Gana Halloween
?Cu¨¢ndo empieza una tradici¨®n? En The Invention of Tradition, una estupenda recopilaci¨®n editada por Eric Hobsbawm y Terence Ranger (traducci¨®n castellana en Cr¨ªtica), se demuestra que algunas de las que cre¨ªamos arraigadas desde "tiempos inmemoriales" no han recibido la sanci¨®n de los siglos, sino que, en realidad, se iniciaron en ¨¦pocas recientes. El libro proporciona numerosos ejemplos, como los que se refieren a los "ancestrales" rituales implementados por la monarqu¨ªa brit¨¢nica a partir de la era victoriana, pero podr¨ªamos encontrar muchos m¨¢s. Todos los nacionalismos, por ejemplo, han fundado, readaptado o reinterpretado una panoplia de "tradiciones" y costumbres que sirven para afianzar su diferencia y su hambre de libertad.
La Iglesia ya deber¨ªa haberse dado cuenta de que en el gigantesco hipermercado espiritual cada uno se las arregla como puede
Estos d¨ªas, y con ocasi¨®n de la fiesta de Halloween, se ha recrudecido de manera significativamente coordinada, desde los p¨²lpitos y la opini¨®n cat¨®lica, el rechazo de la Iglesia a lo que considera importaci¨®n de una celebraci¨®n espuria que vendr¨ªa a "contaminar" la de Todos los Santos. Al parecer, olvidan que hay tradiciones que se inician como aut¨¦nticas contra-tradiciones. Y que la conmemoraci¨®n del primer d¨ªa de noviembre quiz¨¢s tenga un origen de esa clase; no nos debe extra?ar, dado el talento hist¨®rico acreditado por el cristianismo en la reconversi¨®n de arraigados cultos "paganos".
Cuando los evangelizadores llegaron a Irlanda (siglo IV), se encontraron con que all¨ª exist¨ªa una tradici¨®n muy asentada en viejos mitos celtas: las celebraciones del Samhain sancionaban el fin del buen tiempo y de las cosechas, y el comienzo de los d¨ªas fr¨ªos y oscuros, el momento en que los demonios y todos los hijos de la noche, incluyendo a los muertos, sal¨ªan de sus escondrijos y regresaban al mundo de los vivos. Las hogueras y el ritual serv¨ªan para exorcizarlos o hacerlos propicios. La Iglesia supo adaptar la fiesta a sus propias estrategias pastorales y, seg¨²n sugiere Frazer en La rama dorada (Fondo de Cultura), lo hizo a lo largo de los siglos VIII y IX con la introducci¨®n de dos solemnidades sucesivas: la de Todos los Santos (1 de noviembre), en la que se conmemora a los santos "menores", y la de los Fieles Difuntos (2 de noviembre) en la que se rinde culto a los muertos y a la Iglesia "purgante", es decir, a los difuntos que todav¨ªa tienen que purificarse (aunque ahora solo sea del "fuego interior" al que Benedicto XVI ha reducido el antes bastante dantesco Purgatorio).
De modo que s¨ª ha habido "contaminaci¨®n", pero de ida y vuelta. El cristianismo instituy¨® una fiesta especial para el culto de los muertos (que en algunos lugares, como M¨¦xico, se fecund¨® a su vez con antiqu¨ªsimos cultos aut¨®ctonos), y el Samhain se cristianiz¨® a su manera y subsisti¨® transformado en Halloween (contracci¨®n de All Hallow's Eve, es decir, "v¨ªspera de Todos los Santos"). La celebraci¨®n "importada" que entusiasma a los ni?os y que tanto irrita a la Iglesia es una derivada de aquella lejan¨ªsima en la que no hab¨ªa ni trucos ni tratos. Halloween, tal como ahora lo conocemos, es una "tradici¨®n" fundada hace poqu¨ªsimo: hacia 1920 los inmigrantes irlandeses en Estados Unidos "readaptaron" el olvidado Samhain al gusto americano y lo fueron revistiendo de esa parafernalia consumista, tan del gusto de los centros comerciales, que es la que ha facilitado su globalizaci¨®n. Y con ¨¦xito: el desfile de zombis, brujas, monstruos, vampiros y psic¨®patas con motosierra -a cuya difusi¨®n planetaria tanto ha contribuido la saga de pel¨ªculas slasher iniciada con La noche de Halloween (John Carpenter, 1978)- sirve, de paso, para conjurar angustias muy contempor¨¢neas por el viejo procedimiento de jugar a burlarse de ellas. La Iglesia, cuyos templos europeos se vac¨ªan, ya deber¨ªa haberse dado cuenta de que en el gigantesco hipermercado espiritual de nuestro tiempo cada uno se las arregla como puede. Sobre todo si no encuentra ni respuesta ni consuelo en tradiciones no inventadas.
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