"Ante lo que pasa estoy perplejo, entre at¨®nito y desconcertado"
Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald. Poeta. Autor de Manual de infractores. 85 a?os reci¨¦n cumplidos. Est¨¢ at¨®nito ante lo que pasa. Aqu¨ª lo dice.
Pregunta. ?C¨®mo se siente ahora en este pa¨ªs?
Respuesta. Quiz¨¢ el calificativo que mejor me defina ahora sea el de perplejo, entendiendo por perplejo una especie de punto intermedio entre el at¨®nito y el desconcertado. Habr¨ªa que actualizar la Gu¨ªa de perplejos de Maim¨®nides. La perplejidad incluye la indecisi¨®n, y creo que m¨¢s de la cuarta parte de los espa?oles est¨¢ indecisa. Estamos asistiendo a un desplazamiento de lo que se entiende por pol¨ªtica. El politik¨®s de los griegos, o sea, el ciudadano, est¨¢ entrando en una zona de desconcierto, una vez que la pol¨ªtica ha sido sustituida por la econom¨ªa. Es el fin de las ideolog¨ªas, se ha borrado la ideolog¨ªa de los partidos, los gobernantes est¨¢n siendo sustituidos por tecn¨®cratas, ha ocurrido en Grecia, ha ocurrido en Italia y va a ocurrir en muchos otros pa¨ªses. Los pol¨ªticos de lo ¨²nico que hablan ya es de econom¨ªa, de la crisis de la deuda, de la prima de riesgo, de los recortes, de los eurobonos, ?qu¨¦ s¨¦ yo!, de todos esos desbarajustes econ¨®micos que provocaron hace 30 a?os m¨¢s o menos la se?ora Thatcher y el se?or Reagan, ese capitalismo desaforado que ha tra¨ªdo como consecuencia unos desequilibrios realmente escandalosos.
"Si ya era necesario el Movimiento 15-M, m¨¢s va a serlo despu¨¦s del 20-N"
"Estamos asistiendo al desplazamiento de la pol¨ªtica por la econom¨ªa"
P. Emilio Lled¨® evoc¨® en esta serie la palabra guerra ("una guerra europea sin ca?ones") para definir lo que pasa.
R. Lled¨® tiene en parte raz¨®n. Aunque mejor que a ese concepto b¨¦lico, yo me referir¨ªa a un trasfondo de violencia innegable, como si se estuviera fraguando una especie de dominio absoluto de la oligarqu¨ªa financiera en el mundo. El nuevo orden mundial del que se hablaba antes va a consistir realmente en una nueva era del capitalismo. Y en una era sobradamente peligrosa, porque nadie duda ya de que los grandes n¨²cleos de poder econ¨®mico son los que dominan el mundo y van a dominarlo cada vez m¨¢s. El ciudadano como tal, en sentido cl¨¢sico, ya no va a existir, van a existir subordinados a ese capitalismo. El PP ya ha hablado de la supresi¨®n de esa asignatura necesaria, de la Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa -todo un s¨ªntoma,- como si eso fuera innecesario. El sentido del pol¨ªtico, como tal gobernante dedicado a la gesti¨®n de una sociedad orientada al bien com¨²n, se ha extinguido.
P. ?Qu¨¦ nos lleva a esta situaci¨®n que requiere adjetivos tan inquietantes?
R. Eso tiene sus ra¨ªces en la Transici¨®n. La Transici¨®n fue un apa?o de urgencia, como bien se sabe. La derecha cedi¨® algo para conservarlo todo y la izquierda consigui¨® algo para no perderlo todo. Y de ah¨ª surgi¨® un franquismo latente que reaparece de cuando en cuando, a la vista est¨¢. Ah¨ª est¨¢ sin ir m¨¢s lejos la historia del PP, cuyo presidente ha sido hasta ayer mismo el se?or Fraga Iribarne, uno de los m¨¢ximos exponentes de la represi¨®n franquista... El PP es un conglomerado de grupos de derechas, muchas derechas formando un bloque, desde los moderados a los extremistas, desde los dem¨®cratas a los ultras. Por ah¨ª sigue funcionando lo m¨¢s retr¨®grado de nuestra derecha: el inmovilismo, el nacionalcatolicismo, el oscurantismo...
P. Una derecha junta frente a una izquierda atomizada. ?C¨®mo ve esa divisi¨®n de la izquierda?
R. No tengo eso muy claro... Pero supongo que s¨ª, que hay una divisi¨®n, o una subdivisi¨®n, en el seno de la verdadera izquierda, quiz¨¢ previsible por razones de oportunidad hist¨®rica. La derecha ha sabido mantener una unidad monol¨ªtica, que como ha ocurrido siempre en Espa?a con ese tipo de alianzas conservadoras, va a seguir anquilosada en una tradici¨®n deplorable. Las lacras hist¨®ricas de nuestro conservadurismo est¨¢n ah¨ª, no se han acabado nunca de extirpar; una situaci¨®n muy peculiar, muy espa?ola, que viene de los Reyes Cat¨®licos y llega hasta el general Franco.
P. Con excepciones, no parece que esta vez el mundo de la cultura haya sentido la necesidad de pronunciarse con respecto al porvenir pol¨ªtico, como si hubiera habido una desbandada...
R. M¨¢s que de una desbandada yo hablar¨ªa de una actitud acomodaticia, como si la preocupaci¨®n pol¨ªtica quedara a trasmano de la preocupaci¨®n cultural; algo as¨ª. Yo puedo separar mi gesti¨®n personal como escritor de mi actividad como ciudadano, como pol¨ªtico, que no tienen por qu¨¦ coincidir, pero que constituyen dos aspectos fundamentales de mi biograf¨ªa, y m¨¢s en tiempos tan complejos como los actuales. Por eso cada vez me resulta m¨¢s significativo el movimiento de los indignados del 15-M, que si era necesario hace meses m¨¢s va a serlo despu¨¦s del 20-N. Bueno, a pesar de todo, yo tiendo a ser optimista, en el sentido de pensar que todo es empeorable.
P. En sus memorias (Tiempo de guerras perdidas, sobre todo) usted recrea aquel color sepia del franquismo rancio... ?De qu¨¦ color es Espa?a ahora?
R. No s¨¦, quiz¨¢ sea una especie de claroscuro... Antes era m¨¢s bien gris, un gris marengo, un color mortecino, triste; ahora tiende al violeta, al malva... El malva puede ser un s¨ªntoma de cierta decadencia, de cierta despreocupaci¨®n, de una variante da?ina de la apat¨ªa... Me da la impresi¨®n de que estamos haciendo de testigos neutrales, negligentes, frente a un desbarajuste general. El improperio parece que es la ¨²nica estrategia posible de los pol¨ªticos, y una de las cosas que hay que recuperar son las buenas maneras, las actitudes dialogantes frente al insulto o la zafiedad. La figura de la persona decente ha ido perdiendo significaci¨®n...
P. Un tiempo triste.
R. Quiz¨¢ haya como un doble fondo en la vida cotidiana, aunque no lo parezca. En la superficie, digamos que en la calle de los s¨¢bados, hay mucha desenvoltura, mucho aire de despreocupaci¨®n, pero en el fondo hay tambi¨¦n mucho malestar, alguna tristeza. En general, cunde el desaliento, la desconfianza, ya nadie cree en las palabrer¨ªas de los pol¨ªticos...
P. En un periodo, el final de Aznar, usted escribi¨® Manual de infractores. Una bofetada de realidad. Ahora escribe otro libro. ?Exasperado?
R. Bueno, s¨ª, hace a?os empec¨¦ a experimentar una nueva forma de exasperaci¨®n, de indignaci¨®n frente a los desafueros de la historia inmediata, la guerra de Irak, las mentiras de los gobernantes, las violaciones de los derechos humanos, las ilegalidades, los abusos de poder... Todo eso supuso como el sustrato de una rebeld¨ªa frente a los estropicios de la historia y, de paso, un desprecio por los sumisos, los gregarios, los obedientes... No es que en mi poes¨ªa de entonces est¨¦ incorporado todo eso de una forma directa, sino como un trasvase interior, como una tentativa de oponer a la hostilidad ambiental la hostilidad de las palabras.
P. Esa hostilidad ambiental se nota otra vez.
R. Es algo que se nota de pronto, creo yo. Adem¨¢s, todo parece ir acentuando esa sensaci¨®n de desconcierto, de violencia... Empezando por esos cuatro millones largos de parados, que es un aut¨¦ntico desastre social, un desequilibrio grav¨ªsimo... Y no deja de ser curioso que est¨¦n constantemente haciendo hincapi¨¦ en esa situaci¨®n las fuerzas de la oposici¨®n, es decir, esa derecha que la ha provocado de alguna manera a trav¨¦s de la codicia, los manejos injustos, la ambici¨®n... Entre el Fondo Monetario Internacional, la Organizaci¨®n Mundial del Comercio y el Banco Central Europeo est¨¢n consiguiendo que la ruina del com¨²n de los ciudadanos est¨¦ garantizada.
P. Y esa sensaci¨®n entra en su libro nuevo...
R. En mi pr¨®ximo libro de poemas hago una especie de recuento irregular, al ritmo entrecortado de la propia memoria, de mi biograf¨ªa, o de algunos aspectos significativos de mi biograf¨ªa. He andado revisando de alg¨²n modo mi experiencia encajada en una sociedad que vivi¨® por largo el franquismo y el dif¨ªcil acceso a la democracia. Se titula Entreguerras o De la naturaleza de las cosas (copiando el t¨ªtulo del gran poema did¨¢ctico de Lucrecio), y vuelvo otra vez a recuperar la memoria de muchas andanzas vividas, intentando explicarme el sentido de ciertas cosas, con una especie de mirada testamentaria.
P. La memoria hist¨®rica es una de las partes lesionadas de la ¨²ltima etapa de este pa¨ªs.
R. Aqu¨ª se ha producido una oposici¨®n evidente para que se canalizara la justa recuperaci¨®n de los cr¨ªmenes del franquismo, esa sistem¨¢tica persecuci¨®n hasta la muerte del vencido. La derecha recurri¨® a esos t¨®picos de que es mejor no abrir las heridas, decretar el olvido, la historia sin culpables y todo eso. Y ya que no hubo en su d¨ªa un tribunal que juzgara esos cr¨ªmenes, hab¨ªa que tratar de constituirlo a estas alturas. Y resulta que al juez que quer¨ªa hacerlo lo llevan a los tribunales los herederos de los culpables. En qu¨¦ cabeza cabe semejante atrocidad.
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