Presidentes
Que un presidente no es un l¨ªder de la oposici¨®n es algo que tuvo que aprender Zapatero abruptamente. En los primeros tiempos de su presidencia vivi¨® en un terreno abonado por la ilusi¨®n; con un pa¨ªs que parec¨ªa prosperar m¨¢gicamente, sin que nadie supiera de d¨®nde sal¨ªa el dinero y donde al jefe de Gobierno le bastaban dos tardes para entender una econom¨ªa que crec¨ªa sola, el presidente tuvo la oportunidad de disfrutar del mandato y su reverso, de ser jefe e indio, mandam¨¢s y opositor. Pero la realidad se impuso: cuando el obligado ejercicio de la diplomacia le ense?¨® los colmillos hubo de recular y tratar de borrar aquel gesto de no levantarse al paso de la bandera americana; cuando la crisis agu¨® la fiesta, tanto el presidente como nosotros, los que escribimos, y ustedes, los que leen, fuimos conscientes de que no podemos opinar sin entender algo de econom¨ªa; cuando la cosa se puso fea se dejaron a medias asuntos que parec¨ªan fundamentales, como la ley de memoria hist¨®rica o la de dependencia.
Ahora le toca a Rajoy. Todo indica que va a ser el pr¨®ximo presidente. Pero est¨¢ claro que a¨²n es el tiempo en que desea ser presidente y lo contrario. El futuro l¨ªder del Gobierno vivir¨¢ durante un a?o culpando a los socialistas de todos los males, una inercia que le ha funcionado de perlas mientras hac¨ªa oposici¨®n. Tambi¨¦n es posible que al principio pueda ampararse en esos ejercicios de equilibrio que le han permitido ser moderado en ocasiones dejando que el sector m¨¢s reaccionario de su partido le hiciera el trabajo sucio. Su luna de miel en el poder durar¨¢ poco. El hombre que no habla tendr¨¢ que expresar de una pu?etera vez qui¨¦nes van a ser las v¨ªctimas de esta crisis, tendr¨¢ que v¨¦rselas en Europa y tendr¨¢ que olvidarse de Zapatero como socorrido recurso dial¨¦ctico. Solo entonces sabremos qui¨¦n es el verdadero Mariano.
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