Paradigmas
?ltimamente se escucha con frecuencia la apelaci¨®n de la clase pol¨ªtica a la econom¨ªa dom¨¦stica para justificar los planes de recorte del gasto p¨²blico, como ¨²nico remedio a la situaci¨®n depresiva que soporta nuestra econom¨ªa. Es la propuesta del cabeza de familia que, ante la ca¨ªda de ingresos, establece el ajuste del cintur¨®n familiar como ¨²nica soluci¨®n para llegar a fin de mes. Este paradigma de la econom¨ªa dom¨¦stica como estrategia de comunicaci¨®n sugiere diversas glosas. En primer lugar, puede interpretarse como un loable esfuerzo para hacerse entender por la ciudadan¨ªa, que anda desorientada e incluso asustada con el desembarco de tanta terminolog¨ªa econ¨®mica en estos tiempos de zozobra. Hasta aqu¨ª nada que objetar, m¨¢s bien felicitarse por tan acertada fuente de inspiraci¨®n para transmitir ideas con claridad y sencillez. Una segunda lectura, esta m¨¢s tendenciosa, sugiere la existencia de un marco ideol¨®gico de derechas donde se expresa (siguiendo a Lakoff) la figura ret¨®rica del "padre severo", que plantea la reducci¨®n del gasto como algo bueno para la familia y por extensi¨®n para el conjunto del Estado, considerado ¨¦ste a su vez como una gran familia. Es una forma de manifestar al p¨²blico la conveniencia de la austeridad, invocando la conciencia familiar tradicional de los electores. Se supone que este comportamiento es el de una familia ejemplar, entendiendo por tal la conducta m¨¢s o menos racional en t¨¦rminos econ¨®micos. Porque, si hay que predicar con el ejemplo, el mensaje pierde toda efectividad, ya que no son precisamente los que emiten tales mensajes ni sus familias pol¨ªticas los m¨¢s indicados para tales anuncios, a tenor de como se comporta el vecindario, gastando lo que no se tiene incluso en ¨¦pocas de bonanza, o recortando antes en gastos b¨¢sicos que en gastos recreativos e incluso suntuarios, o salt¨¢ndose la apretura mientras se sugiere encarecidamente a la prole que se aplique el cuento... Con ser esto poco presentable, e incluso grave, no es lo peor. Lo peor es el simplismo y la falta de ideas para resolver problemas que, en algunos casos, ellos mismos han creado con su mala gesti¨®n.
Un bot¨®n de muestra es exponer el gasto p¨²blico como una grasa a extirpar, mientras que los recursos destinados, un suponer, a la construcci¨®n, resultan de una rentabilidad indiscutible, simplemente porque la asignaci¨®n la realiza el mercado, que es infalible. A la vista est¨¢n los resultados.
Otro es presentar la capacidad de obtener ingresos del sector p¨²blico como algo limitado, o sea, al mismo nivel que el de una familia corriente y moliente. Si as¨ª fuera, deber¨ªamos ahorrarnos todo el entramado de dirigentes que, atado de pies y manos, estar¨ªan incapacitados para resolver la papeleta. Afortunadamente, por mucho que se empe?en en hacernos creer lo contrario, ni todo el gasto p¨²blico es malo, ni toda disminuci¨®n del ingreso p¨²blico es buena. Otra cuesti¨®n es la mayor o menor dificultad de llevar a cabo cualquier modificaci¨®n de los presupuestos en cualquiera de sus partidas y las consecuencias econ¨®micas y sociales que ello acarrea. Por ejemplo, est¨¢ claro que para aplicar adecuadamente una tasa a las transacciones financieras se requiere un acuerdo que va m¨¢s all¨¢ de las simples fronteras nacionales, pero para eso est¨¢ la inteligencia y el esfuerzo de nuestros amados l¨ªderes, para ponerse de acuerdo entre ellos y de paso librarse de ese tufillo a gallinero que desprenden.
No se pretende aqu¨ª caer en la tentaci¨®n de marcar el camino ni de predicar la salvaci¨®n de las almas, pero tal y como est¨¢ el patio, parece hora ya de dejar para mejor ocasi¨®n los anuncios simplistas, torticeros y maniqueos aunque solo sea para aplicar la receta de la abuela (que es por lo visto la ¨²nica que tienen a mano y con la que se indigestan siempre los mismos), ya que parece que el zorro de la crisis est¨¢ mordisqueando en el gallinero del sistema, con todas sus gallinas dentro.
Juan Usach es doctor en econom¨ªa.
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