Marruecos teme al Partido Popular
Rabat est¨¢ preocupado por un cambio de actitud de Espa?a sobre el S¨¢hara - Pese a ello, desde octubre ha tenido algunos gestos amables hacia Rajoy
Hace menos de un a?o, el 28 de noviembre pasado, cientos de miles de marroqu¨ªes -tres millones, seg¨²n la estimaci¨®n abultada de la prensa oficialista- recorr¨ªan Casablanca al grito de "?Partido Popular, enemigo de Marruecos!". A la cabeza del cortejo se coloc¨® Abbas el Fassi, primer ministro y l¨ªder del Istiqlal, la formaci¨®n con mayor representaci¨®n parlamentaria. A su lado desfilaron dirigentes de una docena de partidos.
Tres semanas antes, las fuerzas de seguridad marroqu¨ªes hab¨ªan desmantelado el gran campamento de protesta saharaui en las afueras de El Aai¨²n (S¨¢hara Occidental), suscitando una oleada de reprobaci¨®n en Espa?a a la que se sum¨®, con matices, el PP. Rabat replic¨® alentando esa descomunal manifestaci¨®n.
Hace un a?o, el jefe del Gobierno de Rabat protest¨® en la calle contra el PP
Marruecos envi¨® a uno de los ministros con m¨¢s peso a la convenci¨®n popular
Menos de un a?o despu¨¦s, ese partido espa?ol tan denostado en Rabat y ese l¨ªder conservador, Mariano Rajoy, al que El Fassi tachaba por carta de "provocador", van a gobernar Espa?a, el segundo socio global de Marruecos despu¨¦s de Francia.
A ojos de los responsables marroqu¨ªes, el PP trae, primero, malos recuerdos e inspira adem¨¢s ciertos temores. En tiempos de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar ambos pa¨ªses estuvieron a punto de llegar a las manos tras la toma por los marroqu¨ªes, en julio de 2002, del islote de Perejil.
Pero, desde que Rajoy cogi¨® las riendas del PP, en 2004, tambi¨¦n hubo tensiones y no solo con motivo del asalto al campamento saharaui. Se produjeron, por ejemplo, cuando Rajoy visit¨®, en septiembre pasado, Melilla, cuya frontera cerraban entonces a ratos algunos nacionalistas marroqu¨ªes.
A lo largo de estos a?os "no se ha establecido una relaci¨®n directa entre el PP y el palacio real", aut¨¦ntico centro del poder, se?ala el periodista marroqu¨ª Hossein Majdoubi. "Adem¨¢s, Rabat no ha querido invitar al jefe de la oposici¨®n en Espa?a a visitar Marruecos, como sol¨ªa ser costumbre", a?ade. Rajoy tampoco parece proclive a respetar la tradici¨®n. Ha dado a entender que su primer viaje como presidente no ser¨¢ a Marruecos.
El interlocutor preferido de Rabat en el PP era Gustavo Ar¨ªstegui, portavoz parlamentario para la pol¨ªtica exterior, que adem¨¢s se cas¨® en 2010 con una marroqu¨ª. Desde los c¨ªrculos del poder en Rabat se ve con asombro que no sea candidato al Congreso de los Diputados. Se preguntan si su desaparici¨®n debe ser interpretada como un mensaje hostil, aunque algunos sue?an con que sea nombrado embajador en Marruecos.
Para m¨¢s inri, el diplom¨¢tico Jorge Moragas, jefe de gabinete de Rajoy, preocup¨® sobremanera a Rabat al declarar en agosto a EL PA?S que desaprobaba el velado apoyo del Gobierno socialista a las tesis marroqu¨ªes sobre el S¨¢hara puesto de relieve por los cables de WikiLeaks. Apost¨® por volver a la "neutralidad activa".
"A la cabeza de los intereses estrat¨¦gicos de Marruecos est¨¢ salvaguardar su unidad territorial", le respondi¨® a Moragas el diario Al Alam, que dirige el propio primer ministro. Taieb Fassi-Fihri, el ministro de Exteriores de Marruecos, recuerda siempre que "el 90% de la relaci¨®n con Espa?a depende de su actitud sobre el S¨¢hara". "Una ligera inflexi¨®n de Espa?a puede desatar tormentas", advierte un diplom¨¢tico marroqu¨ª.
A medida que se acerca la cita con las urnas, Rabat ha hecho, sin embargo, gestos amistosos. El m¨¢s llamativo fue el env¨ªo, en octubre, de su ministro de la Presidencia, Nizar Baraka, a la convenci¨®n nacional del PP en M¨¢laga. El mes siguiente omiti¨® criticar la visita electoral de Rajoy a Melilla, que fue silenciada por la prensa oficialista marroqu¨ª.
Tras una ronda de observaci¨®n entre Rabat y Madrid, el periodista Majdoubi prev¨¦ que "aparecer¨¢n tensiones bilaterales". Para tratar de evitarlas, el Centro de la Memoria Com¨²n, que estudia las relaciones hispano-marroqu¨ªes desde su sede en Meknes, "proyecta organizar varios debates entre responsables de partidos pol¨ªticos", anuncia su presidente, Abdessalam Boutayeb.
Mohamed Aujjar, exministro de Derechos Humanos de Marruecos, no cree que los roces desemboquen en choques. Espa?a va a estar dedicada a conjurar una gran crisis econ¨®mica, mientras que en Marruecos va a irrumpir con fuerza el Islam pol¨ªtico, es decir, los movimientos islamistas. "Habr¨¢ que dedicarse a conjugar ambas realidades", recalca. Las elecciones legislativas se celebrar¨¢n en Marruecos el 25 de noviembre.
Aunque resulte sorprendente, la herencia que va a recibir el PP del Gobierno socialista tampoco es demasiado buena en este ¨¢mbito. Tras una aut¨¦ntica luna de miel (2004-2007), la relaci¨®n bilateral qued¨® empa?ada hace cuatro a?os tras la visita de los Reyes de Espa?a a Ceuta y Melilla. El rey Mohamed VI retir¨® a su embajador en Espa?a durante dos meses.
Desde entonces se han producido otros muchos episodios de tensi¨®n, como el provocado, a finales de 2009, por la expulsi¨®n a Canarias de la activista saharaui Aminetu Haidar o, en el verano de 2010, por los cierres intermitentes de la frontera de Melilla.
Pese a la excelente relaci¨®n que prevaleci¨® al principio, muchos problemas han quedado sin resolver. No hay, por ejemplo, delimitaci¨®n de aguas entre Canarias y la costa marroqu¨ª, y el desarrollo del norte de Marruecos, sobre todo del ¨¢rea de T¨¢nger, se ha hecho a espaldas de Ceuta y Melilla, sin permitir su integraci¨®n en el tejido econ¨®mico de esa regi¨®n.
Las grandes empresas espa?olas, como Telef¨®nica o el Santander, han reducido su presencia en Marruecos, aunque para muchas pymes es ahora m¨¢s que nunca un destino prioritario.
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