Ya no queda nada que celebrar
D¨ªas extra?os, los que estamos viviendo en Italia. Est¨¢ terminando una ¨¦poca, nos repiten peri¨®dicos y televisiones, algunos con la sonrisa en los labios, otros con l¨¢grimas en los ojos. Est¨¢ terminando la noche, se repite la gente por la calle, incr¨¦dula. Ha ca¨ªdo Berlusconi, termina el berlusconismo. Termina la horrible ¨¦poca de decadencia, de fin del imperio, a la que el Caim¨¢n nos ha relegado durante todos estos a?os. Deseamos que a esta nueva edad media le siga un nuevo renacimiento.
Pero si esto es un final, parece como si detr¨¢s de la c¨¢mara se sentara un redivivo Akira Kurosawa, maestro indiscutido del s¨¦ptimo arte. En efecto, la escena es dilatada, lenta, un estilicidio. Aunque la fotograf¨ªa de estos d¨ªas es la de un hombre que cae, esta ca¨ªda parece estar siempre a punto de manifestarse, pero no se manifiesta nunca. Por otra parte, nos repetimos muchos, o por lo menos todos aquellos para los que Berlusconi ha representado la figura del pol¨ªtico que ha guiado a Italia en la parte m¨¢s consistente de nuestra vida, un cambio de ¨¦poca no es un hecho corriente, es bueno que la historia se tome el tiempo que necesite. Y el miedo a que el impacto contra el suelo no llegue nunca est¨¢ justificado por los 17 a?os que preceden a esta ca¨ªda, a?os durante los cuales han ca¨ªdo, trozo a trozo, primero nuestra democracia, luego nuestro amor propio, y por ¨²ltimo, y esperemos que no de forma irremediable, nuestro nombre.
El berlusconismo ha representado una lenta y desgarradora anulaci¨®n de nuestro sentido ¨¦tico
Porque esto es lo que ha sido el berlusconismo, una lenta y desgarradora anulaci¨®n de nuestro sentido ¨¦tico, con valores ridiculizados, escarnecidos, burlados y sustituidos por valores negativos aclamados. Fama y ¨¦xito f¨¢cil donde en otro tiempo hab¨ªa conocimiento y m¨¦rito, la democracia y la idea misma de Rep¨²blica sustituidas por el beneficio personal y las razones de mercado.
Durante 17 a?os hemos confiado nuestra suerte a un hombre que ha hecho de sus intereses personales la raz¨®n de Estado. Un hombre que ha hablado de nuestra naci¨®n, de nuestra patria, como de una empresa, su empresa. Un hombre que ha rebajado la idea de pol¨ªtica usando un lenguaje intencionadamente extrapol¨ªtico, declarando que solo quer¨ªa "salir al campo", como si la pol¨ªtica fuera un lugar ¨ªnfimo, infernal. Un hombre que nos ha impuesto como ministros a j¨®venes actrices de televisi¨®n, peces gordos de sus empresas, personajes de dudosa moral a los que la mitad de mis compatriotas no confiar¨ªan siquiera las llaves de su coche en el aparcamiento de un restaurante. Un hombre que hab¨ªa empezado a cambiar nuestro c¨®digo gen¨¦tico mucho antes de salir al campo, con sus televisiones, sus revistas, con una idea de invencibilidad conquistada en los campos de f¨²tbol y en el mundo de los negocios, y desviada, cualquiera sabe por qu¨¦, al ¨¢mbito pol¨ªtico, como si el haber llevado al Milan estelar de Sacchi a la cima del mundo del f¨²tbol y el haberse convertido en el empresario m¨¢s rico de Italia le concediera el don de saber gobernar, hombre de acci¨®n llegado despu¨¦s del vac¨ªo de Tangentopoli.
Hoy tendr¨ªamos que estar brindando por el final de todo esto, si no fuera porque ya no ha quedado nada que celebrar. La crisis econ¨®mica, de la que Berlusconi ni siquiera ha intentado sacarnos, demasiado ocupado en resolver sus demasiados problemas judiciales, nos ha puesto en riesgo de suspensi¨®n de pagos, con nuestros j¨®venes sin futuro, indignados pero con las manos atadas.
No me encuentro entre los que se alegran de ver al profesor Monti, hombre de banca muy querido por el BCE, desempe?ar el papel de salvador, porque aspirar¨ªa a que me gobierne alguien que al hablar del futuro lo haga sinti¨¦ndose parte afectada.
Espero equivocarme, pero tengo la impresi¨®n de que la remontada de Italia ser¨¢ a¨²n m¨¢s lenta de lo que ha sido la ca¨ªda de Silvio Berlusconi, esperada durante a?os y que por fin, quiz¨¢, ha llegado.
Michele Monina (Ancona, 1969) es escritor italiano. Ha publicado en Espa?a Esta vez, el fuego (Perif¨¦rica), que tiene como tel¨®n de fondo los primeros a?os de Berlusconi, en los noventa. Traducci¨®n de News Clips.
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