Un agujero del 15-M a la Falange
Un hueco en un pasillo pone el teatro Alb¨¦niz al alcance de los okupas del hotel Madrid. Los edificios comparten el toque de un arquitecto del R¨¦gimen
En alg¨²n lugar del Hotel Madrid, okupado la semana pasada por los indignados, hay un agujero que tiene al 15-M dividido. El agujero da a un pasillo que sirve como salida de emergencia desde los a?os cuarenta. A un lado est¨¢ el hotel de la calle Carretas, al otro el Teatro Alb¨¦niz de la calle Paz: los edificios llevan sesenta a?os d¨¢ndose la espalda.
Desde la toma del hotel una pregunta flota en las asambleas de los indignados: "?Cruzamos al teatro?". Precisamente hoy se celebra una asamblea espec¨ªfica sobre el tema (a las 12 en la plaza de Pontejos) para plantear "la liberaci¨®n del espacio cuando existan condiciones que garanticen su integridad". Lo decidido se llevar¨¢ luego a la asamblea de Sol (domingo a las 19.00) para buscar un consenso. No ser¨¢ f¨¢cil. "Existe un intenso debate sobre si ocupar el teatro o no", dice un miembro de Comunicaci¨®n del 15-M. La cosa est¨¢ al "fifty fifty" y, de momento, se ha decido "vigilar el agujero y evitar el acceso". Algunos vecinos del Alb¨¦niz aseguran sin embargo que a veces se ven luces dentro, que hay presencia okupa desde antes del 15-O y que han desaparecido los aparatos de aire acondicionado del exterior de las ventanas. "No sabemos qu¨¦ pas¨® antes de nuestra llegada", explican en el hotel del 15-M. "Y desde entonces se nos ha podido colar alg¨²n listillo... pero hemos entrado a mirar y el teatro est¨¢ bien".
Desde el mundo de la cultura hay voces cr¨ªticas y otras a favor de la posible okupaci¨®n del auditorio vac¨ªo desde 2008. Eva Aladro, de la Plataforma Salvar el Alb¨¦niz, opina que la idea surge de un "grup¨²sculo de infiltrados radicales con intereses particulares, que est¨¢ usando la cara del 15-M y poniendo en peligro los seis a?os que la plataforma lleva defendiendo la conservaci¨®n del teatro" (avalada este verano por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, que inst¨® a su protecci¨®n como Bien de Inter¨¦s Cultural). Por otro lado, artistas como el actor Enrique Sim¨®n (tambi¨¦n miembro de la plataforma teatral) ven con buenos ojos que el Alb¨¦niz sea "la pr¨®xima Tabacalera": "Hay que participar en la inteligencia colectiva: lo importante es que en el teatro se vuelva a hacer teatro".
Mucho antes de que los indignados uniesen el destino de estos dos edificios el Hotel Madrid y el Teatro Alb¨¦niz ten¨ªan un mismo due?o y un pasado en com¨²n. Sus protagonistas: un promotor de los a?os cuarenta, un arquitecto de Falange y la salida de emergencias ahora agujereada.
El promotor se llamaba Maximino Moro. En 1942 le encarg¨® el proyecto del Alb¨¦niz a Jos¨¦ Luis Dur¨¢n de Cottes y Rafael L¨®pez Izquierdo, que estudiaron teatros de todo el mundo en busca de las claves de un buen auditorio. Para la fachada crearon, en estrecha colaboraci¨®n con el escultor ?ngel Ferrant, un folclorista retablo de aut¨®matas policromados. Los ninots de Ferrant bailar¨ªan en la calle llevando el teatro al pueblo. A mitad de obra, Moro ech¨® a los arquitectos y le dio el proyecto a Manuel Ambr¨®s Escanella, que llegar¨ªa a ser un destacado arquitecto de Falange, Conservador del Consejo Nacional y miembro de la Secretar¨ªa General del Movimiento. Ambr¨®s acab¨® el teatro como quiso y cuando se inaugur¨® en 1945, ABC public¨® una doble p¨¢gina con su foto, alabando su suntuosidad estilo Renacimiento. Su talento "insufl¨® belleza y proporci¨®n a un esqueleto ya formado", dec¨ªa la cr¨®nica, que ni siquiera mencionaba a los autores del proyecto original. Estos no se lo tomaron bien y se quejaron a los colegas y a la prensa reinvindicando su trabajo al tiempo que criticaban c¨®mo Ambr¨®s lo hab¨ªa empeorado. "La nueva direcci¨®n emborach¨® de escayola el techo ac¨²stico por nosotros construido con tanto af¨¢n", dijeron, "y suprimi¨® los paneles que abocinaban la sala". Los 11 ninots de ?ngel Ferrant fueron muy criticados por la prensa. Estaban dise?ados para una fachada alegre y moderna, se defendi¨® el escultor, y tuvieron que vivir en una aburrida y neocl¨¢sica. Al poco, fueron retirados al interior (donde se supone que siguen). A Maximino Moro s¨ª le debi¨® de convencer el trabajo de Ambr¨®s, porque en 1948 le encarg¨® la reforma de otro edificio suyo: el Hotel Madrid.
Seg¨²n la memoria de la rehabilitaci¨®n de este hotel de los a?os veinte, Ambr¨®s reform¨® el portal del edificio "al objeto de separar definitivamente los servicios acumulados en dicho recinto de entrada al hotel y oficinas, salida del patio de butacas del teatro Alb¨¦niz y entrada a escenario del mismo". Seg¨²n se puede ver en los planos hist¨®ricos y actuales, existe desde el principio una suerte de pasillo que sirve de salida de emergencia del teatro: arranca en un lateral del patio de butacas, cruza el patio semicubierto que separa ambos edificios, rodea el hotel por un lado y sale a la calle por la fachada de Carretas. Este pasillo, que es parte del teatro pero atraviesa el hotel, es el que ahora podr¨ªan usar los indignados para entrar en el Alb¨¦niz. No es un t¨²nel: el teatro y el hotel nunca estuvieron conectados, es una servidumbre de paso; como un camino que tiene un vecino para atravesar el predio de otro. Los edificios no lo compart¨ªan. Hasta ahora.
Lo que s¨ª que comparten estos dos edificios es un ep¨ªlogo semejante. Hace varios a?os, ambos vac¨ªos, fueron vendidos por los herederos de Maximino Moro a la inmobiliaria Monteverde, que quebr¨® poco despu¨¦s con la crisis y est¨¢ en concurso de acreedores. Monteverde lleg¨® a encargar al arquitecto Gabriel Allende hasta dos proyectos: uno conjunto que constru¨ªa un teatro de nueva planta sobre el Alb¨¦niz y reformaba el hotel Madrid transformando la planta comercial; y otro, m¨¢s reciente, que rehabilitaba el edificio del Teatro Alb¨¦niz ("sus s¨®tanos, que fueron una boite de dudosa reputaci¨®n, ser¨ªan salas de ensayo"). "Ten¨ªamos un inversor, una marca de refrescos, que ya hab¨ªa firmado", dice el arquitecto, "pero la sentencia de este verano les ech¨® para atr¨¢s".
Seg¨²n el arquitecto, que entr¨® por ¨²ltima vez hace un a?o, el teatro est¨¢ bien conservado, pero es "un desastre" a nivel t¨¦cnico. "Para empezar habr¨ªa que cambiar las salidas de emergencia". Esas que aqu¨ª sirven para entrar en vez de para salir.
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