Una plataforma para el di¨¢logo intercultural
El pasado mes de julio se cumpli¨® el sexto aniversario del lanzamiento formal de la Alianza de Civilizaciones por el secretario general Kofi Annan y, hace apenas un mes, el s¨¦ptimo desde que aquella propuesta fue presentada por el presidente del Gobierno de Espa?a ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. Entre estas dos fechas, el 21 de septiembre de 2004 y el 14 de julio de 2005, esta novedosa iniciativa, fortalecida entre tanto por el copatrocinio del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, puso en marcha un proceso caracterizado, sobre todo, por el paso firme y sostenido con el que lo ha recorrido hasta culminar su institucionalizaci¨®n y su universalizaci¨®n. Hoy en d¨ªa son ya 130 los pa¨ªses y organizaciones intergubernamentales que integran el Grupo de Amigos que la auspicia.
La Alianza de Civilizaciones, con apoyo de la ONU, ha consolidado su lucha por la diversidad
La apoyan 130 pa¨ªses y organizaciones y pretende combatir cualquier tipo de extremismo
Dentro unas pocas semanas tendr¨¢ lugar en Doha el IV Foro de la Alianza, su cita global despu¨¦s de las que ya han tenido lugar en Madrid en 2008, en Estambul en 2009 y en R¨ªo de Janeiro en 2010. Este a?o, el F¨®rum Mundial dedicar¨¢ su tema central al papel de la diversidad cultural y el di¨¢logo intercultural en el incremento de la paz y del desarrollo sostenible, en la aplicaci¨®n de los compromisos asumidos por la Declaraci¨®n del Milenio, suscrita por todos los miembros de las Naciones Unidas.
La idea lanzada por Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, medio a?o despu¨¦s de los ataques terroristas en Madrid, fue la consecuencia l¨®gica de su decidida apuesta por el multilateralismo, por el resuelto apoyo a la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas. Pero aun cuando el hecho de haberla presentado en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York ya llevaba impl¨ªcito el germen de su aspiraci¨®n a la globalidad, aquel proyecto, originalmente espa?ol, dej¨® de serlo tan pronto como el primer ministro de Turqu¨ªa acept¨® copatrocinarlo, con el valor a?adido de la fuerte carga simb¨®lica que llevaba consigo aquel in¨¦dito emparejamiento hispano-turco. De tal forma que lo que comenz¨® siendo cosa de dos se convirti¨® enseguida en una empresa de alcance universal, una vez que la hicieron suya Kofi Annan primero y Ban Ki-moon dos a?os m¨¢s tarde y que, con el tiempo, acabaran respald¨¢ndola las dos terceras partes de los pa¨ªses miembros de la ONU. No en balde, lo que en palabras de Rodr¨ªguez Zapatero fue la propuesta de "una alianza" de civilizaciones acab¨® convirti¨¦ndose, al cabo de apenas un a?o, en "la Alianza de Civilizaciones de las Naciones Unidas", United Nations Alliance of Civilizations (UNAOC).
Aquel inicial proceso constituyente no explica, sin embargo, por s¨ª solo la fortaleza, la credibilidad y el desarrollo de esta agrupaci¨®n de Estados, de organizaciones internacionales y de amplios sectores de la sociedad civil. Le siguieron as¨ª nuevos avances que jalonaron su definitiva institucionalizaci¨®n. En primer t¨¦rmino, la publicaci¨®n del Informe del Grupo de Alto Nivel en noviembre de 2006. Poco despu¨¦s, la designaci¨®n por el secretario general Ban Ki-moon de un alto representante
para la Alianza de Civilizaciones en abril de 2007, honor y responsabilidad que recay¨® en mi persona. M¨¢s tarde, los foros ya citados y, en octubre de 2009, la Resoluci¨®n A/64/L.14, adoptada por consenso en la Asamblea General, que supuso su inserci¨®n definitiva en el sistema de las Naciones Unidas, afianz¨¢ndose de este modo su vocaci¨®n de continuidad, de eficacia y de universalidad.
Porque esta empresa pretende convertirse en una coalici¨®n que convoca a la comunidad internacional a combatir todos los extremismos, los preconceptos y los estereotipos por medio de la puesta en pr¨¢ctica de medidas concretas aplicadas en los sectores de la educaci¨®n, la juventud, los medios de comunicaci¨®n y las migraciones. Prestando al mismo tiempo, a tal efecto, particular atenci¨®n a la fractura que se est¨¢ abriendo entre las sociedades musulmanas y occidentales, cuyo agravamiento puede poner en peligro la paz y la estabilidad internacionales.
Simult¨¢neamente, desde la responsabilidad que me incumbe, siempre me ha parecido relevante llamar la atenci¨®n sobre los numerosos desaf¨ªos a los que hemos de hacer frente en los albores del siglo XXI. Uno de estos retos, si no el principal, al que tiene que plantar cara el mundo occidental, la Uni¨®n Europea en particular, es "la buena gobernanza o la gobernaci¨®n democr¨¢tica de la diversidad", sea esta ¨¦tnica, religiosa o cultural, conceptos que se confunden cuando nos referimos a los movimientos migratorios que convergen en nuestros pa¨ªses. Pues de lo que se trata es de "desglobalizar" los principios que fundamentan y los objetivos que, con car¨¢cter general, persigue la Alianza de Civilizaciones, para transformarlos en irrenunciables compromisos dom¨¦sticos. Pues, a la postre, es a nivel nacional y local donde hay que actuar sobre las mentes y los corazones de las ciudadanas y de los ciudadanos para alcanzar aquellos prop¨®sitos, y es all¨ª donde hay que aplicar las medidas concretas que hacen de esta iniciativa una empresa colectiva llamada a la acci¨®n.
Porque esta "otra" alianza tiene adem¨¢s una clara dimensi¨®n de seguridad que es compa?era irrenunciable de su naturaleza pol¨ªtica. Porque su esencia no es cultural o religiosa, por mucho que tenga muy presentes los sustratos culturales y religiosos que subyacen en los peligros que amenazan subvertir la convivencia en y entre las sociedades y los pueblos. ?Con qu¨¦ otros criterios que no sean b¨¢sicamente pol¨ªticos, adem¨¢s del combate pac¨ªfico contra todos los fundamentalismos, podremos abordar el conflicto israelo-palestino, cuyo simbolismo trasciende sus estrechos l¨ªmites regionales, no digamos los ¨¦ticos, para convertirse en el paradigma del malestar del mundo ¨¢rabe-musulm¨¢n? ?C¨®mo combatir las ra¨ªces del terrorismo, o el discurso y la acci¨®n, por diversa que esta sea, de cuantos incitan al odio, ya se trate de l¨ªderes de Al Qaeda o de mul¨¢s an¨®nimos; de los Terry Jones, Kurt Westergaards, Geert Wilders y Lars Vilks, o de los "otros" fan¨¢ticos, como Anders Breivik?
En los ¨²ltimos cuatro a?os, la Alianza de Civilizaciones -independientemente de la felicidad que conlleve este nombre, como sabemos un asunto controvertido y discutible- ha hecho su camino tratando de llevar a la agenda pol¨ªtica los desaf¨ªos de la diversidad cultural en nuestro mundo globalizado y de la creciente movilidad de las poblaciones en todas las sociedades. No vale la pena ocultar en una ¨¦poca de inseguridad global que muchas sociedades se enfrentan a preocupaciones que no solo ata?en a la crisis econ¨®mica, sino tambi¨¦n a cuestiones culturales de identidad y valores.
Hoy la Alianza de Civilizaciones es una de las plataformas m¨¢s importantes de las Naciones Unidas y del di¨¢logo intercultural que, a trav¨¦s de un enfoque de poder blando, soft power, ha intentado incentivar el desarrollo de planes nacionales y estrategias regionales de di¨¢logo y cooperaci¨®n intercultural, que abarquen los campos de la educaci¨®n, la juventud, los medios de comunicaci¨®n y la migraci¨®n.
En ambos casos, se ha pretendido devolver a los actores locales -Gobiernos nacionales, pero tambi¨¦n locales y sobre todo la vasta gama de organizaciones de la sociedad civil- el papel insustituible que desempe?an en la apropiaci¨®n de los desaf¨ªos a los que se enfrentan y en la responsabilidad colectiva de su resoluci¨®n. Actuando sobre todo como coordinador y catalizador, la Alianza de Civilizaciones es, y debe seguir siendo, una iniciativa pol¨ªtica del secretario general de las Naciones Unidas de un g¨¦nero nuevo, flexible, orientada a resultados y capaz de mostrar la relaci¨®n calidad-coste de sus servicios.
Jorge Sampaio es alto representante de las Naciones Unidas para la Alianza de Civilizaciones.
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