La tr¨¢gica historia del garrote vil
La Universidad Camilo Jos¨¦ Cela expone la m¨¢quina original para aplicar la pena de muerte en Espa?a, un tema que se debatir¨¢ en unas jornadas
Antonio L¨®pez Sierra viv¨ªa en la calle de San Andr¨¦s, en el barrio de Malasa?a. Era com¨²n verle acodado en la barra de las tabernas de la zona. Su mujer, analfabeta, con la que regentaba la porter¨ªa de un edificio, lo ve¨ªa leer El Caso, un peri¨®dico de sucesos, y pensaba que se hab¨ªa convertido en un intelectual. En realidad, L¨®pez Sierra estaba trabajando mientras hojeaba el semanario: durante 26 a?os (entre 1949 y 1975) fue el verdugo titular de la audiencia territorial de Madrid.
"Era un personaje muy peculiar. Insist¨ªa siempre en que se le llamara ejecutor de la justicia", cuenta el soci¨®logo Miguel ?ngel Almod¨®var. "Hab¨ªa tenido condenas como delincuente com¨²n y no hab¨ªa terminado al otro lado del garrote casi por azar. Lo que un¨ªa a v¨ªctima y verdugo en esa ¨¦poca era la miseria. Las piruetas del destino era lo ¨²nico que hab¨ªa colocado a uno y a otro en cada lado", se?ala Almod¨®var. L¨®pez Sierra pas¨® tristemente a la historia por ser el ¨²ltimo verdugo espa?ol, encargado de agarrotar al anarquista Salvador Puig Antich en la c¨¢rcel Modelo de Barcelona en 1974.
En los encuentros se escrutar¨¢ la personalidad del ¨²ltimo verdugo
La pena de muerte en Espa?a fue abolida en 1978 y el garrote vil, la siniestra maquinaria con la que se le part¨ªa el cuello a los sentenciados, qued¨® arrumbado en los s¨®tanos del juzgado. Este mes, por primera vez, una universidad, la Camilo Jos¨¦ Cela, expone un garrote original, el de la audiencia de Valladolid, que sirvi¨® para ejecutar a numerosos reos. La exposici¨®n, en la que tambi¨¦n hay una r¨¦plica de una silla el¨¦ctrica y un sarc¨®fago de tortura de la Inquisici¨®n, ser¨¢ el preludio de unas jornadas sobre la pena de muerte y los derechos humanos (d¨ªas 17, 18 y 19) que organiza el periodista y escritor Francisco P¨¦rez Abell¨¢n, director del Departamento de Criminolog¨ªa de esta universidad. P¨¦rez Abell¨¢n destaca que el funcionamiento del garrote es desconocido incluso para jueces o polic¨ªas. En las jornadas participar¨¢n expertos en la materia, entre los que se encuentra Almod¨®var, quien ha indagado en lo m¨¢s profundo del alma de los verdugos.
P¨¦rez Abell¨¢n ha constatado a la hora de montar la exposici¨®n que a¨²n existe una Espa?a retr¨®grada a la que le cuesta mirarse en el espejo. "Hice numerosas gestiones con miembros del Tribunal Supremo para que me prestasen un garrote vil de los que guardan. Se van a utilizar para el estudio y la comprensi¨®n de la historia criminal y judicial de este pa¨ªs. No es por morbo gratuito. Aun as¨ª me dijeron que no y que no. Ser investigador en este pa¨ªs es muy complicado. Parece que algunos se sienten responsables directos de lo que se hizo en el pasado".
Es un pasado al que pertenece L¨®pez Sierra. Muri¨® a los 73 a?os, pero antes ejecut¨® al asesino Jos¨¦ Mar¨ªa Jarabo y a la envenenadora de Valencia, Pilar Prades. Al conocer que ten¨ªa que matar a una mujer puso reparos: "Ejecutar a una mujer es peor que ejecutar a 30 hombres. Tener que hacerlo con una mujer es lo m¨¢s duro, y m¨¢s con una muchacha joven de carnes tan blancas como aquella", confes¨® al escritor Daniel Sueiro. El verdugo pas¨® la noche antes de la ejecuci¨®n tomando co?ac y a la hora de la verdad tuvieron que llevarle a rastras para que diese una vuelta y media a la manivela del garrote.
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