El enigma tiene el rostro de Ruth y Jos¨¦
Hay decenas de retratos de los ni?os desaparecidos en C¨®rdoba, esparcidos por la casa registrada infructuosamente por la polic¨ªa. Son la ¨²nica huella de ambos al cabo casi de un mes
La casa parece un enorme museo. O tal vez un recargado santuario. Ruth y su hermanito Jos¨¦ sonr¨ªen desde docenas de fotos enmarcadas en el sal¨®n, en im¨¢genes colgadas en las paredes de las habitaciones, en fotos que decoran los ba?os... Hay retratos de los dos ni?os hasta en la cocina. Son, hoy por hoy, la ¨²nica presencia de ambos desde que hace casi un mes desaparecieran supuestamente en un parque de C¨®rdoba. Sin embargo, la polic¨ªa cree que en realidad su rastro se pierde en esta casa de dos plantas del pol¨ªgono Las Quemadas, donde a primeras horas de la tarde del 8 de octubre estuvieron con su padre, Jos¨¦ Bret¨®n. El jueves y viernes pasado, los agentes rastrearon la vivienda -y otra aneja m¨¢s peque?a- convencidos de que los suelos, los techos y las paredes de esas casas escond¨ªan la clave para resolver el enigma. ?D¨®nde est¨¢ Ruth, de seis a?os? ?D¨®nde est¨¢ su hermanito Jos¨¦, de solo dos? Nadie lo sabe. Nadie los ha visto. Ni vivos ni muertos.
"Estoy seguro de que aqu¨ª no est¨¢n mis hijos", dijo el padre de los ni?os a su abogado cuando rastreaban la finca
Los chiquillos fueron recogidos por su padre el pasado 7 de octubre en Huelva, donde viv¨ªan con su madre, la veterinaria Ruth Ortiz. El matrimonio andaba mal desde tiempo atr¨¢s y hace un par de meses la crisis conyugal estall¨® en toda su crudeza. Por eso, los peque?os conviv¨ªan con su mam¨¢ los d¨ªas laborables y con el pap¨¢ durante los fines de semana.
Aquel fin de semana, Jos¨¦, exsoldado en Bosnia, recogi¨® a los ni?os en Huelva y se traslad¨® a C¨®rdoba. Todo normal. Hasta que el s¨¢bado 8 de octubre telefone¨® a la polic¨ªa y asegur¨® que los hab¨ªa perdido en el parque Cruz Conde. "Me sent¨¦ un minuto, me distraje y de repente los chiquillos ya no estaban". Eso ha sido casi lo ¨²nico que ha dicho Bret¨®n desde entonces. "Se me perdieron y no s¨¦ nada m¨¢s", es lo que ha repetido una y mil veces este hombre menudo, ensimismado e impasible. Lo ha mantenido de forma invariable ante la polic¨ªa y ante el juez.
El pasado jueves, Bret¨®n fue sacado bien de ma?ana de la c¨¢rcel de C¨®rdoba, donde est¨¢ preso desde el 21 de octubre, acusado del secuestro de sus hijos. Lo llevaron al chal¨¦ familiar del pol¨ªgono de Las Quemadas. All¨ª esperaban los inspectores de homicidios, la secretaria judicial, los t¨¦cnicos del georradar llamados para rastrear la finca y un grupo de periodistas alertados de lo que iba a ocurrir. Estando esposado y con la mirada ausente, el abogado del padre de los ni?os, Jos¨¦ Mar¨ªa S¨¢nchez de Puerto, le interpel¨® antes de empezar: "Mira, Jos¨¦, no nos encontraremos aqu¨ª con alguna sorpresa...". Bret¨®n le replic¨®: "Don Jos¨¦ Mar¨ªa, yo estoy seguro de que aqu¨ª no est¨¢n mis hijos". Una frase aislada y enigm¨¢tica que quiz¨¢s quiere decir mucho o quiz¨¢s no quiere decir nada.
Luis Avial, el propietario de la empresa C¨®ndor, encendi¨® su georradar y empez¨® a rastrear los suelos del gran chal¨¦ de 10 habitaciones por planta -tiene dos- en busca de alg¨²n indicio que delatara los cuerpos de los ni?os. Nada. Lo mismo hizo en la casa aneja, de unos 90 metros. Nada. Solo una leve anomal¨ªa en el solado, lo que hizo que fueran retiradas varias plaquetas de cer¨¢mica para ver qu¨¦ hab¨ªa debajo. Result¨® que lo detectado por el georradar no era m¨¢s que un grueso pegote de hormig¨®n.
El chal¨¦ fue construido a?os atr¨¢s por Bret¨®n, con sus propias manos, en un solar de su padre, Bartolom¨¦, alba?il jubilado. Por eso, conoce cada recoveco, cada ladrillo, cada viga como si fueran m¨²sculos y nervios de su propio cuerpo. Pese a su habitual mutismo, durante la inspecci¨®n indic¨® a los polic¨ªas por qu¨¦ hab¨ªa utilizado ese tipo de ladrillo, c¨®mo hab¨ªa logrado colocar una vigueta de hierro en un lugar casi imposible o c¨®mo hab¨ªa salvado un desnivel del terreno... Ese conocimiento tan exacto de la construcci¨®n hab¨ªa sido precisamente lo que hab¨ªa hecho saltar las alarmas de los investigadores: ?si conoce cada mil¨ªmetro de la casa como la palma de su mano, no pudo haber aprovechado cualquier resquicio, cualquier oquedad, para ocultar a los ni?os?
T¨¦cnicos policiales agujerearon los falsos techos de escayola de la vivienda e introdujeron por los orificios una camarita de fibra de vidrio para ver si all¨ª hab¨ªa alg¨²n rastro de los menores desaparecidos. Resultado negativo. Vinieron agentes de la brigada de subsuelo e inspeccionaron un viejo pozo. Resultado negativo. Bret¨®n, impasible, observaba el ir y venir de los especialistas y a veces les daba indicaciones o les ayudaba a apartar los cientos de juguetes infantiles diseminados por los suelos y los muebles.
"Sabemos que Bret¨®n estuvo con sus hijos en el chal¨¦ de Las Quemadas. Las llamadas efectuadas con su tel¨¦fono m¨®vil confirman que estuvo all¨ª el d¨ªa de la desaparici¨®n de los chicos. Hay un par de horas en las que no sabemos muy bien qu¨¦ hizo. Pero creemos que no se movi¨® de all¨ª. En cualquier caso, en ese espacio de tiempo resulta muy dif¨ªcil irse muy lejos de C¨®rdoba". Esa es la explicaci¨®n de la polic¨ªa a su empecinamiento en rastrear una y otra vez el chal¨¦ y el naranjal colindante.
Durante las ¨²ltimas cuatro semanas, los encargados del caso han buscado rastros de Ruth y Jos¨¦ en graveras y viejas canteras pr¨®ximas a C¨®rdoba, tras recibir varias llamadas de ciudadanos deseosos de colaborar en el esclarecimiento de un asunto que tiene conmocionada a la ciudadan¨ªa.
Ante la falta de noticias positivas, la familia materna de los ni?os ha convocado para el pr¨®ximo martes manifestaciones y concentraciones de solidaridad en todas las capitales andaluzas, coincidiendo con la fecha en que se cumple el primer mes de la misteriosa desaparici¨®n.
"El tema va para largo", vaticin¨® un mando policial en los primeros d¨ªas del supuesto extrav¨ªo de los dos hermanos. No se equivoc¨®. La falta de hilos de los que tirar hace temer que el enigma se prolongue en el tiempo. Nadie se atreve a¨²n a caer en el pesimismo ni la desesperanza. Pero ah¨ª est¨¢n en la memoria colectiva otras desapariciones de menores jam¨¢s aclaradas: la de Yeremi Vargas, desaparecido en 2007 cuando jugaba en un solar de Vecindario (Gran Canaria) o la adolescente Sara Morales, que no ha vuelto a ser vista desde 2006 en Las Palmas. Y otros m¨¢s antiguos y, si cabe, a¨²n m¨¢s inextricables, como el ni?o Juan Pedro Mart¨ªnez desaparecido en 1986 en Somosierra (Madrid) cuando volc¨® el cami¨®n en que viajaba con su padre y David Guerrero, el conocido ni?o pintor de M¨¢laga, al que parece que se lo hubiera tragado la tierra en 1987.
La Unidad central de Delincuencia Especializada y Violenta, que tiene ante s¨ª el agudo reto de localizar a Ruth y a Jos¨¦, sospecha que el padre de ambos tiene la clave que desvelar¨ªa la inc¨®gnita. Pero este hombre, exmilitar, excamionero, exconductor de ambulancias, parece ajeno a todo. "No s¨¦ por qu¨¦ estoy aqu¨ª. Todo es culpa de mi exmujer, que me quiere arruinar la vida", ha comentado a sus compa?eros de la c¨¢rcel de C¨®rdoba, ante los que en ning¨²n momento ha expresado angustia por la suerte -o la desgracia- de sus hijos. El misterio contin¨²a. -
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