Coldplay, a la conquista global
La banda inicia en Madrid su gira con un concierto emitido en YouTube para todo el mundo - 17.000 personas vibran con el espect¨¢culo dise?ado por Anton Corbijn
No parec¨ªa la noche de ayer, tan ventosa y desapacible como solo sabe serlo el oto?o madrile?o, el contexto m¨¢s id¨®neo para que se desatara la euforia en la ciudad. Pero hay algo en la m¨²sica de Coldplay -desparpajo, vitalismo, felicidad desinhibida- que propicia milagros como el vivido en la plaza de Las Ventas. Desde all¨ª, Chris Martin y sus tres compinches convirtieron a Madrid durante una exigua hora y media en inesperado epicentro del rock mundial con un concierto que supon¨ªa el estreno absoluto de Mylo xyloto, su quinto disco.
Los 17.000 asistentes hab¨ªan agotado todas las entradas en apenas una hora en Internet. Y la misma Red sirvi¨® tambi¨¦n de consuelo para rezagados y residentes en otros lugares del planeta; el concierto se retransmiti¨® en directo por YouTube en un alarde t¨¦cnico (?con tres planos distintos al tiempo!) que cont¨® con ciertas dificultades en el arranque. Se calculaban en millones las personas a las que salud¨® Martin en los primeros compases del espect¨¢culo y que disfrutaron de una retransmisi¨®n concebida (y realizada) por el legendario fot¨®grafo y director holand¨¦s Anton Corbijn (el recital a¨²n se puede ver hoy en: www.youtube.com/user/ColdplayVEVO).
Martin es el perfecto l¨ªder de masas del nuevo siglo: guapo, saltar¨ªn y cort¨¦s
Sus detractores toman a Coldplay por unos chicos ramplones y abonados al estribillo f¨¢cil. Puede no resultar un diagn¨®stico descarriado, pero s¨ª muy incompleto. Porque tambi¨¦n es cierto que tienen la extra?a capacidad de conmover hasta a los esp¨ªritus m¨¢s tendentes a la melancol¨ªa. Anoche el empe?o se evidenci¨®, una vez m¨¢s, contagioso.
Un breve documental (en blanco y negro, por supuesto) del propio Corbijn sirvi¨® de pr¨®logo pasadas las 22.10 a la perfecta tormenta que se avecinaba: unas fanfarrias de John Williams y, sin espacio para tomar aire, los sucesivos aldabonazos de Hurts like heaven, Yellow, In my place y Major minus. El cuarteto se ha provisto de la parafernalia necesaria para estos casos: desde los fuegos artificiales a los g¨¦iseres de confeti y el lanzamiento masivo de globos. Eso s¨ª, la perseverante llovizna de la primera media hora de concierto fue gentileza de la meteorolog¨ªa madrile?a. Y a nadie pareci¨® importarle calarse con el rock bailable de Coldplay.
Chris Martin es el perfecto l¨ªder de masas del nuevo siglo: guapo, saltar¨ªn, cort¨¦s, fotog¨¦nico y sin esa propensi¨®n a la monserga de su antecesor m¨¢s evidente, el irland¨¦s Bono, con quien suelen enfrentarle en la pelea por el trono del rock masivo. Ni el fr¨ªo ni la llovizna le persuadieron de lucir desde la cuarta canci¨®n una escueta camiseta azul celeste que, como casi todo, le sienta divinamente. Pregunta a su p¨²blico si se encuentra bien, se desploma con teatralidad en el suelo un par de veces y hasta proclama, muy solemne, tras The scientist: "Sois los mejores fans del mundo, no hay duda". Y claro, quienes le odian, no pueden soportar que, siendo tan brillante como es, tenga encima esa capacidad para la cordial galanter¨ªa que despleg¨® durante todo el d¨ªa en Madrid, vespertina y multitudinaria conferencia de prensa incluida.
Ya por la noche hubo tambi¨¦n hueco en el programa para un par¨¦ntesis ac¨²stico en el centro del albero. Desde ah¨ª interpret¨® la banda Up in flames, uno de los cortes m¨¢s at¨ªpicamente reposados de Mylo xyloto, con su precioso estribillo en falsete. Por lo dem¨¢s, el nuevo ¨¢lbum se demostr¨® concebido para disfrutarse mejor entre la multitud que en el recogimiento del cuarto de estar.
As¨ª es con Paradise, que atrapa con su eclosi¨®n de mariposas en las pantallas gigantes y ese insistente del estribillo. Y con el cierre, que lo puso, a eso de las 23.30, la controvertida Every teardrop is a waterfall, que reproduce el patr¨®n del viejo ¨¦xito de las discotecas espa?olas Ritmo de la noche. Que cada cual lo juzgue como prefiera, pero en directo el tema invita a la secreci¨®n masiva de adrenalina. De ah¨ª que sentase tan mal verla convertida en la ¨²ltima entrega de la noche, cuando los cuerpos, ya empapados y envalentonados, a¨²n habr¨ªan aguantado unas cuantas sacudidas m¨¢s.
Quiz¨¢ a Coldplay le termine pesando la sombra de la insuperable Viva la vida, que form¨® parte del repertorio. Pero, por lo escuchado esta semana y corroborado anoche, Mylo xyloto puede aupar definitivamente al cuarteto al cetro del rock para estadios. El disco no resuelve los problemas de la civilizaci¨®n occidental, de acuerdo, ni mucho menos figurar¨¢ en las quinielas de los mejores t¨ªtulos de 2011. Pero servir¨¢ a Martin para colocarse el mundo por montera, ya sea en Las Ventas o en Melbourne.
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