El periodismo que necesitamos
Astracanada, esperpento o papel¨®n, o todo ello junto fue el acuerdo, vigente durante 24 horas, por el que el actual Consejo de Administraci¨®n de RTVE pas¨® con su escandaloso ¨¢nimo de censura a la historia de la indignidad period¨ªstica. El suceso invita a reflexionar sobre el papel que ha desempe?ado la Prensa en nuestra democracia y la misi¨®n que le corresponde en momentos de grave crisis existencial, como la que padecemos. "La Prensa nos ha civilizado. La Prensa es la que m¨¢s ha contribuido a hacer conciencia popular nacional. La Prensa ha hecho lo que no ha logrado la ense?anza p¨²blica oficial", dec¨ªa Unamuno. "Quien quiera crear algo -y toda creaci¨®n es aristocr¨¢tica- tiene que ser arist¨®crata en la plazuela. He aqu¨ª" puntualizaba Ortega, "por qu¨¦, d¨®cil a esta circunstancia, he hecho que mi obra brote en la plazuela espiritual, que es el peri¨®dico".
Los periodistas son los profesionales mejor preparados para explicar lo que pasa y proponer soluciones
El intento de censura del Consejo de RTVE es ya historia de la indignidad
Nadie me negar¨¢ que la Prensa ha sido la gran dinamizadora del profundo cambio pol¨ªtico, cultural y sociol¨®gico que ha experimentado la sociedad espa?ola. La Prensa nos ha modernizado. Nos ha introducido en las corrientes de pensamiento actual. Ha ejercido, cual pupila vigilante, la representaci¨®n natural de la soberan¨ªa nacional, atenta a la acci¨®n de los poderes del Estado y de los poderes f¨¢cticos, aplaudiendo aciertos, corrigiendo errores y reprobando lo indebido.
Por su buen hacer (no es este el momento de se?alar sus fallos, que los hay), la Prensa espa?ola ha conseguido un grado de libertad comparable al de las democracias paradigm¨¢ticas, y destacado, por su calidad, a m¨¢s de dos de sus peri¨®dicos diarios entre los 10 m¨¢s importantes del mundo.
Cuando en 1978 presentamos al Rey la reci¨¦n creada Asociaci¨®n de Editores de Diarios Espa?oles (AEDE), dije como portavoz: "Creemos que la Prensa debe asumir hoy una funci¨®n educadora que sirva para suplir la falta de formaci¨®n ciudadana que, en general, padece el pueblo espa?ol. Tenemos los espa?oles una asignatura pendiente, que se llama ciudadan¨ªa. Entendida como la condici¨®n jur¨ªdica y moral del ciudadano. Saber que cada derecho implica una obligaci¨®n. Que cada facultad de hacer o de exigir lleva aparejadas una responsabilidad".
Treinta a?os m¨¢s tarde, entrados en la globalizaci¨®n, y tras un largo periodo de vino y de rosas, nos encontramos zarandeados por unas fuerzas mal conocidas, poderosas m¨¢s que un tsunami. Se acab¨® la fiesta, se acab¨® la euforia de creerse el rey del mambo con derecho al pelotazo y a ocupar, a base de dinero f¨¢cil, la categor¨ªa social reservada al m¨¦rito y a la virtud. El revent¨®n de la burbuja del ladrillo fue el primer aviso. La crisis desencadenada en Europa yAm¨¦rica por colosales estafas disfrazadas de productos financieros corrientes, y la inclusi¨®n de Espa?a por sus problemas de d¨¦ficit y balanza de pagos en los despectivamente llamados pa¨ªses PIGS, ha sido el remate.
Los diagn¨®sticos empeoran cada d¨ªa, expresados en t¨¦rminos que nadie entiende, salvo que significan horrores econ¨®micos. Los pol¨ªticos dan la impresi¨®n de haber rebasado su nivel de incompetencia, el Gobierno, agonizante, trata de cumplir las orientaciones de Bruselas, y los partidos, que a fuerza de descalificarse mutuamente acaban ellos mismos descalificados, abordan las elecciones del pr¨®ximo d¨ªa 20. Ojal¨¢ que sus enfrentamientos no vuelvan a recordar el Duelo a garrotazos de Goya, ni vuelva a cruzarse en ellos "la sombra de Ca¨ªn". Rotas o maltrechas las ataduras tradicionales, las socr¨¢ticas y las del humanismo cristiano, el mundo occidental parece haber perdido el norte. Y nos preguntamos: ?en qu¨¦ manos est¨¢ el mundo?
As¨ª las cosas, vuelve a aparecer en el horizonte espa?ol la necesidad de que la Prensa asuma la misi¨®n de alumbrarnos en este trance. Ninguna otra instituci¨®n mejor preparada para ello, sin mengua del papel que les corresponde a los centros de ense?anza, obligados, tambi¨¦n, a la urgente tarea de reeducar a la sociedad espa?ola para fortalecerla espiritualmente y ayudarla a salir de esta crisis, que no es solo econ¨®mica sino de ideales y de forma de vivir. ?Sabremos tender un ten con ten entre el mundo del tener y el mundo del ser? ?Sabremos volver a lo humano eterno, a sacar del "viejo macizo de la raza" las virtudes tradicionales del trabajo y el ahorro, el esfuerzo y el buen nombre, el m¨¦rito, la cordialidad y la nobleza, el amor a la obra bien hecha, y el gusto por las cosas sencillas y las maravillas de la naturaleza? ?Encontraremos un hueco en nuestros afanes para pensar en la brevedad de la vida y la vanidad de las mil cosas que perseguimos? ?Oiremos los gallos de un nuevo d¨ªa cantar a las buenas personas como ideal supremo del ser?
Los medios de comunicaci¨®n disponen de la informaci¨®n de lo que pasa y tienen a su alcance los saberes acumulados por las ciencias, las t¨¦cnicas y las artes, dadas las conexiones y la colaboraci¨®n existente entre sus redacciones y los depositarios de los conocimientos especializados; estas circunstancias han convertido al periodismo en la forma moderna, ¨¢gil, espiritual y aun po¨¦tica de la filosof¨ªa, como intu¨ªa el genio espa?ol de Madariaga; son los periodistas, especialistas en ideas generales y expertos en el manejo de estas, los profesionales mejor preparados para explicar lo que pasa y las soluciones convenientes a cada problema. ?tem m¨¢s, disponen del maravilloso recurso de la inmediatez y de la venia para introducirse en todos los hogares. Con su ayuda no caminaremos a ciegas por las v¨ªas que se?alan los pol¨ªticos, cuya credibilidad est¨¢ en intervalo menguante.
Tambi¨¦n les corresponde a los medios de comunicaci¨®n erradicar esas excrecencias de la televisi¨®n que han da?ado gravemente al medio social, degradando la moral y las buenas costumbres m¨¢s all¨¢ de lo que una sociedad tolerante puede tolerar. Una cosa es la libertad de pensamiento, el debate de las ideas y la diversi¨®n y otra cosa es convertir en espect¨¢culo la insolencia, la groser¨ªa y la zafiedad y que tales atentados contra la urbanidad sirvan para que los sinverg¨¹enzas se encaramen como artistas en los medios. Y qu¨¦ decir del men¨² avasallador de la violencia.
La Prensa est¨¢ sufriendo, tambi¨¦n, su propia crisis. A la ca¨ªda de las ventas y de la publicidad se a?aden las dificultades de asimilar la revoluci¨®n, no acabada, de las nuevas tecnolog¨ªas, y de encontrar la f¨®rmula que asegure la rentabilidad de la empresa. Rentabilidad, santa palabra y clave del problema de la libertad de prensa; porque sabido es que sin libertad no hay informaci¨®n fiable, y sin la rentabilidad que asegure la independencia econ¨®mica del informador no hay libertad. En ello est¨¢n los poderosos grupos multimedia de todo el mundo. Hagamos votos para que acierten con el quid.
Por tanto, nada m¨¢s inoportuno que a?adir dificultades a los medios informativos, que sirven al bien com¨²n investigando y publicando la verdad de lo que ocurre, para lo que necesitan las alas de la libertad; enti¨¦ndase bien, libertad con las limitaciones impuestas por las leyes generales, pero nada m¨¢s. Para proteger esa libertad -clave del arco de las libertades democr¨¢ticas- est¨¢, precisamente, el Derecho de la Informaci¨®n (art¨ªculo 20 de la Constituci¨®n Espa?ola de 1978 y art¨ªculo 19 de la Declaraci¨®n Universal de Derechos Humanos), cuya esencia expresa con sencillez y claridad insuperables la primera enmienda a la Constituci¨®n de EE UU: no se har¨¢ ninguna ley que restrinja la libertad de expresi¨®n ni la de Prensa.
Pedro Crespo de Lara fue secretario General de la Asociaci¨®n de Editores de Diarios Espa?oles (AEDE).
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