El Parlamento acelera el adi¨®s de Berlusconi
El Senado aprueba los ajustes exigidos por la Uni¨®n Europea. Los diputados ratifican hoy la ley de Estabilidad que abre la puerta a la dimisi¨®n de Il Cavaliere
Silvio Berlusconi ya puede irse. El Senado aprob¨® ayer los presupuestos de Italia para 2012 con las reformas que le ven¨ªa exigiendo Bruselas y hoy lo har¨¢ el Parlamento. Ahora solo queda que el actual primer ministro cumpla su palabra -aunque sea una vez, aunque sea al final- y ponga un broche de sensatez a 17 a?os de estrafalaria presencia en la vida pol¨ªtica italiana. Si as¨ª sucede, el pr¨®ximo primer ministro ser¨¢ la otra cara de la moneda, Mario Monti, un economista de prestigio, un hombre ¨ªntegro reci¨¦n nombrado senador vitalicio por el presidente de la Rep¨²blica, Giorgio Napolitano, y el candidato m¨¢s firme para presidir un gobierno de consenso. Por eso, ayer, cuando Monti visit¨® el Senado, sus colegas se pusieron en pie, sin distinci¨®n de ideolog¨ªas, y tributaron una ovaci¨®n cerrada al hombre cuya misi¨®n m¨¢s urgente es devolver a Italia el respeto internacional que jam¨¢s debi¨® perder.
La ca¨ªda del primer ministro afecta a su entramado de poder y favores
Diversos pol¨ªticos ven con malos ojos la intervenci¨®n de Bruselas
No obstante, la inercia de la era de Berlusconi es mucha, y en cuanto Mario Monti se march¨® del palacio Madama, regresaron los navajazos. La ca¨ªda del primer ministro no solo afecta a Berlusconi, sino a todo su entramado de poder y favores, un engrudo que manten¨ªa unido al Partido del Pueblo de la Libertad (PDL). Sin tan eficaz pegamento, los barones han formado dos grupos. Los que, con Berlusconi, admiten aun a rega?adientes la conveniencia de un gobierno presidido por Monti, y los que, a cielo abierto, se oponen frontalmente a que un t¨¦cnico venga a suplantar lo que las urnas decidieron en 2008.
Estos grupos estuvieron ayer representados por dos ministros que se enzarzaron en una porf¨ªa de taberna. El de Exteriores, Franco Frattini, se desahog¨® en una conversaci¨®n con sus ¨ªntimos: "Ha bastado con que se tumbara todo para que estos fachas volvieran". El titular de Defensa, Ignazio La Russa, se dio por aludido y replic¨® ninguneando a su colega: "?Qui¨¦n lo ha dicho, Frattini? ?Qui¨¦n es Frattini?". Durante todo el d¨ªa, Berlusconi estuvo reunido con unos y con otros, pero no logr¨® el consenso, lo que -conociendo al personaje- puede ser utilizado ante Monti para obtener alg¨²n tipo de contraprestaci¨®n o de presencia en el nuevo Gobierno. Lo m¨¢s preocupante es que, como dijo el izquierdista Pierluigi Bersani, la falta de consenso pueda quitarle credibilidad a la soluci¨®n: "Un gobierno de emergencia no puede ser un Vietnam".
Desde el mi¨¦rcoles, Berlusconi permanece en un inquietante silencio. Los que hablan son los que entran y salen del palacio Grazioli, su residencia oficial. Tras hablar con su jefe, el ministro de Defensa intent¨® aguar la fiesta a quienes dan por hecho que, con m¨¢s problemas o con menos, Mario Monti ser¨¢ en las pr¨®ximas horas el nuevo primer ministro. La Russa utiliz¨® un dicho popular: "Monti corre el peligro de entrar Papa y salir cardenal". El problema es que el ministro de Defensa, de extracci¨®n ultraderechista, no est¨¢ solo. Varios ministros y diputados del PDL -todos provenientes de la antigua Alianza Nacional-, la Liga Norte e incluso alg¨²n destacado representante de la oposici¨®n como el exfiscal Antonio Di Pietro se muestran renuentes a apoyar a Monti. Si bien Di Pietro, ahora l¨ªder de Italia de los Valores, ha reconducido su rechazo inicial por un apoyo a la persona pero no al proyecto: "Si tuvi¨¦ramos que dar un juicio solo sobre Mario Monti incluso lo podr¨ªamos apoyar, pero en democracia el apoyo tiene que gozar de consenso. Queremos saber cu¨¢l es el equipo, el programa, la coalici¨®n... Lo an¨®malo es lo contrario, otorgar carta blanca".
Como muchas otras voces, y a pesar del momento dram¨¢tico que vive la econom¨ªa italiana, Di Pietro ve con malos ojos que sean Bruselas y los mercados quienes terminen decidiendo sobre asuntos propios de la soberan¨ªa nacional. El caso es que, como no pod¨ªa ser de otra manera, la salida de Berlusconi del poder se presume dif¨ªcil y dolorosa. No solo deja un pa¨ªs en quiebra, sino un ambiente pol¨ªtico que como el agua se ha terminado adaptando a la forma del jarr¨®n. El chanchullo, la intriga y los juegos turbios de poder. Hoy, pese a todo, es el d¨ªa que tantos durante tanto tiempo so?aron. Los mismos que temen un ¨²ltimo coletazo del Caim¨¢n.
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