El templo de Federer
El suizo, campe¨®n en Bercy, ha ganado bajo techo cinco de sus ¨²ltimos seis t¨ªtulos
A las cuatro de la madrugada del s¨¢bado, el suizo Roger Federer est¨¢ despierto. No bebe. No come. No se cimbrea al son del dj Bob Sinclair, que luego, el domingo, le ve ganar el Masters 1.000 de Par¨ªs-Bercy por primera vez en su carrera (6-1 y 7-6 al franc¨¦s Jo-Wilfried Tsonga). Lo que le pasa al n¨²mero cuatro mundial, el primer tenista que ha disputado la final de los nueve torneos de la categor¨ªa, es que una de sus dos hijas est¨¢ despierta y exige dormir en la cama de sus padres. Al parecer, los Federer consiguen siempre lo que quieren: la ni?a acaba en la cama del matrimonio y el padre, que se levanta al d¨ªa siguiente "nervioso, crispado y acatarrado", termina por alzar el t¨ªtulo justamente una semana antes de que empiece la Copa de Maestros en Londres. Hac¨ªa m¨¢s de un a?o (agosto de 2010, Cincinnati) que no lograba un t¨ªtulo tan importante.
El n¨²mero cuatro mundial llevaba m¨¢s de un a?o sin ganar un 'masters 1.000'
"Sinceramente, estoy un poco sorprendido de lo bien que estoy jugando", explic¨® Federer, que ha le¨ªdo y escuchado de todo durante los 10 meses que estuvo sin ganar un t¨ªtulo hasta que la semana pasada conquist¨® el de Basilea, su ciudad natal. "Yo no juego para los periodistas", contest¨® ayer a las cr¨ªticas el exn¨²mero uno. "Juego para m¨ª, para mis seguidores y para mi pa¨ªs. Hace falta mucho para perturbarme. Esta no es una victoria contra nadie pese a las cr¨ªticas que me han dedicado este a?o, que encuentro normales tras tantos a?os de alabanzas. Pero no he sentido presi¨®n", prosigui¨®; "he vivido momentos muy dif¨ªciles tras perder encuentros que jam¨¢s deber¨ªa haber perdido. He desaprovechado ocasiones inmensas [especialmente, en las semifinales del Abierto de Estados Unidos, en las que cedi¨® ante el serbio Novak Djokovic tras tener dos puntos de partido, y en los cuartos de Wimbledon, en los que cay¨® tras tener una ventaja de dos sets contra Tsonga]. Al final, sin embargo, este ha sido un a?o s¨®lido. Todav¨ªa me motiva ganar".
Hubo un tiempo en el que Federer identific¨® la hierba y Wimbledon como el escenario en el que mejor pod¨ªa expresar su juego. Tras dos a?os sin pasar de los cuartos en Londres, la realidad ya es otra. Como en el inicio de su carrera, las competiciones en cemento, bajo techo, sirven de catapulta para que lance todo su talento. Llega el invierno y Federer, impulsado por el juego m¨¢s t¨¦cnico del circuito, pura econom¨ªa del esfuerzo, apura la temporada con un punto f¨ªsico mejor que el de sus esforzados y castigados adversarios. Llegan las bajas temperaturas y se encuentra con los torneo-laboratorio, circunstancias controladas de juego, sin calor, sol, humedad ni viento. Llega la gira en pista cubierta y el suizo se pone a acumular trofeos: ha ganado cinco de los ¨²ltimos seis en esa modalidad, suma 12 victorias consecutivas y defender¨¢ desde el domingo su corona en la Copa de Maestros con la esperanza de alcanzar en Londres la final n¨²mero 100 de su carrera.
Federer, ese tenista de 30 a?os que viaja con sus hijas y su esposa, es ya el segundo jugador con m¨¢s masters 1.000 de la historia (18), solo por detr¨¢s de Nadal (19). Su secreto es la sordera. No escucha los murmullos que crecen a su alrededor y solo mira hacia adelante.
"Aqu¨ª, en Par¨ªs, tambi¨¦n he conocido malas experiencias", record¨® el campe¨®n, que no se enfrent¨® a Djokovic, a Rafael Nadal o al brit¨¢nico Andy Murray camino de sus dos ¨²ltimos t¨ªtulos; "incluso hubo una vez que fui abucheado tras perder contra Tim Henman [2003]. Eso tambi¨¦n se corresponde un poco con mi carrera. A veces hay que sobrevivir a una tempestad para luego volver a ver el sol".
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