Secretos de oligarcas
El juicio que enfrenta en Londres a Bor¨ªs Berezovski y Rom¨¢n Abram¨®vich, magnates rusos del petr¨®leo, destapa un mundo oculto de chantajes, favores y muertes sospechosas
Se conocieron en un yate en el Caribe en 1994. Durante a?os hicieron negocios juntos, pero todo cambi¨® con la llegada del nuevo siglo. Sus caminos se separaron y con el tiempo creci¨® entre ellos el odio y el desprecio mutuo. El divorcio definitivo se est¨¢ dirimiendo estos d¨ªas en el Tribunal Comercial de Londres, con los mejores espadachines de la plaza defendi¨¦ndoles con la m¨¢s eficaz de las defensas: el ataque. No es una historia de amores contrariados, es la historia de dos oligarcas, gente que se hizo millonaria de la nada con el cambio de r¨¦gimen en la extinta Uni¨®n Sovi¨¦tica. Es la historia de la extra?a relaci¨®n que uni¨® y separ¨® a Bor¨ªs Berezovski y Rom¨¢n Abram¨®vich.
No era esta una relaci¨®n de pareja, sino de padre e hijo. O m¨¢s bien de padrino y ahijado. Bor¨ªs Abram¨®vich Berezovski ya era un oligarca y cada vez cortaba m¨¢s bacalao en el Kremlin cuando se cruz¨® en su vida Rom¨¢n Arkadievich Abram¨®vich. Empez¨® a cimentar su fortuna en los a?os de la perestroika de Mija¨ªl Gorbachov. En 1989 fund¨® una empresa de autom¨®viles junto a Badri Patarkatsishvili, un georgiano de aspecto algo extravagante al que a partir de entonces quedar¨ªa asociado y cuya sospechosa muerte en su mansi¨®n inglesa en 2008 no deja de planear estos d¨ªas como un fantasma por el Tribunal Comercial de Londres.
Abram¨®vich se ha comprado el Chelsea, su yate no cabe en el puerto de M¨®naco y vuela en su Boeing 767
Berezovski reclama a su antiguo amigo 4.500 millones porque le oblig¨® a vender unas acciones a bajo precio
El tercer oligarca del grupo muri¨® en su casa de Surrey tras avisar a Abram¨®vich de que ten¨ªa algo clave que contarle
La vista judicial es una ventana abierta a un mundo de reuniones y relaciones mafiosas que parecen de pel¨ªcula
Berezovski empez¨® con los coches -con la f¨®rmula infalible en aquella ¨¦poca de comprar a precio ruso y vender a precio occidental- y consolid¨® dinero e influencia pol¨ªtica con los medios, sobre todo la televisi¨®n, antes de dar el triple salto mortal de entrar en el negocio que de verdad ha hecho hipermillonarios a tantos oligarcas rusos, y desde luego tambi¨¦n a Abram¨®vich: el petr¨®leo y el aluminio.
Todo el embrollo legal de estos d¨ªas gira en torno a la reclamaci¨®n de Berezovski de que Abram¨®vich le forz¨® a vender a bajo precio su participaci¨®n en Sibneft, la sexta petrolera rusa, de la que ellos dos y Patarkatsishvili -o "Roma, Borya y Badri", como les llamaban entonces a los tres- tomaron el control entre 1995 y 1997 gracias las privatizaciones impulsadas por el entonces presidente Bor¨ªs Yeltsin. Se aprovech¨®, dice Berezovski, de que su ca¨ªda en desgracia en el Kremlin le oblig¨® a abandonar Rusia. Berezovski sostiene que Abram¨®vich le oblig¨® a vender por 1.300 millones de d¨®lares (940 millones de euros) unas acciones que val¨ªan much¨ªsimo m¨¢s, con la amenaza de conseguir que el entonces presidente Putin se las expropiara.
Quiz¨¢s la diferencia entre Bor¨ªs y Rom¨¢n es que a Berezovski no solo le interesaba el dinero, sino tambi¨¦n la pol¨ªtica. Y eso le convirti¨® en un peligro para Putin, el hombre elegido por Yeltsin para sucederle en la presidencia de Rusia. Describiendo el creciente enfriamiento de las relaciones entre Putin y Berezovski, la periodista Pilar Bonet escrib¨ªa en marzo de 2000: "Berezovski entra y sale del Kremlin a su antojo, pero Putin relativiza sus relaciones con ¨¦l. Asegura reunirse con el empresario menos de una vez al mes y por iniciativa de este. El presidente atribuye 'una viva inteligencia y muchas propuestas' a Berezovski, pero considera 'irreales e ineficaces' sus propuestas sobre Chechenia". Una descripci¨®n que se asemeja al medio cumplido que le ha echado estos d¨ªas Rom¨¢n a Bor¨ªs, al que ha definido como "brillante pero inconsistente".
Desde que se conocieron en 1994, Bor¨ªs y Rom¨¢n han cambiado los papeles. Bor¨ªs ha pasado de poderoso oligarca, componedor de conglomerados industriales, intermediario con los caudillos chechenos y hombre de confianza del Kremlin a un exiliado en Londres, con la cabeza casi siempre en Mosc¨² y aparentemente no muy lejos de agotar su fabulosa fortuna. Y Rom¨¢n ya no es aquel muchacho de aspecto extra?amente t¨ªmido y mofletes regordetes, sino un multimillonario perfectamente integrado en la jet-set global que cura sus ansias narcisistas como propietario del Chelsea Football Club y dejando que el mundo se muera de envidia admirando a su hermosa pareja y haciendo cuentas sobre cu¨¢ntos yates y cu¨¢ntas mansiones tiene desparramados por el mundo.
Pero la gloria puede ser ef¨ªmera en el mundo global del siglo XXI y a veces parece que para Bor¨ªs Berezovski el juicio de Londres no tiene solo el objetivo del dinero, sino la destrucci¨®n de esa imagen glamourosa que Abram¨®vich ha ido construyendo paso a paso, tan lejana a la del joven anodino, aunque probablemente ya millonario, al que un pol¨ªtico ruso confundi¨® con un camarero en una recepci¨®n de la hija de Bor¨ªs Yeltsin.
Las dos partes han elegido el ataque como arma defensiva, pero han de hacerlo con cuidado para no incriminarse a s¨ª mismos. La tesis de Bor¨ªs es que Rom¨¢n es un disc¨ªpulo que se convirti¨® en amigo y al que ayud¨® en la vida como se ayuda a un hijo. La de Rom¨¢n es que Bor¨ªs era un cacique de la ¨¦poca al que se acerc¨® para obtener su protecci¨®n pol¨ªtica y f¨ªsica, y que en la relaci¨®n entre ambos nunca hubo amistad: solo intereses compartidos. Y que si le pag¨® lo que le pag¨® no fue para comprar sus acciones, sino para pagar la protecci¨®n que le hab¨ªa dado. Y, aunque no lo ha dicho as¨ª, si le dej¨® de pagar es porque pens¨® que Berezovski ya no era ni ¨²til ni peligroso.
Para el resto del planeta, el juicio significa una inesperada ventana abierta a un mundo que solo se ve en las pel¨ªculas, lleno de reuniones mafiosas en lugares paradis¨ªacos o en lugares apartados y alejados de la chusma en los que los ricos se citan para verse sin perder el tiempo, como un helipuerto o ese aeropuerto parisiense para nuevos y viejos ricos en que se han convertido las instalaciones de Le Bourget, donde solo aterrizan aviones privados de la jet-set.
Un mundo tan alejado de la realidad, de la vida cotidiana, que las cifras que se manejan son estratosf¨¦ricas. Berezovski le reclama a Abram¨®vich casi 4.500 millones de euros. Este dice que le ha pagado a Berezovski m¨¢s de 1.800 millones de euros por sus contactos y porque le daba "protecci¨®n pol¨ªtica y f¨ªsica", pero todo eso "no era bastante para ¨¦l". "Nuestra relaci¨®n de negocios ya se hab¨ªa acabado y ¨¦l segu¨ªa trat¨¢ndome como su vaca lechera y esperaba que cubriera todos sus gastos", se queja Rom¨¢n.
En su primer d¨ªa de declaraci¨®n en el juicio, el lunes pasado, Abram¨®vich intent¨® presentarse como una persona modesta que se ha ganado lo que tiene "trabajando duro". Hijo de jud¨ªos lituanos que se vieron forzados a trasladarse al norte de Rusia, Abram¨®vich se qued¨® hu¨¦rfano siendo un ni?o, se cri¨® con unos parientes y admiti¨® que nunca acab¨® sus estudios secundarios, aunque tambi¨¦n asegur¨® que se diplom¨® en leyes por correspondencia.
Los or¨ªgenes de su inmensa fortuna siguen siendo oscuros. Aprovech¨® el dinero que les regal¨® su suegro cuando se cas¨® con su primera mujer para invertirlo en el mercado negro. Con esas ganancias fund¨® un negocio de juguetes de pl¨¢stico. Y de ah¨ª salt¨® sin red al mundo de las privatizaciones, el petr¨®leo y el aluminio, en operaciones de cientos de millones de d¨®lares.
Hay ah¨ª un inquietante vac¨ªo que el abogado de Berezovski, Laurence Rabinowitz, intent¨® llenar con puro veneno al mostrarle a Abram¨®vich un papel con unas notas manuscritas de Stephen Curtis, el brillante abogado que ide¨® el entramado fiscal de otro oligarca ca¨ªdo en desgracia, Mija¨ªl Jodorkovski, y que muri¨® en un sospechos¨ªsimo accidente en su propio helic¨®ptero en marzo de 2004, apenas unos d¨ªas despu¨¦s de que alertara a unos amigos de que tem¨ªa por su vida. La nota se tom¨® en 1995 durante una reuni¨®n de Curtis con Abram¨®vich y uno de sus socios de la ¨¦poca, Eugene Shvidler, y conten¨ªa palabras como "UAE" (Emiratos ?rabes Unidos), "Angola", "tanques", "recambios MIG" (el c¨¦lebre avi¨®n de caza sovi¨¦tico).
"?Estaba usted metido en el comercio de armas en 1995?", le pregunt¨® Rabinowitz a Abram¨®vich. "Nunca estuve en el comercio de armas. En la Federaci¨®n Rusa, el comercio de armas es una prerrogativa del Estado y solo del Estado", respondi¨® el oligarca.
En otro momento, Rabinowitz record¨® que Abram¨®vich hab¨ªa sido investigado en 1992 por fraude en torno a un cargamento de combustible di¨¦sel, a lo que este respondi¨® que se trat¨® de un malentendido y que el caso se retir¨® sin que llegara a ser acusado. El abogado aludi¨® en otro momento a la sospechosa muerte, "en circunstancias dif¨ªciles... ahogado", del gerente de una refiner¨ªa de petr¨®leo que se opon¨ªa a la entrada de Abram¨®vich en la compa?¨ªa.
Tambi¨¦n Abram¨®vich ha intentado hurgar en el armario del pasado de Berezovski para insinuar que tiene las manos manchadas de sangre. Aunque sin citar a su antiguo padrino, dio p¨¢bulo a los rumores de que el tercer oligarca del grupo, Patarkatsishvili, fue asesinado. En la larga declaraci¨®n escrita que ha presentado al juez, Abram¨®vich asegura que el georgiano le llam¨® un d¨ªa muy agitado y le pidi¨® cita para contarle personalmente algo muy importante. Al d¨ªa siguiente se desplom¨®, muerto, en su mansi¨®n cerca de Leatherhead (Surrey), en febrero de 2008.
Abram¨®vich ha acusado directamente a su rival de tener conexiones con g¨¢nsteres chechenos e incluso ha asegurado que fue ¨¦l, y no Berezovski como todo el mundo cree, quien ayud¨® a liberar a dos brit¨¢nicos secuestrados en Chechenia en 1997 pagando su rescate. Tambi¨¦n ha intentado echar mierda sobre su rival al asegurar que era muy "reacio" a entrar en el negocio del aluminio porque en esa industria se asesinaba a alguien cada tres d¨ªas, como dando a entender que Berezovski nunca tuvo esos escr¨²pulos.
Curiosamente, aunque niega que fueran socios en la pol¨¦mica compra de Sibneft, s¨ª atribuye a Berezovski un papel clave para el ¨¦xito de la operaci¨®n. "Si no hubiera sido por el se?or Berezovski nunca podr¨ªamos haber participado en aquella subasta", ha reconocido. "Comparado con el se?or Berezovski, yo no era nadie", ha dicho. Pero insiste en que Berezovski no ten¨ªa acciones de la compa?¨ªa que ¨¦l vendi¨® despu¨¦s por 13.000 millones de d¨®lares (unos 9.400 millones de euros).
Y ha negado tambi¨¦n el significado de unas palabras suyas en una reuni¨®n que tuvo en diciembre de 2000 en un sal¨®n del aeropuerto parisiense de Le Bourget con Berezovski y Patarkatsishvili, que fue grabada y cuya transcripci¨®n forma parte de los documentos del juicio de Londres. En esa reuni¨®n, en una ¨¦poca en la que Berezovski ya ten¨ªa problemas con Putin, discuten su participaci¨®n en el 50% de Rusal. Berezovski dice que habr¨ªa que legalizar esa participaci¨®n. Para Berezovski, eso significa reconocer sus acciones en la compa?¨ªa. Para Abram¨®vich, clarificar las comisiones que le corresponden a Berezovski.
"No podemos hacer nada con el aluminio", dice Abram¨®vich, seg¨²n la versi¨®n publicada en su d¨ªa por The Sunday Times. "?Por qu¨¦ no?", le pregunta Berezovski. "Porque nosotros solo tenemos el 50%", replica Abram¨®vich. "La otra parte tiene que estar de acuerdo". Cuando en el tribunal le han preguntado esta semana por qu¨¦ dice "nosotros" en lugar de decir "yo", se ha amparado en el plural mayest¨¢tico. "Siempre digo nosotros. No me gusta decir yo", ha explicado.
Rom¨¢n Abram¨®vich ha hecho gala de una sorprendente tendencia a la modestia en un hombre al que Forbes atribu¨ªa en marzo pasado una fortuna de 13.400 millones de d¨®lares. En su declaraci¨®n en el Tribunal Comercial de Londres, Abram¨®vich se ha declarado sorprendido por el "estilo de vida" que llevaba Berezovski cuando le conoci¨®.
Un comentario chocante para un hombre que en ese mismo juicio ha dicho entre risas que no sabr¨ªa decir si uno de sus socios en los negocios es rico porque "es para m¨ª muy dif¨ªcil decir cu¨¢ndo una persona es rica y cu¨¢ndo no es rica". Un hombre que tiene un yate tan grande que no le permiten atracarlo en el puerto de M¨®naco; que dispone de un ej¨¦rcito privado para protegerle; que entre otros aviones privados tiene un Boeing 767 y un Airbus A-340; que tiene docenas de coches y casas por medio mundo; que no solo le ha montado una inmensa galer¨ªa de arte en Mosc¨² a su compa?era del momento, Dasha Zukova, sino que en 24 horas se gast¨® 86 millones de d¨®lares (62 millones en euros) en un cuadro de Francis Bacon y 34 millones (unos 24 al cambio en euros) en uno de Lucien Freud; y que despu¨¦s de asistir a un partido en un palco del Manchester United decidi¨® que quer¨ªa comprarse un equipo de f¨²tbol y se compr¨® el Chelsea.
El abogado Rabinowitz le record¨® algunas de sus propiedades inmobiliarias, desde su inmensa casa de Knightsbridge, en el centro de Londres, a su finca de West Sussex o su castillo franc¨¦s que en su d¨ªa perteneci¨® a los duques de Windsor, antes de preguntarle cu¨¢ndo adopt¨® ese estilo de vida. "Creo que cuando compr¨¦ el Chelsea eso tuvo un impacto significativo en mi modo de vida", admiti¨® Rom¨¢n Abram¨®vich.
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