La 'cuarta pared' vuelve a caer
Blanca Marsillach recupera textos de su padre para personas con discapacidad
Era una de las obsesiones de Adolfo Marsillach: romper la cuarta pared, esa pantalla imaginaria que separa el escenario del patio de butacas en el que queda confinado el espectador. Para traspasar esa barrera, el dramaturgo catal¨¢n, fallecido en 2002, se dirig¨ªa en ocasiones al p¨²blico como un personaje autor. Con la misma idea de interacci¨®n, aunque trasladada a un auditorio formado por chavales de instituto y de centros ocupacionales para discapacitados, llega a Galicia Silencio... vivimos, un montaje producido por Blanca Marsillach, hija del creador de la Compa?¨ªa Nacional de Teatro Cl¨¢sico y tambi¨¦n actriz y empresaria teatral. Paco Mir, miembro de Tricicle, rescat¨® el gui¨®n de una serie de televisi¨®n escrita por Marsillach en los a?os sesenta, hom¨®nima a la que su hija Blanca pasea estos d¨ªas por Santiago. "Un manual de instrucciones para la vida, el amor, la amistad o el fracaso", resume la actriz unas horas despu¨¦s de estrenar el espect¨¢culo en el Centro Galego de Arte Contempor¨¢nea de Santiago. Las funciones contin¨²an hoy y ma?ana en el mismo lugar a partir del mediod¨ªa.
La obra, basada en 'Silencio... vivimos', se emiti¨® en los sesenta en televisi¨®n
"Roberto Varela es muy visionario", dice la productora del conselleiro
Cuando baja la luz, el escenario del sal¨®n de actos del CGAC se queda con tres sillas con otras tantas gabardinas colgadas en el respaldo. Los tres actores, Xabi Olza -director del montaje junto a Marsillach-, Natalia Mart¨ªnez y Sergio Torrico, se las visten y ocupan sus lugares. Comienza una disertaci¨®n de 30 minutos sobre la creaci¨®n literaria, la idealizaci¨®n de la pareja y "los momentos dif¨ªciles de la vida", el hilo conductor del texto original, que en 2008 Varela Producciones y La Compa?¨ªa de Blanca Marsillach adaptaron al teatro. La nueva versi¨®n de la serie -parte de una trilog¨ªa emitida por TVE en los a?os sesenta, completada por Silencio... se rueda y Silencio... estrenamos-, con la reflexi¨®n que propone sobre las relaciones humanas, es sencilla y disparatada, y no renuncia al humor ¨¢cido que caracteriz¨® a Marsillach. "Le hemos hecho muchos cambios, porque se dirige a un p¨²blico que no siempre comprende todo", explica la hija del dramaturgo, que no se sube al escenario m¨¢s que para recibir a los chavales y presentar el espect¨¢culo. No es la primera vez que Marsillach lleva el teatro de su padre a j¨®venes con discapacidad. Colabora desde hace tres a?os con la Fundaci¨®n Repsol y el Ayuntamiento de Madrid, y antes de conocer a Roberto Varela, el conselleiro de Cultura - "un se?or muy visionario", dice de ¨¦l-, trabaj¨® codo con codo con el departamento de Beatriz Mato. La Conseller¨ªa de Traballo e Benestar Social fue la primera que trajo a Galicia Silencio... vivimos, a mediados de este a?o, pero entonces el p¨²blico lo formaban ¨ªntegramente personas discapacitadas.
La novedad, cuenta Blanca Marsillach orgullosa, es que "nunca antes" una obra de teatro hab¨ªa reunido a estos chicos, aprendices de oficios -como Jacobo, al que ense?an carpinter¨ªa en un centro ocupacional de Santiago- con estudiantes de la ESO, todos bastante m¨¢s j¨®venes pero tan entusiasmados como sus compa?eros por las historietas que escribi¨® Marsillach hace 50 a?os, en aquel tiempo "en el que todav¨ªa exist¨ªan las sesiones continuas y los cines de barrio". Aunque ninguno sepa qu¨¦ es la cuarta pared, la mayor¨ªa responde con carcajadas a la rocambolesca historia del joven que "por no saber decir 'no" acaba comprometido con una novia que desde el d¨ªa de la pedida no deja de recordarle de forma obsesiva a su suegra. Como es incapaz de negarse al matrimonio -que le produce delirios y lo obliga a pasar un mes en la cama- al final acaba cas¨¢ndose e incluso considera que fue "feliz" hasta enviudar, poco tiempo despu¨¦s de la boda. "Cuando me repuse nos casamos y nos fuimos a Mallorca a pasar unos d¨ªas. Lo de siempre". Del otro lado de la pared invisible, no hay mucha diferencia entre las reacciones del estudiante de la ESO y del que aprende a trabajar la madera con el prop¨®sito de la autonom¨ªa personal. Todos parecen entender el absurdo.
El Programa Interactivo de Teatro para personas con discapacidad, que as¨ª se llama el proyecto de Marsillach, termina con el auditorio bailando sobre el escenario. "Es un ejercicio que les invita a ver y a entender a una persona ajena, y que por consiguiente les ayudar¨¢ a observarse a ellos mismos desde fuera". El m¨¢s espabilado, siempre el primero en abandonar el patio de butacas, va eligiendo entre el p¨²blico a los que deben subir despu¨¦s. "?Aqu¨ª somos muy artistas!", hab¨ªa advertido al llegar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.