Su respaldo a la gesti¨®n en esa ¨¢rea supera habitualmente el 60%, m¨¢s de 20 puntos del que tiene en los temas econ¨®micos.
La ca¨ªda de Gadafi le completa un panorama de cambio muy profundo ocurrido durante su Administraci¨®n: Mubarak preso, Ben Ali en el exilio, los l¨ªderes de Siria y Sud¨¢n arrinconados. Obama puede tener m¨¢s o menos que ver con esa situaci¨®n, pero lo cierto es que va a acudir a la reelecci¨®n con un mundo muy distinto al que encontr¨® a su llegada.
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