Boxeador, campe¨®n del mundo y ahora preso de conciencia
Zacar¨ªas Moumni, medalla de oro mundial de boxeo tailand¨¦s, lleva m¨¢s de un a?o encarcelado en Marruecos
Octubre de 1999. Zacar¨ªas Moumni, marroqu¨ª que ten¨ªa entonces 19 a?os, gana en La Valeta (Malta) el campeonato del mundo j¨²nior de light contact, una modalidad del boxeo tailand¨¦s. Moumni se exhibe orgulloso ante las c¨¢maras con su medalla de oro. La prensa de Marruecos ensalza al "primer marroqu¨ª, al primer africano" que logra tal distinci¨®n.
Septiembre de 2010. Moumni, que ten¨ªa entonces 30 a?os, desembarca en el aeropuerto de Rabat procedente de Par¨ªs. Es apresado por polic¨ªas vestidos de paisano, desaparece durante cinco d¨ªas y es, seg¨²n su relato, interrogado y torturado en Temara, la sede de la Direcci¨®n de Supervisi¨®n del Territorio (DST), la polic¨ªa secreta marroqu¨ª.
?Qu¨¦ ha pasado a lo largo de estos 11 a?os para que Moumni acabe con sus huesos en una celda de 45 metros cuadrados, sin luz el¨¦ctrica, que comparte con otros 49 reos en la prisi¨®n de Roumanni? ?Qu¨¦ ha pasado para que un boxeador apol¨ªtico se convierta en un preso de conciencia a ojos de ONG de derechos humanos como Amnist¨ªa Internacional o Human Rights Watch? El boxeador se ha empe?ado en obtener un puesto de funcionario en el Ministerio de la Juventud y de los Deportes o como profesor en alg¨²n instituto.
El boxeador dio la lata al rey de Marruecos para obtener un puesto de funcionario al que tiene derecho por ley
Un dahir (decreto real) de marzo de 1967, firmado por el rey Hassan II, estipula que el marroqu¨ª que sea campe¨®n del mundo en cualquier disciplina ser¨¢ funcionario de por vida en una administraci¨®n relacionada con el deporte. "Zacar¨ªas reivindic¨® aquello a lo que tiene derecho", asegura desde Par¨ªs su mujer, Taline, de nacionalidad francesa.
El campe¨®n empez¨® por solicitar su empleo con buenos modales, pero como no obten¨ªa satisfacci¨®n, levant¨® la voz. Se quej¨® ante las c¨¢maras de Al Yazira, en las p¨¢ginas del diario Al Ayam, ¨®rgano del Istiqlal (Partido de la Independencia), etc¨¦tera. Acab¨® denunciado la supuesta corrupci¨®n en el seno de la federaci¨®n marroqu¨ª de boxeo que le imped¨ªa conseguir su puesto de trabajo.
Moumni fue m¨¢s all¨¢ y se empe?¨® en abordar al rey Mohamed VI con motivo de sus frecuentes visitas a Francia para que le resolviera su problema. "?Qu¨¦ quiere este chico?", pregunt¨® el monarca a su entorno cuando el boxeador intentaba abrirse camino entre sus guardaespaldas. "Escr¨ªbame", le lanz¨® el soberano en otra ocasi¨®n.
Su insistencia dio resultado. Mohamed VI orden¨® en 2006 a su secretario particular, Mounir Majidi, uno de los hombres m¨¢s controvertidos de Marruecos, que recibiese al campe¨®n. "Sabes, Zacar¨ªas, el primer marroqu¨ª que gan¨® una medalla de plata en unos Juegos Ol¨ªmpicos, los de 1960, naci¨® en la pobreza y muri¨® en la pobreza", le dijo de entrada Majidi al boxeador. La entrevista no fue cordial, pero aun as¨ª Majidi prometi¨® a su interlocutor que su aspiraci¨®n ser¨ªa satisfecha y que cobrar¨ªa con efecto retroactivo el sueldo de funcionario que no percibi¨® durante los siete a?os transcurridos desde que conquist¨® su medalla. Se despidi¨®, siempre seg¨²n Moumni, prometiendo llamarle en el plazo de 10 d¨ªas para confirmarle lo acordado.
El campe¨®n no recibi¨® llamada telef¨®nica alguna, y cuando ¨¦l trat¨® de hacerlo, la secretar¨ªa de Majidi le contest¨® "que le estaba prohibido contactar" con el secretario particular. "Si insist¨ªa en hacerlo, acabar¨ªa teniendo problemas", le advirtieron, seg¨²n Taline, la esposa del boxeador.
Al a?o siguiente, Moumni logr¨® un empleo de entrenador en Francia, pero, cabezota, persist¨ªa en ser nombrado funcionario. Aprovech¨® las visitas reales para colocarse, a veces con pancartas, ante la residencia del monarca en Neuilly (Par¨ªs) o, en enero de 2010, ante el castillo de Betz. "All¨ª la seguridad marroqu¨ª le insult¨® y le amenaz¨®" ante los gendarmes franceses, recuerda Taline. La esposa justifica la testarudez del boxeador: "Sirvi¨® con orgullo a su pa¨ªs y se consideraba traicionado por ¨¦l", afirma. "Repet¨ªa: todos los cuidadanos tienen derechos y deberes. Yo cumpl¨ª con mi parte del contrato, pero el Estado marroqu¨ª olvid¨® la suya".
Pese a todo, Moumni quiso seguir boxeando como marroqu¨ª. El 27 de septiembre de 2010 viaj¨® a Rabat para solicitar a la Real Federaci¨®n Marroqu¨ª de Boxeo poder representarla en el campeonato del mundo de WKA (una modalidad de boxeo) que se iba a desarrollar ese oto?o en Edimburgo. No lleg¨® a formular nunca su petici¨®n. Desapareci¨® nada m¨¢s desembarcar.
A Moumni, seg¨²n un comunicado de Amnist¨ªa Internacional, "le vendaron los ojos, le esposaron y le sujetaron las piernas durante m¨¢s de 72 horas; no le dieron comida ni agua en cantidad suficiente; le desnudaron; fue sometido al m¨¦todo falaqa (golpes en la planta de los pies); fue pataleado, abofeteado, privado de sue?o, y le obligaron a permanecer de pie, de rodillas o atado a una silla mientras se le interrogaba".
Una semana despu¨¦s fue juzgado por estafa, sin que ning¨²n abogado pudiese defenderle, y condenado a tres a?os de c¨¢rcel. Bajo tortura y con los ojos vendados, Moumni hab¨ªa firmado una declaraci¨®n autoinculp¨¢ndose, siempre seg¨²n Amnist¨ªa Internacional. Dos marroqu¨ªes, que nunca comparecieron ante el tribunal y que no viven en las direcciones indicadas, lo denunciaron por haberles cobrado 1.200 euros a cada uno a cambio de conseguirles un empleo en Francia.
El tribunal de apelaci¨®n recort¨®, en enero, en seis meses la condena y, en junio, el Tribunal Supremo la anul¨®. Orden¨® que se celebrase un nuevo juicio en octubre, aunque el boxeador permanece en prisi¨®n. Los supuestos estafados tampoco acudieron y la vista oral ha sido aplazada hasta diciembre. Abderrahim Jamai, el letrado de Moumni, sospecha que los estafados no existen.
"Todo esto demuestra la instrumentalizaci¨®n de la justicia", explica este abogado, conocido por su incansable defensa de los derechos humanos. "El entorno del rey no quiere perder m¨¢s tiempo con este chaval al que debe considerar un par¨¢sito", a?ade. "Zacar¨ªas est¨¢ pagando el precio de sus denuncias en la prensa sobre la corrupci¨®n y la actitud de algunos miembros del entorno del monarca", concluye. De ah¨ª que varias ONG, marroqu¨ªes y extranjeras, se hayan solidarizado con ¨¦l.
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