Sarkozy insiste en dos velocidades, incapaz de vencer el muro de Merkel
Financieros e intelectuales franceses no descartan el final de la moneda ¨²nica
Desclasada ya de facto por el mercado secundario, que obliga a Par¨ªs a pagar el doble que Berl¨ªn para financiar su deuda, Francia vive con creciente temor y confusi¨®n la crisis europea. Enfrentada a Bruselas, al Reino Unido y ahora tambi¨¦n a Alemania por el papel que debe jugar el Banco Central Europeo, la previsi¨®n de un desenlace nada feliz parece ir tomando cuerpo en sectores cruciales del pa¨ªs. Tres charlas informales han marcado la pauta esta semana. Una: un gran banquero nacional afirma en off ante 30 l¨ªderes de opini¨®n que si las cosas siguen "a este ritmo" su banco tendr¨¢ que "echar el cierre antes de Navidad". Dos: desde la otra esquina ideol¨®gica, el historiador y polit¨®logo Emmanuel Todd lanza un provocador "prep¨¢rense para la desaparici¨®n del euro" ante un selecto grupo de financieros. Y tres: Nicolas Sarkozy, obsesionado por su reelecci¨®n y cada vez m¨¢s acorralado por la rigidez de Angela Merkel, pide a sus asesores que estudien la soluci¨®n de las dos velocidades, "una Europa confederal alargada a 35 miembros y una zona euro m¨¢s integrada bajo forma intergubernamental".
No por casualidad la izquierda francesa desconf¨ªa cada vez m¨¢s de Europa
En general, la imagen que Par¨ªs refleja de Europa es cada vez m¨¢s sombr¨ªa, como si el reloj volviera a los a?os treinta del siglo XX. Estancamiento y crisis democr¨¢tica, primac¨ªa de la tecnocracia sobre la pol¨ªtica, aguda divisi¨®n entre el Reino Unido y Alemania, y una Francia muy fr¨¢gil en tierra de nadie, celosa de su soberan¨ªa y arrimada a Berl¨ªn a rega?adientes, tratando de evitar una ruptura que ser¨ªa (aun m¨¢s) ruinosa para su modelo social y financiero, necesitado seg¨²n Alemania de una profunda revisi¨®n.
A eso hay que sumar el choque por el Banco Central Europeo, explicitado esta semana por el ministro de Econom¨ªa, Fran?ois Baroin, al citar el "miedo hist¨®rico de Berl¨ªn a la inflaci¨®n" (ya que hace 80 a?os desemboc¨® en el nazismo) despu¨¦s de que Sarkozy llamara a Merkel para pedirle, sin ¨¦xito, que concediera m¨¢s poderes al organismo que preside Mario Draghi.
No por casualidad la izquierda francesa desconf¨ªa cada vez m¨¢s de Europa. En su edici¨®n de noviembre, Le Monde Diplomatique describe al BCE como el impasible b¨²nker reaccionario que impone, junto a una pol¨ªtica monetaria contraproducente, una agenda ultraliberal a los Estados, llevada al paroxismo con la exigencia de recortes sociales, privatizaciones y liberalizaciones inmediatas.
Con su toque malicioso, Emmanuel Todd pasm¨® el jueves a los asistentes a un debate sobre el euro y el proteccionismo celebrado en la compa?¨ªa financiera Jacques Cœur, al se?alar: "Europa no existe, es un espacio recorrido por resentimientos, en el cual Alemania carga sobre la espalda de sus socios una pol¨ªtica negativa".
Izquierda de la izquierda y proteccionista, Todd ha inspirado las tesis desglobalizadoras de Arnaud Montebourg, el dirigente socialista que lleg¨® tercero en las recientes primarias. Los renovadores del PS ven enemigos por todas partes, de Bruselas a Londres, Berl¨ªn y China, y promueven un impuesto social contra las importaciones asi¨¢ticas. La idea parece seducir tanto al ultraderechista Frente Nacional como a Sarkozy.
Abocado a un nuevo plan de rigor mortis que podr¨ªa resultar letal a solo unos meses de las presidenciales, el Gobierno se muestra cada vez m¨¢s nervioso. El primer ministro, Fran?ois Fillon, llam¨® encolerizado a Bruselas el d¨ªa que la CE baj¨® la previsi¨®n de crecimiento del pa¨ªs para 2012 al 0,6%, solo unas horas despu¨¦s de que Par¨ªs hubiera anunciado su ajuste calculado sobre el 1% de aumento. Sin imaginaci¨®n ni grandeur, y con la extrema derecha en pie de guerra contra la moneda ¨²nica, en Francia la muerte del euro est¨¢ dejando de ser un tab¨² y algunos intelectuales preconizan sin tapujos que ese paso atr¨¢s ser¨¢ beneficioso. Seg¨²n explic¨® Todd a los banqueros, "la recesi¨®n europea ha sido programada, organizada para luchar contra los d¨¦ficits", y "el euro ha puesto a Francia bajo tutela de Alemania destruyendo la mitad de su industria". Por eso, dijo, "la desaparici¨®n de la moneda ¨²nica traer¨¢ una bocanada de aire fresco".
Sarkozy capea como puede el fuego cruzado: presionado por los mercados, que act¨²an como si la triple A fuera papel mojado; por sus grandes bancos, Soci¨¦t¨¦ G¨¦n¨¦rale y BNP, que han perdido en tres meses, respectivamente, el 45% y el 50% de su valor en la Bolsa; por los continuos anuncios de despidos de miles de trabajadores, incluso por Estados Unidos, que parece haberle designado como defensor oficial del euro. Sus asesores han dicho que es el momento de hacer "un nuevo sacrificio pol¨ªtico" cediendo m¨¢s soberan¨ªa, como reclama Merkel, superando as¨ª el viejo tab¨² gaullista que considera un anatema dejar que Europa, es decir Berl¨ªn, vigile las cuentas de la Rep¨²blica francesa.
Ir¨®nicamente, ha sido el franco-alem¨¢n Daniel Cohn-Bendit, el reciclado Dany el Rojo de Mayo del 68, quien ha devuelto algo de dignidad al desconsuelo patrio. Tomando la palabra en Estrasburgo, el l¨ªder de los ecologistas franceses llam¨® "contable" al presidente del Consejo, Hermann Van Rompuy; ironiz¨® sobre las dudas de Merkel, y mand¨® callar a los eurodiputados brit¨¢nicos con una frase de Truman: "Si no pod¨¦is aguantar el calor, salid de la cocina". Su cita del poeta H?lderling es un buen resumen de las actuales carencias europeas: "?l dijo que all¨¢ donde crece el peligro crece tambi¨¦n lo que nos salva. Pero hoy eso no es verdad".
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