Unos, en globo; otros, plantando patatas
La actual crisis europea ya estaba enquistada en la podredumbre de los derivados inmobiliarios dispersos por los bancos y las Bolsas norteamericanas en 2008.
Su actual proceso de expansi¨®n es, sin embargo, m¨¢s complejo. Una de sus causas reside en la fragilidad del liderazgo norteamericano que se hizo evidente cuando se fij¨® el techo de la deuda, y los Estados Unidos mostraron que ten¨ªan la peor clase pol¨ªtica del mundo occidental. Los pol¨ªticos se aprovecharon de la mec¨¢nica de una simple votaci¨®n presupuestaria para demostrar el abandono de la gran historia de su pa¨ªs, para que prevalecieran los bajos intereses partidistas. El Tea Party y la atenci¨®n de Obama en su reelecci¨®n quedaron expuestos ante todo el mundo. Los norteamericanos perdieron autoridad para que Obama les dijera a los l¨ªderes europeos que eran "lentos y retrasados".
El mercado, ya se sabe, no lo resuelve todo. Ni tan siquiera resuelve lo necesario
Nadie puede aventurar un pron¨®stico sobre el fin de la crisis econ¨®mica, con repercusiones sociales, la primera despu¨¦s de la globalizaci¨®n financiera. La palabra m¨¢s socorrida para justificar esa falta de previsibilidad es fluidez. Las mismas causas ya no generan los mismos efectos. Se llama a lord Keynes y a Adam Smith para que coincidan en la b¨²squeda de lo imposible. Los norteamericanos redescubren el Estado y se sirven de la intervenci¨®n para dar salida a su preocupaci¨®n con el bienestar social, como en el caso de la reforma a las leyes de salud. Y en Europa se preconiza la ortodoxia y sus amargas medicinas. La poblaci¨®n debe pagar la farra de los bancos libres de cualquier reglamentaci¨®n y ¨¢vidos solicitadores de salvaci¨®n cuando amenaza la quiebra.
Que se obtengan los millones para esa tarea y se encuentren los cinturones que apretar, porque todos ca¨ªmos en la trampa de la euforia al creer que hab¨ªamos llegado al fin de la historia con la econom¨ªa de mercado y la democracia representativa.
El mercado, ya se sabe, no resuelve todo, ni lo necesario. El Estado no ha perdido su obligaci¨®n de intervenir, ya no como constructor, sino como el que aplica la profilaxis y provee la cura.
Si a la democracia representativa nos referimos, el desprestigio y la quiebra de los Parlamentos para administrar soluciones son puestos bajo el asedio, cada vez m¨¢s, de las modernas tecnolog¨ªas, que apuntan a la seducci¨®n de la democracia directa, con la fuerte presencia de las redes sociales.
Helmut Schmidt relat¨® una vez la historia de una mujer que practicaba el viaje en globo aerost¨¢tico, se perdi¨® y baj¨® en una peque?a plantaci¨®n donde estaba un trabajador. Le pregunt¨®: "?D¨®nde estoy?". ?l le respondi¨®: "En un globo". "?Y t¨²?". "Plantando patatas". Y as¨ª es como estamos. La crisis, en globo; Europa, plantando sus patatas de dificultades y frustraciones.
La econom¨ªa real es diecis¨¦is veces menor que la econom¨ªa virtual. En el centro, la rueda de la especulaci¨®n, que ha sido posibilitada por la globalizaci¨®n financiera.
Los cambios sociales debidos a las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n traen incertidumbres en tiempo real, en un mundo en que la emoci¨®n puede ser manipulada. El fen¨®meno de los indignados ocurre por contagio y por el uso de Internet para transformar al mundo. ?C¨®mo lidiar con una sociedad mediatizada, con todos esos problemas y con Gobiernos debilitados?
No podemos desconocer la multipolaridad del poder en el mundo actual, la emergencia de China, la presencia de Am¨¦rica Latina como actor global y el contrapeso de las guerras de Bush, que le costaron a la econom¨ªa americana la hegemon¨ªa. Perdieron la oportunidad de encontrarle un equilibrio a la tragedia de Oriente Medio, ra¨ªz del terror y de los conflictos que generan Al Qaeda y talibanes. A¨²n no podemos evaluar la primavera de los ¨¢rabes, su rumbo religioso y pol¨ªtico, qu¨¦ es lo que va a resultar de todo eso. Hasta el momento solamente se han obtenido las cabezas de Sadam, Bin Laden y Gadafi. ?Y qu¨¦ de la implantaci¨®n de la democracia?
Europa puede desarmar a los Estados benefactores con f¨®rmulas ortodoxas, cuyas consecuencias van del desempleo al recorte de salarios, pensiones y asistencia del Estado en los pa¨ªses en los cuales esas conquistas estaban consolidadas por d¨¦cadas de luchas. En ese clima, los l¨ªderes europeos, en la desesperaci¨®n del momento, deciden un paquete anticrisis que incluye entre sus cuatro puntos el no pago del 50% de la deuda griega. Son medidas sin resultados inmediatos en una vida de inseguridad para los ciudadanos. No hay horizonte para el crecimiento econ¨®mico, la ¨²nica soluci¨®n.
Vivimos tambi¨¦n tiempos de crisis de liderazgos en el mundo occidental. Los liderazgos son d¨¦biles y no inspiran confianza, y no solo por parte de sus propios pueblos, sino de un mundo que se siente inseguro y ¨¢vido de l¨ªderes. En algunos casos son personajes an¨®nimos y en otros de ex¨®tica notoriedad, como Sarkozy y Berlusconi.
Sin la posibilidad de so?ar, ni siquiera la tragedia se pone en nuestro camino. Es un vivir mediocre, en un globo aerost¨¢tico a sabor del viento o plantando papas. Un muy citado escritor brasile?o, Machado de Assis, dec¨ªa con evidente iron¨ªa: "?A los vencedores, las patatas!".
Jos¨¦ Sarney, pol¨ªtico y escritor, miembro de la Academia Brasile?a de Letras, fue presidente de la Rep¨²blica de Brasil (1985-1990).
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