Hablar, s¨ª, pero sin rango institucional
Han pasado unas fechas y la actualidad cambiante y rica en noticias y acontecimientos, precampa?a, sondeos y faroles de mal jugador de mus de referendos en Grecia, me hace pensar que de la declaraci¨®n de cese definitivo de la actividad armada de la banda terrorista y la consiguiente ronda de reuniones del lehendakari, Patxi L¨®pez, con los grupos pol¨ªticos, hace una eternidad, pero lo cierto es que s¨®lo han transcurrido un par de semanas. Lo suficiente para que a una mente como la m¨ªa, no excesivamente r¨¢pida, se le ocurran unas reflexiones que no pretenden ser originales.
Lo primero que se me plantea es la naturaleza de las reuniones, me pasa igual que con los ¨¢mbitos de exigencia a los que luego har¨¦ referencia. El nuevo escenario requiere y plantea nueva y muchas exigencias que presuponen o necesitan conversaciones y reuniones. La primera y m¨¢s acuciante es la de la disoluci¨®n y el desarme de la banda para que este cese definitivo lo sea sin lugar a dudas que se plantean en sectores sociales que, tan importantes en esta cuesti¨®n como son las v¨ªctimas junto a ello el fin de las medidas de excepci¨®n que se aplican a los presos, que no s¨®lo sufren los propios presos sino sus familias. En definitiva, lo que la conferencia de paz de Donostia describi¨® como cuestiones t¨¦cnicas.
El reconocimiento a las v¨ªctimas ha de ser una expresi¨®n social y ¨¦tica, no de pol¨ªtica institucional
Pero, ?son cuestiones como estas propias para su negociaci¨®n con el Gobierno vasco? Las competencias para estas cuestiones innegablemente exceden de las del Estatuto de Gernika. Es el gobierno del Reino quien debe tomar las medidas precisas. Ni siquiera se trata de una negociaci¨®n, ni de cesiones, simplemente de un proceso natural que culmine con el fin de una historia negra. ?Act¨²a el lehendakari como representante del gobierno que tiene las competencias? A pesar de ser constitucionalmente el m¨¢ximo representante del Estado, desde luego que no y mucho menos ahora cuando el gobierno del Estado est¨¢ pr¨¢cticamente en funciones. Por esto, las conversaciones, seg¨²n han declarado los protagonistas, no han sido sino la repetici¨®n de posicionamientos pol¨ªticos ya conocidos en todo el espectro, desde el Partido Popular hasta Bildu, incluido el Partido Socialista, quiz¨¢ con la excepci¨®n del PNV que anda tratando de ubicarse nuevamente en el sistema de partidos tras la irrupci¨®n de otra fuerza abertzale capaz de disputarle una centralidad en este ¨¢mbito de la que siempre hab¨ªa disfrutado.
No han estado adem¨¢s estos posicionamientos pol¨ªticos exentos de un componente ¨¦tico que hace que no sean las instituciones el marco m¨¢s adecuado para su discusi¨®n. Un primer ejemplo, la soluci¨®n al conflicto. La adopci¨®n de una posici¨®n de consenso entre distintos, una posici¨®n pol¨ªtica y ¨¦tica, requiere la intervenci¨®n no s¨®lo de partidos sino de agentes sociales en un foro no institucional. Aunque solo de partidos se tratase, el marco jur¨ªdico actual y los componentes ¨¦ticos de la cuesti¨®n hace que las instituciones no sean el ¨¢mbito ideal, incluido entre las instituciones el palacio de Ajuria Enea.
?Cu¨¢l el componente ¨¦tico? Pues, en realidad, pueden ser varios pero al que me refiero es a de las v¨ªctimas y al reconocimiento de su sufrimiento, del que la propia ETA era consciente cuando en sus documentos hablaba de socializaci¨®n del sufrimiento.
Aprend¨ª en mi ni?ez que para reintegrarse en el cuerpo m¨ªstico de la Iglesia o reinsertarse en la gracia de Dios, el pecador ha de pasar por el sacramento de la penitencia que comprende los siguientes pasos: examen de conciencia, dolor de los pecados, prop¨®sito de enmienda, decir los pecados al confesor y cumplir la penitencia. En el ¨¢mbito del Estado de Derecho para reinsertase en la sociedad los requerimientos son menores: basta con cumplir la pena, quiz¨¢ el prop¨®sito de enmienda, pero ¨¦ste, como el valor en la mili, se supone. Ni siquiera hace falta decirle los pecados al confesor, antes bien, ¨¦ste tiene que probarlos.
Por ello las instituciones no son el ¨¢mbito m¨¢s apropiado para llegar al consenso necesario que puede ser constituyente, al menos en el sentido de la llamada constituci¨®n interna. La exigencia ¨¦tica de reconocimiento y homenaje a las v¨ªctimas ha de ser una expresi¨®n social y ¨¦tica y no pol¨ªtica en el sentido institucional, pues en este ¨¢mbito ni siquiera es exigible.
Desde luego, la libertad del lehendakari para reunirse con quien quiera es indiscutible, e incluso lo puede ser la necesidad de reunirse con los partidos tras un anuncio de importancia de la del d¨ªa veinte de octubre. Pero creo que las reuniones deben ser no institucionales, no debe instalarse el Gobierno vasco en un pedestal que desde su altura reciba a los agentes pol¨ªticos y sociales, sino como un agente m¨¢s participar en los foros correspondientes que han de formar o dise?ar un consenso que d¨¦ respuesta a las necesidades de las v¨ªctimas, a las necesidades de los presos dentro del marco de la legislaci¨®n penitenciaria, que sea capaz de permitir a todas las opciones desarrollar sus propuestas.
Creo honradamente que la ronda de conversaciones en s¨ª no es negativa, sobre todo en lo que coadyuva a la normalizaci¨®n de relaciones. Pero no creo que quedarse en esta iniciativa es responsable y que no acometer el trabajo necesario para lograr un consenso, insisto, constituyente, en el m¨¢s amplio de los sentidos y sobre la base del reconocimiento y homenaje a las v¨ªctimas sin adjetivos no es responsable.
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