Alfonso Guardiola, ganadero del primer toro clonado

En mayo del pasado a?o naci¨® en una finca de Palencia el primer toro bravo clonado, de nombre Vasito, hijo de un semental del encaste Pedrajas y de una vaca frisona. El experimento hab¨ªa comenzado tres a?os antes, cuando el ganadero Alfonso Guardiola, titular de la ganader¨ªa de Mar¨ªa Luisa Dom¨ªnguez y P¨¦rez de Vargas, puso a disposici¨®n de los cient¨ªficos la finca y su ganado para que se llevara a cabo la clonaci¨®n.

Vasito contin¨²a su pl¨¢cida vida en El Toru?o, la hacienda situada en el t¨¦rmino sevillano de Utrera donde pastan sus hermanos de camada, pero su due?o no tendr¨¢ oportunidad de conocer los resultados de aquel ensayo que en su d¨ªa fue una sorprendente noticia. Alfonso Guardiola ha fallecido en Madrid, v¨ªctima de un c¨¢ncer que padec¨ªa hace a?os, aunque sus cenizas reposar¨¢n en su Sevilla natal, donde vio la luz hace 74 a?os en el seno de una conocida familia agr¨ªcola y ganadera, en la que nacieron 16 hermanos.

Alfonso estudi¨® peritaje agr¨ªcola, tuvo cuatro hijos y era el propietario de la ganader¨ªa de reses bravas que figuraba a nombre de su madre, fallecida en junio de 1993.

Dicen los que le conocieron que fue un hombre generoso, muy querido entre sus amigos, un luchador contra su cruel enfermedad, un apasionado del mundo del toro y un defensor del encaste que hab¨ªa recibido como legado familiar.

Ciertamente, le sobraban motivos para sentirse orgulloso. El hierro ganadero de Mar¨ªa Luisa Dom¨ªnguez y P¨¦rez de Vargas ha sido uno de los m¨¢s afamados del campo bravo espa?ol y referente de la d¨¦cada de los a?os ochenta en las plazas de Espa?a y Francia.

La Real Maestranza de Sevilla fue, sin duda, la plaza talism¨¢n de los toros de El Toru?o. Alcanzaron tal predicamento que el ya desaparecido empresario Diodoro Canorea instituy¨® durante a?os el "lunes de resaca" como la tarde de los pedrajas para deleite de la afici¨®n m¨¢s exigente. Y a fe que los marialuisa respond¨ªan al reto: los toros sevillanos coparon a?o tras a?o los premios a la mejor ganader¨ªa y al mejor toro, de modo que la corporaci¨®n maestrante acord¨® en 1987 colocar un azulejo en la plaza para perpetuar tal derroche de sangre brava. En el recuerdo quedan las gestas de toros tan afamados como Guitarrero, Cartujano, Campano, Barbanegra, Topador y Topinero, entre otros, que han dejado su huella indeleble en el ruedo sevillano.

Esa etapa de grandeza ha dejado paso a otra de oscuro silencio. Los ciclos ganaderos son inevitables; como lo son los diferentes gustos toristas de los toreros y del p¨²blico. Pero ajeno al cambio segu¨ªa Alfonso Guardiola, enamorado de sus pedrajas, luchador infatigable para que su ganader¨ªa recuperara el esplendor de anta?o, aunque una vieja y cruel enfermedad le ha impedido recoger el fruto de su trabajo.