Los mercenarios pierden el tren
Un libro recoge la historia moderna de los legendarios soldados a sueldo
No son una compa?¨ªa muy recomendable ni su posici¨®n es muy ¨¦tica, pero han escrito p¨¢ginas emocionantes que se dir¨ªan salidas de la m¨¢s descabellada novela de aventuras. Los mercenarios han peleado y matado por dinero desde que existe la guerra y los han alineado ej¨¦rcitos de todo el mundo. A los mercenarios modernos, desde 1960 en adelante, esa gente que combati¨® espectacularmente en el Congo belga, Biafra y otros muchos escenarios, que ha alimentado pel¨ªculas -la can¨®nica ?ltimo tren a Katanga- y novelas y entre las que se cuentan tipos tan legendarios como deplorables del estilo de Mike Hoare (Mad Mike), el incombustible Bob Denard o el exoberleutnant de la Wehrmacht Kongo M¨¹ller, que luc¨ªa su vieja Cruz de Hierro hasta en pijama, ha consagrado el libro Soldados sin bandera (Magas¨¦) Joaqu¨ªn Ma?es.
"El salvajismo en Katanga fue terrible", recuerda el autor
El autor dedica especial atenci¨®n a los espa?oles que formaron parte de ese selecto club de perros de la guerra o gansos salvajes, parafraseando el t¨ªtulo de dos populares novelas (y pel¨ªculas) sobre los mercenarios. "Si en la Legi¨®n Extranjera encontr¨¦ compatriotas peculiares, estos no se quedan cortos", se?ala Ma?es, autor de un libro anterior sobre el tema. En el centro de la peripecia de los mercenarios espa?oles, el mayor Mart¨ªnez de Velasco, hijo de general, hermano de sacerdote del Opus Dei y padre de familia numerosa, muerto en el Congo, donde era jefe del II Choc del VI Comando de mercenarios de Mobutu. Mart¨ªnez de Velasco fue fusilado en 1967 con otros dos oficiales espa?oles y una veintena de sus mercenarios y sus cuerpos arrojados a los cocodrilos. La unidad del mayor espa?ol, con buen n¨²mero de compatriotas, presentaba "hechos diferenciales", seg¨²n Ma?es. "En aquella lucha despiadada se mostraron bastante humanos y respetaron a la poblaci¨®n. Y aunque los mercenarios normalmente no llevan insignias de ning¨²n tipo, ellos portaban bandera espa?ola, por no hablar del capell¨¢n militar". Los espa?oles perros de la guerra nunca fueron muchos, precisa, y actualmente no llegan a 10.
En su libro, el autor pasa revista a los mercenarios m¨¢s famosos y sus peripecias. Entiende que el mercenario est¨¦ mal visto en general, pero cree que el estereotipo no se ajusta a la realidad. "El mercenario de los a?os sesenta, en la guerra fr¨ªa, serv¨ªa muy a menudo a su propio pa¨ªs, recib¨ªa instrucciones de los servicios secretos y combat¨ªa en apoyo de la facci¨®n que apoyaba su patria de origen". Luego, el mercenario se degrada. "La intervenci¨®n en Angola es el punto de inflexi¨®n". All¨ª destac¨® Costas Giorgiu, el coronel Callan, un psic¨®tico, responsable de la masacre de Maquela, donde asesin¨® a sus propios mercenarios biso?os. "Deterior¨® mucho la imagen del mercenario", dice Ma?es meneando la cabeza.
La deriva de los mercenarios m¨¢s famosos como Hoare y Denard, que apoyaron golpes en Seychelles, Comores y donde fuera, envileci¨® tambi¨¦n un oficio ya de por s¨ª poco edificante, propagando la estampa del mercenario golpista. El autor de Soldados sin bandera opina que el mercenario cl¨¢sico ya no es sino un personaje literario o cinematogr¨¢fico, sustituido en las guerras de verdad por las compa?¨ªas militares privadas tipo Blackwater. "El mercenario actual es un subcontratado de la guerra sin la aureola existencialista, aventurera y legendaria de los viejos mercenarios dejados tan a menudo a su suerte en condiciones infernales".
Aquellos mercenarios ven¨ªan de las guerras coloniales y lucharon en parajes ex¨®ticos. "Esencializan el mito del soldado perdido". Ma?es parece casi sentir nostalgia. En fin, no ser¨ªan todos rescatadores de monjas amenazadas por los simba, como el Curry de Rod Taylor. "Pero algo hubo en realidad de eso, los actos de salvajismo de los simba y los balubas fueron terribles".
Babelia
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