Los pol¨ªticos italianos tratan de sobrevivir a la tecnocracia
Derecha e izquierda se preparan para los comicios de 2013
?Y ahora qu¨¦? La pregunta es buena, pero la respuesta es sencillamente imposible. Italia vive un momento hist¨®rico inimaginable hace un mes. Como en el resto de Europa, los hechos se atropellan sin gui¨®n y sobre un escenario que tiembla, pero aqu¨ª, adem¨¢s, los actores son imprevisibles. ?Qui¨¦n es capaz de averiguar el pr¨®ximo movimiento de Silvio Berlusconi? Il Cavaliere descabalgado promete por la ma?ana su apoyo incondicional al profesor Mario Monti, su sucesor en el cargo, para reunirse por la tarde con sus leales y confiarles: "Lo echaremos cuando nos d¨¦ la gana". ?Y Mario Monti? Jam¨¢s un primer ministro lleg¨® al poder en Italia tan en loor de santidad. Ungido por el presidente de la Rep¨²blica, respetado por el pueblo llano, apoyado por casi todo el arco parlamentario y bendecido por el Vaticano, ?qui¨¦n conoce realmente el libreto que quiere representar el excomisario europeo? ?Hasta cu¨¢ndo? ?Al servicio de qui¨¦n?
Los pol¨ªticos italianos se encuentran en una encrucijada
Pero, antes de regresar a Berlusconi y Monti, hay que detenerse en la pol¨ªtica. ?Qu¨¦ va a pasar con la pol¨ªtica italiana una vez que -esperemos que con ¨¦xito- se supere el actual estado de excepci¨®n? Los m¨¢s optimistas sostienen que tanto la derecha como la izquierda deben aprovechar las vacaciones impuestas por el golpe de mano dado por el presidente Giorgio Napolitano para repensarse, oxigenarse, desterrar de sus filas la marruller¨ªa caracter¨ªstica del r¨¦gimen de Berlusconi y concurrir a las elecciones -previstas a inicios de 2013- con rostros y proyectos nuevos. Suena bien, pero ?es posible?
Para empezar, el PDL -el partido de Berlusconi- est¨¢ inmerso en una aut¨¦ntica guerra civil, provocada en gran parte por la misma esquizofrenia vital del hasta ahora primer ministro. Hay que tener en cuenta dos datos principales. En los ¨²ltimos tiempos, Berlusconi se las vio y dese¨® para contener la hemorragia de desertores y descontentos que amenazaba con dejarlo caer, algo que no hab¨ªan conseguido ni los jueces ni la oposici¨®n. Ahora bien, una vez que Berlusconi decidi¨® dar el paso atr¨¢s y dimitir el 80% de su partido lo anim¨® a convocar elecciones anticipadas y as¨ª poder quedarse unos meses m¨¢s en el poder. El todav¨ªa primer ministro lo intent¨®, pero Napolitano volvi¨® a torcerle el brazo nombrando senador vitalicio a Monti y dibujando una transici¨®n al ritmo fren¨¦tico que impon¨ªan los mercados. Descabalgados como su jefe, sin coche oficial ni prebendas, los diputados de la derecha amenazaron con tumbar a Monti, pero Berlusconi lo impidi¨®. ?Hasta cu¨¢ndo? Una respuesta m¨¢s veros¨ªmil puede ser: hasta que Berlusconi se sienta razonablemente seguro. Seguro de que no terminar¨¢ enjuiciado y en la c¨¢rcel. Y as¨ª se puede llegar a una conclusi¨®n interesante. Monti solo se sentir¨¢ seguro en el poder mientras consiga que Berlusconi se sienta seguro pese a haberlo perdido.
En la otra orilla de la pol¨ªtica, tal vez podamos encontrar al gran perdedor de esta coyuntura hist¨®rica. Se llama Pierluigi Ber-sani y es el l¨ªder del Partido Democr¨¢tico. Si unas elecciones anticipadas le hubieran servido al partido de Berlusconi para retener un poco m¨¢s el poder, a Bersani posiblemente le hubiesen aupado a la jefatura del Gobierno. Sin ser un l¨ªder carism¨¢tico, la descomposici¨®n del PDL y la necesidad de la izquierda de regresar unida al poder podr¨ªan haber sido sus grandes bazas. Podr¨ªan. Porque, desde el principio de la crisis, Bersani adopt¨® el papel de hombre de Estado y apoy¨® sin rechistar las sucesivas decisiones de Napolitano, primero, y de Monti, despu¨¦s. Las que le conven¨ªan -el descabalgamiento de Il Cavaliere- y las que no: la permanencia del gobierno de tecn¨®cratas hasta la primavera de 2013. El caso es que, tanto la derecha como la izquierda italiana, se encuentran ante una encrucijada hist¨®rica. O esperar sentadas a que el futuro les devuelva el pasado. O luchar juntas por merecer el presente.
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