La guerra de Mano Mala y Quanah Parker
Hijo de una mujer blanca raptada, el ¨²ltimo gran jefe comanche fue objeto de una fuerte expedici¨®n militar estadounidense. Extractos de un libro de S. C. Gwynne
Los hombres de raza blanca eran soldados de infanter¨ªa, caballer¨ªa y dragones, en su mayor¨ªa veteranos de la Guerra de Secesi¨®n, que ahora se encontraban transitando por los confines del universo conocido, iniciando la ascensi¨®n a las paredes almenadas de roca que daban paso al c¨¦lebre Llano Estacado, el nombre con el que V¨¢zquez de Coronado design¨® esa regi¨®n del oeste de Tejas, habitada exclusivamente por los indios m¨¢s hostiles del continente, y que pocos soldados estadounidenses hab¨ªan hollado. El llano era un lugar de desolaci¨®n extrema, un inmenso y mon¨®tono oc¨¦ano de hierba, sin caminos ni puntos de referencia, donde los rostros p¨¢lidos se desorientaban, se extraviaban y mor¨ªan de sed; un lugar sobre el que en su d¨ªa los soldados del imperio espa?ol hab¨ªan marchado confiados a la caza de comanches, para terminar descubriendo que eran ellos los cazados y masacrados. Ese oto?o de 1871, las tropas federales estaban de vuelta en la zona porque todo ten¨ªa un l¨ªmite; porque la tan cacareada "pol¨ªtica de paz" con los indios que quedaban vivos hab¨ªa sido un fracaso estrepitoso en t¨¦rminos de pacificaci¨®n; y, por ¨²ltimo, porque el exasperado general en jefe del Ej¨¦rcito, William Tecumseh Sherman, as¨ª lo hab¨ªa dictado.
Los comanches plantaron cara primero a los espa?oles y luego a los franceses, antes de enfrentarse a los 'rangers'
El azote escogido por Sherman era un h¨¦roe de guerra llamado Ranald Slidell Mackenzie, un joven dif¨ªcil, arisco e implacable que, tras graduarse en West Point como primero de la promoci¨®n de 1862, hab¨ªa terminado la Guerra de Secesi¨®n habilitado como general de brigada, un hecho de lo m¨¢s ins¨®lito. Debido al horripilante aspecto de su mano derecha, desfigurada por una herida de guerra, los indios lo llamaban Jefe Sin Dedos, o Mano Mala. A Mackenzie le aguardaba un destino complejo. En cuesti¨®n de cuatro a?os se revelar¨ªa el combatiente m¨¢s brutal y eficaz de cuantos lucharon contra los indios en toda la historia de Estados Unidos. M¨¢s o menos en el mismo espacio de tiempo, mientras el general George Armstrong Custer se hac¨ªa mundialmente famoso en materia de fracasos catastr¨®ficos, Mackenzie ca¨ªa en un victorioso anonimato. Y, sin embargo, fue Mackenzie y no Custer quien ense?¨® al ej¨¦rcito estadounidense a combatir contra los indios. Mientras guiaba a sus tropas a trav¨¦s de aquellos parajes abruptos y surcados de arroyos, entre inmensas manadas de bisontes y colonias de perrillos de las praderas que se extend¨ªan hasta el horizonte, Mackenzie no ten¨ªa muy claro qu¨¦ estaba haciendo, ad¨®nde se dirig¨ªa exactamente ni c¨®mo deb¨ªa enfrentarse a los indios de las llanuras en su h¨¢bitat natural. Asimismo, tampoco sospechaba, ni por lo m¨¢s remoto, que ser¨ªa el m¨¢ximo responsable de la derrota de la ¨²ltima de las tribus hostiles. El coronel carec¨ªa de experiencia en esa clase de guerra contra los indios, y a lo largo de las semanas siguientes cometi¨® m¨²ltiples errores. Pero aprender¨ªa de ellos.
(...) Al atardecer del segundo d¨ªa, los tonks encontraron un sendero e informaron a Mackenzie de que estaban siguiendo a una banda de quahadis cuyo cabecilla era un joven y brillante jefe llamado Quanah, una palabra comanche que significaba "aroma" o "fragancia". La idea era encontrar y destruir el poblado de Quanah. Mackenzie contaba con cierta ventaja por cuanto ning¨²n hombre blanco hab¨ªa osado jam¨¢s intentar algo as¨ª; no en las llanuras del extremo septentrional de Tejas, y no contra los quahadis. Mackenzie y sus hombres no sab¨ªan gran cosa de Quanah. Ni ellos ni nadie. Aunque en la frontera circulaba un cierto volumen de informaci¨®n -los bandos adversarios, pese a las enormes distancias f¨ªsicas que los separaban y al hecho de que estaban tratando de matarse, sol¨ªan poseer un conocimiento mutuo sorprendente por lo detallado-, Quanah era simplemente demasiado joven para que nadie supiese mucho de ¨¦l; ni de su paradero ni de sus correr¨ªas.
Aunque pasar¨ªan muchos a?os hasta que alguien fuese capaz de calcular, siquiera aproximadamente, la fecha de su nacimiento, lo m¨¢s probable es que hubiese venido al mundo en 1848, con lo cual por aquel entonces contar¨ªa 23 abriles, o sea, ocho menos que Mackenzie, quien tambi¨¦n era tan joven que en Tejas poca gente, tanto indios como blancos, sab¨ªa a la saz¨®n gran cosa de ¨¦l. Ninguno de los dos se hizo famoso hasta las ¨²ltimas y brutales Guerras Indias de mediados de la d¨¦cada de 1870. Quanah era extraordinariamente joven para ser jefe y ten¨ªa fama de astuto, despiadado y audaz en el combate. Pero Quanah era algo m¨¢s. Era un mestizo, el hijo de un jefe comanche y de una mujer blanca. Los habitantes de la frontera tejana no tardar¨ªan en enterarse de ese dato, en parte por su car¨¢cter excepcional. Los guerreros comanches llevaban siglos capturando hembras indias, francesas, espa?olas, mexicanas y estadounidenses, y haci¨¦ndoles hijos a los que luego criaban como comanches. Pero no hay constancia de ning¨²n mestizo de comanche y blanca que llegase a jefe guerrero. En 1871, la ¨¦poca en que Mackenzie andaba a la caza de Quanah, la madre del joven guerrero ya era sobradamente conocida desde hac¨ªa mucho tiempo. Era la m¨¢s c¨¦lebre de todas las cautivas blancas de entonces, y en los salones de Nueva York y Londres se la conoc¨ªa como "la squaw blanca" porque se hab¨ªa negado a volver con los de su raza en repetidas ocasiones, poniendo as¨ª en tela de juicio uno de los supuestos euroc¨¦ntricos fundamentales acerca de los indios, a saber: que pudiendo escoger entre la cultura cristiana, industrializada y refinada de los europeos y las costumbres salvajes, sanguinarias y moralmente atrasadas de los indios, nadie en su sano juicio se decantar¨ªa por las segundas. De hecho, aparte de la madre de Quanah, eran pocos los que las eleg¨ªan.
La mujer se llamaba Cynthia Ann Parker. Hab¨ªa nacido en el seno de una de las familias m¨¢s ilustres del incipiente Estado de Tejas, entre cuyos miembros figuraban capitanes de los rangers, pol¨ªticos y los renombrados baptistas que fundaron la primera iglesia protestante del Estado. En 1836, a los nueve a?os de edad, Cynthia Ann fue raptada por unos comanches en el fuerte Parker, a 140 kil¨®metros al sur de la actual Dallas. La cautiva no tard¨® en olvidar su lengua materna, asimil¨® las costumbres indias y se convirti¨® en miembro de pleno derecho de la tribu, hasta el punto de que se cas¨® con Peta Nocona, un destacado jefe, con el que tuvo tres hijos, el mayor de los cuales era Quanah. En 1860, cuando su primog¨¦nito ten¨ªa 12 a?os, Cynthia Ann fue capturada por los rangers durante un ataque a su poblado en el que murieron asesinados todos los comanches menos ella y su hija, Flor de la Pradera. Lo m¨¢s probable es que Mackenzie y sus soldados conociesen la historia de "la squaw blanca", ?como casi todo el mundo en la frontera?, pero no ten¨ªan ni idea de que Quanah fuese sangre de su sangre, y no se enterar¨ªan hasta 1875. Por el momento, lo ¨²nico que sab¨ªan es que el joven jefe era el objetivo de la mayor expedici¨®n que se hab¨ªa organizado contra los indios desde 1865, y una de las mayores de la historia. -
El imperio de la luna de agosto, de S. C. Gwynne. Editorial Turner. Precio: 28 euros.
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