El edificio que so?¨® con ser jard¨ªn

La simpleza de un jard¨ªn acaba resolviendo un complej¨ªsimo proyecto arquitect¨®nico. Sin artificios. Discretamente apoyado en dos nobles magnolios, el jard¨ªn del imponente edificio de las Escuelas P¨ªas de San Ant¨®n, se va a convertir en el principal elemento transformador de la vida de un barrio, el de Justicia, en pleno centro de Madrid.

Todo empez¨® con la b¨²squeda del Colegio de Arquitectos (Coam) de una nueva sede. "El Ayuntamiento nos ofreci¨® algunos lugares", cuenta el decano del Coam, Jos¨¦ Antonio Granero. "Pero quer¨ªamos estar en el centro de la ciudad porque queremos que sea un centro con mucha actividad, y surgi¨® esta idea", a?ade.

Encontraron un edificio que hab¨ªa funcionado como colegio de los escolapios hasta los a?os ochenta. Luego pas¨® a ser suelo municipal con distintos destinos. Pero en 1996, un incendi¨® lo dej¨® vac¨ªo durante 10 a?os. Hasta 2005. Ocupa 20.000 metros cuadrados, de los cuales 12.000 se destinar¨¢n a la sede del Coam, el Museo Nacional de Arquitectura, la biblioteca y la tienda. Los 8.000 restantes, cuya construcci¨®n y equipamientos corre a cargo del Coam a cambio del uso del edificio durante 75 a?os, albergar¨¢ distintos equipamientos municipales: escuela infantil, escuela de m¨²sica, centro de d¨ªa para mayores, piscinas p¨²blicas, restaurante, terraza y aparcamiento. Este no es de residentes, pero las 266 plazas que saldr¨¢n a la venta y cuyo precio fijar¨¢ el Ayuntamiento se ofrecer¨¢ primero a los vecinos. Otras 200 plazas se contempla que sean de rotaci¨®n.

En cuanto a los plazos, primero est¨¢ previsto el traslado del Coam en el primer trimestre de 2012. Y despu¨¦s, paulatinamente hasta verano, se abrir¨¢ el resto de servicios. Ahora se encuentra en fase de concurso la concesi¨®n y explotaci¨®n del restaurante y las piscinas, que funcionar¨¢n como cualquier otro polideportivo municipal. El coste total del proyecto es de 37 millones de euros.

Y as¨ª, de la oscuridad en la que qued¨® sumido tras el incendio, hoy ha dado paso a un edificio transparente. Doce ventanales de gran altura, a ras del suelo, dejan ver desde la calle de Hortaleza lo que ocurre en el interior. Una ventana indiscreta abierta a un hall de 2.500 metros cuadrados. "Ves la vida, ves que dentro pasan cosas, y esa alegr¨ªa y curiosidad que transmite es una de las ideas del proyecto", cuenta el autor, Gonzalo Moure.

- Jard¨ªn. Donde ahora hay arena y agua pronto habr¨¢ una superficie ajardinada que har¨¢ tambi¨¦n de patio de la escuela infantil. "Es una zona silenciosa, para la calma. Poder plantar esto en una zona tan densa como esta es un sue?o", se?ala el arquitecto. Tres calles -Hortaleza, Santa Br¨ªgida y Farmacia- envuelven al edificio y desde cualquiera de ellas se puede contemplar el jard¨ªn abierto al p¨²blico. La transparencia entre calles tan estrechas alivia ese volumen algo intimidante del edificio. "No hay nada mejor que ver un ¨¢rbol", opina el arquitecto gallego. "Cuando acabas la carrera te preocupan los edificios, su belleza. Al cabo de 30 a?os me interesan los ¨¢rboles".

Una vez en el interior, unas escaleras conducen a las tres plantas del edificio. El suelo es de canto rodado (o canto del morro), material casi olvidado en estos tiempos. El arquitecto lo defiende con un juego de palabras: "Para ser original tienes que ir a los or¨ªgenes".

- Colegio de Arquitectos. ?El para¨ªso, pinta el para¨ªso!, pidi¨® Moure al artista Marcos S¨¢nchez. Y este se dedic¨® durante bastante tiempo a pintar sobre el Jard¨ªn Bot¨¢nico hasta volcarlo en el techo de la futura sede del Coam. El resultado es un estudio de c¨®mo se vive la luz a trav¨¦s de las hojas de los ¨¢rboles. "Otro jard¨ªn arriba", se entusiasma el arquitecto. "Esto demuestra un esfuerzo del Colegio de Arquitectos por no ser autista, por poner la arquitectura en relaci¨®n con otras artes, como la pintura y la escultura, y por eso habr¨¢ tambi¨¦n un ¨¢ngel del escultor Sergio Portela", detalla Moure, cuyo proyecto compiti¨® con otros 300 que se presentaron a un concurso internacional en 2005.

- Piscinas. Una sencilla celos¨ªa de cer¨¢mica que, aunque no lo parezca, es de cinco blancos diferentes (otra vez el jard¨ªn: "es el efecto de las hojas de los ¨¢rboles seg¨²n la luz") esconde unas piscinas que parecen unas termas. Una grande de unos 350 metros, otra de ni?os, de unos 50 metros, y una zona de spa. Una vez m¨¢s, el arquitecto tuvo que pelear para hacer lo obvio, cuenta. Que el suelo fuera solo de granito y que su limpieza no se resolviera a manguerazos, sino con una peque?a m¨¢quina de vapor. "Ten¨ªa que ser como una joya que es lo que significa una piscina en medio de Madrid".

En este espacio en el que todas las paredes son transparentes, el arquitecto s¨ª ha querido disimular con la celos¨ªa lo que ocurre en el interior. Mostrarlo lo considera urbanamente exhibicionista, vulgar. "Viniendo por la carretera de A Coru?a, a la altura creo que de Las Rozas, hab¨ªa un gimnasio y desde la carretera se ve¨ªa a unos tipos haciendo sus ejercicios. Y no hay por qu¨¦ verlo. No tengo por qu¨¦ ver a la gente en ba?ador y, sin embargo, s¨ª quer¨ªa que los ba?istas pudieran contemplar el cielo de Madrid".

Las vistas cuando se accede a los vestuarios siguen siendo hermosas: el campanario de la iglesia de San Ant¨®n y su ¨¢bside, que siempre hab¨ªa estado escondido y se ha sacado al exterior. Al lado, un cubo de cristal, que ser¨¢ la sala de m¨²sica de c¨¢mara.

- Escuela de m¨²sica. Un pasadizo que guarda una c¨²pula de Ventura Rodr¨ªguez, cuyo destino estudia ahora Patrimonio, conduce a esta escuela que tiene un aula de m¨²sica de c¨¢mara, aulas de percusi¨®n y zonas de estudio para que los ni?os puedan compaginar mejor la m¨²sica con sus estudios. Y en la zona de arriba, la sala noble, la de audiciones.

Al lado, un umbral, una especie de terraza cubierta que el arquitecto, que tiene hijos que estudian m¨²sica, llama logia. "Salir ah¨ª mientras ellos estudian y ver la c¨²pula de la iglesia", concluye, "es un lujo".