D¨ªez-Alegr¨ªa, la aventura de una conciencia
En fecha tan memorable como el 22 de octubre, centenario del nacimiento de Jos¨¦ Mar¨ªa D¨ªez-Alegr¨ªa, me gustar¨ªa evocar el impacto que su persona dej¨® en m¨ª y las lecciones que de ¨¦l aprend¨ª tras casi cuatro d¨¦cadas de amistad y colaboraci¨®n.
1. La primera y m¨¢s importante fue la esperanza, m¨¢s a¨²n, la esperanza contra toda desesperanza. Una esperanza vivida en comunidad. Por eso con su amigo Pedro La¨ªn Entralgo pod¨ªa hablar de co-esperar. No fue, empero, la suya una esperanza ingenua o infantil, f¨¢cil y bobalicona, que desembocara en una confianza ciega, sino, por utilizar la terminolog¨ªa de Bloch, docta spes, en alianza con la raz¨®n, enraizada en la historia, con la mirada puesta en el futuro, en el horizonte de la libertad, sabedora de los riesgos del camino y consciente de los fracasos, tropiezos y desviaciones de la meta. Pero una esperanza que sal¨ªa reforzada de los fracasos.
Elev¨® a la categor¨ªa de 'virtudes' la esperanza, la aproximaci¨®n al marxismo y el sentido cr¨ªtico
2. La segunda lecci¨®n fue el profetismo en su doble vertiente de denuncia y anuncio, de cr¨ªtica y propuesta de alternativas. Siguiendo la estela de los viejos profetas de Israel y de Jes¨²s de Nazaret denunci¨® las injusticias causadas por el capitalismo, objeto fundamental de su cr¨ªtica en no pocas de sus obras, siendo una de las m¨¢s emblem¨¢ticas De la propiedad privada a la socializaci¨®n. Y lo hizo sin temor a las consecuencias represivas de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica y del poder pol¨ªtico. La vida de D¨ªez-Alegr¨ªa, su pensamiento itinerante, su modo de estar en el mundo y su manera de entender el cristianismo constituyen un ejemplo luminoso de profetismo en la ciudad secular, en sinton¨ªa con la utop¨ªa de "otro mundo posible" de los Foros Sociales Mundiales.
3. Hay una tercera lecci¨®n de la que fue pionero: la serena aproximaci¨®n al marxismo en plena Espa?a franquista donde reinaba en un clima antimarxista visceral. El marxismo jug¨® un papel fundamental en la conformaci¨®n del pensamiento y en la vida de D¨ªez-Alegr¨ªa, pero no como sistema dogm¨¢tico, sino como m¨¦todo de an¨¢lisis de la realidad, teor¨ªa de la revoluci¨®n y gu¨ªa ¨¦tica para ubicarse en el lugar de la marginaci¨®n. Ese fue uno de los campos de reflexi¨®n y de debate en el que brill¨® con luz propia junto a intelectuales de talla mundial como Bloch, Garaudy, Mury, Lombardo-Radice, Gardavski, Sacrist¨¢n, Machovec, Girardi, Rahner, Metz, Moltmann y otros. El ideal cristiano y el marxista coinciden en la construcci¨®n de una sociedad sin clases. En esto, afirmaba, no hay contradicci¨®n entre ambos ideales.
4. D¨ªez-Alegr¨ªa no fue un creyente cr¨¦dulo, sino cr¨ªtico, pero no desde fuera y de forma malhumorada e iconoclasta, sino desde dentro y con ¨¢nimo constructivo. Su cr¨ªtica se dirigi¨® a la religi¨®n y, m¨¢s en concreto, al cristianismo "realmente existente", a la Iglesia cat¨®lica, que consideraba el gran fracaso del cristianismo jesu¨¢nico. Cuando cumpli¨® 97 a?os hizo estas estremecedoras declaraciones sobre la Iglesia secuestrada por los poderosos: "Pienso que la Iglesia cat¨®lica en su conjunto ha traicionado a Jes¨²s. Esta Iglesia no es la que Jes¨²s quiso sino la que han querido a lo largo de la historia los poderosos del mundo. Estas son las ideas que ahora tengo, sordo y medio ciego, esperando la muerte con mucha esperanza y con mucho humor". El principal art¨ªculo de su Credo era la fe en Jes¨²s liberador. "Creo que Jes¨²s dio su vida por propugnar la liberaci¨®n de los pobres y oprimidos, por oponerse al ego¨ªsmo, a la injusticia y a la explotaci¨®n".
5. La libertad de conciencia y la libertad de expresi¨®n fueron la quinta lecci¨®n maravillosamente formuladas y ejemplarmente razonadas en muchos de sus escritos desde antes incluso del concilio Vaticano II, pero, sobre todo, practicadas en los conflictos que le toc¨® vivir, por ejemplo, con motivo de la publicaci¨®n de su libro Yo creo en la esperanza, a principios de los a?os setenta del siglo pasado, y a la hora de abandonar la Compa?¨ªa de Jes¨²s, aunque solo de iure, porque de facto vivi¨® siempre en residencias de jesuitas.
La apelaci¨®n a la conciencia fue lo m¨¢s revolucionario de su vida y de su pensamiento, su modo de ser, su estilo de vida y su criterio de actuaci¨®n ante las instituciones y las jerarqu¨ªas religiosas y pol¨ªticas. Sin levantar la voz, con buenos modales y elegancia.
La aventura de una conciencia es el certero subt¨ªtulo de la biograf¨ªa de Pedro Miguel Lamet D¨ªez-Alegr¨ªa, jesuita sin papeles (Temas de Hoy, Madrid, 2005), que ofrece m¨²ltiples ejemplos de la libertad y la objeci¨®n de conciencia del te¨®logo. Libertad de conciencia y derechos humanos. Vida y pensamiento de Jos¨¦ Mar¨ªa D¨ªez-Alegr¨ªa es el t¨ªtulo de la tesis doctoral de Juan Antonio Delgado de la Rosa, luego convertida en libro (ADG-N LIBROS, Valencia, 2010). Dos obras que recomiendo por su rigor y objetividad en el acercamiento a este jesuita sin papeles.
D¨ªez-Alegr¨ªa elev¨® a la categor¨ªa de virtudes, no s¨¦ si cardinales o teologales (en esto no quiero ser heterodoxo), la esperanza, el profetismo, la aproximaci¨®n al marxismo, el sentido cr¨ªtico y la apelaci¨®n a la conciencia.
Juan Jos¨¦ Tamayo es director de la C¨¢tedra de Teolog¨ªa y Ciencias de las Religiones de la Universidad Carlos III de Madrid y autor de Otra teolog¨ªa es posible (Herder, Barcelona, 2011).
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