Un Federer m¨¢gico
El suizo abruma a Nadal y ya es semifinalista de la Copa de Maestros
Ni el reloj ni las estad¨ªsticas mienten. Este es un Roger Federer m¨¢gico y enfrente est¨¢ un Rafael Nadal sin soluciones. Los espectadores tienen las gargantas rotas de tanto gritar, las manos desolladas de aplaudir y los ojos secos de no parpadear, voraces consumidores de lo que acontece sobre el cemento y bajo el techo de la Copa de Maestros. Tras 31 minutos deliciosos, el suizo ya gana por 6-3. En 40 ya manda por un set y un break. Y en 42 ya ha consolidado su ventaja: 6-3 y 2-0. Tras cuatro partidos, el espa?ol sigue sin ganar al n¨²mero cuatro mundial en pista cubierta. No hay casualidades. Si el sol es un demonio que ciega y el viento un hechizo que cuchichea malos consejos, el techo es para Federer el mejor conjuro: 6-3 y 6-0 en una hora. Solo en la primera manga dispara 12 tiros ganadores por uno su contrario. Cierra el encuentro con un 6-0, el tercero que le propina al espa?ol en 26 duelos. Impecable.
"Es un resultado sorprendente", dice luego sobre la pista el ganador de 16 torneos grandes, clasificado ya para las semifinales. "He visto jugar mejor a Rafael y yo, definitivamente, he jugado peor en mi vida. Le deseo lo mejor para el futuro. Es un gran campe¨®n y un tenista especial", piropea a su contrario, que pareci¨® falto de energ¨ªa tras su marat¨®n de tres horas, el domingo, frente al estadounidense Mardy Fish.
Ni Beyonc¨¦, la diva de las radiof¨®rmulas, puede competir desde los altavoces con el jaleo que recibe a los tenistas. Un trueno de aplausos. La banda sonora del aprecio del p¨²blico no los abandona en ning¨²n momento del duelo. Es la Copa de Maestros. Se espera siempre el cruce de los mejores. Pero, aun as¨ª, hace tiempo que la gente hace de los Federer-Nadal una ocasi¨®n irrepetible.
Derrotado en sus tres ¨²ltimos cruces, Federer defendi¨® su ¨²ltimo reino con extrema pericia. Una estad¨ªstica lo dijo todo: 28 golpes ganadores por cuatro Nadal. Fue el reflejo de un momento dulce. Bajo techo, la derecha le corre al suizo igual que el fuego devora un campo de trigo seco. A resguardo, el rev¨¦s no fluct¨²a como en los malos tiempos. Y aqu¨ª, en Londres, la pelota no pica y es al¨¦rgica a los efectos. Hubo un d¨ªa que Nicol¨¢s Almagro describi¨® el salto de la bola de Nadal como un gigante de seis metros. Eso, concluyeron los biomec¨¢nicos, obligaba a Federer a golpear su rev¨¦s a una mano cientos de veces por encima del hombro y sin el apoyo de la empu?adura doble. En esta Copa, sin embargo, el gigante se queda en enano. No salta. No pica. No hiere.
Nadal, un punto falto de movilidad, no encuentra altura en sus golpes. A sus tiros, v¨ªctimas del techo y la fatiga, les faltan revoluciones. Nada de eso disminuye la obra de Federer. Se mueve como el bailar¨ªn principal del Bolshoi: nadie ha golpeado mejor a la altura de la cintura, desde donde dibuja con su pincel impactos llenos de mala uva.
El espa?ol se enfrentar¨¢ ahora al franc¨¦s Jo-Wilfried Tsonga, un rival de cuidado. El ganador competir¨¢ en las semifinales. Federer, mientras tanto, ya est¨¢ clasificado para ellas y jugar¨¢ su ¨²ltimo encuentro del Grupo B contra Fish. El suizo tiene dos objetivos claros: conquistar el trofeo y recuperar el n¨²mero tres mundial, a su alcance si se clasifica para el partido decisivo tras la retirada ayer del brit¨¢nico Andy Murray, que no super¨® su lesi¨®n de abductores y fue sustituido por el serbio Janko Tipsarevic.
En 2010, Federer logr¨® el t¨ªtulo derrotando, entre otros, al serbio Novak Djokovic y a Nadal. Quedan muchos partidos para que repita el ¨¦xito, pero contra el mallorqu¨ªn dej¨® muy claro que, bajo techo y en cemento, vive un constante viaje en el tiempo. Tras su primer a?o sin t¨ªtulos grandes desde 2002, vuelve a parecerse a aquel competidor intratable, ligero de pies y pesado de golpes. Es un Federer nuevo y compite tan bien como el viejo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.