Artistas voladores
Me ha gustado mucho la exposici¨®n retrospectiva que le han hecho en Arts Santa M¨°nica a Chema Alvargonz¨¢lez, donde se re¨²nen algunos de los v¨ªdeos, fotograf¨ªas y piezas de este autor multimedia, titulada como una de sus instalaciones m¨¢s conocidas, Mehr Licht -M¨¢s luz: supuestamente las ¨²ltimas palabras que pronunci¨® Goethe en su lecho de muerte-. Hay que decir, en primer lugar, que por lo que yo hab¨ªa visto en sus exposiciones en la galer¨ªa Tach¨¦, ¨¦l quiz¨¢ no hubiera abigarrado tanto el montaje de su primera exposici¨®n retrospectiva. Se preocupaba mucho de museizar sus piezas, dej¨¢ndoles alrededor mucho espacio vac¨ªo y mucha claridad para que se distinguiesen y respirasen. Claro que aqu¨ª hab¨ªa que encontrar acomodo para muchas obras de naturaleza diversa y quiz¨¢ era inevitable apretujarlas. En cualquier caso, bien est¨¢ esa estupenda ventana a los temas y los logros de Alvargonz¨¢lez, artista malague?o crecido en Barcelona, madurado en Berl¨ªn y fallecido en el a?o 2009, antes de cumplir los 50. Entre estos temas suyos estaba el del tr¨¢nsito y el viaje, y concretamente el viaje en avi¨®n, a trav¨¦s de las nubes. Yo le recuerdo (muchos le recordar¨¢n, ten¨ªa muchos amigos, un car¨¢cter muy agradable, una disposici¨®n social estupenda, con ¨¦l a menudo se ten¨ªa la sensaci¨®n de que algo iba a ocurrir o algo se le ocurrir¨ªa) hablando con su habitual entusiasmo y buen humor de la abolici¨®n de la distancia y de la posibilidad de comenzar una conversaci¨®n tomando un caf¨¦ en un bar del barrio de Gr¨¤cia, luego pagar la cuenta y despedirse, y, cuatro horas m¨¢s tarde, reanudar la misma conversaci¨®n en el punto en que se hab¨ªa interrumpido, pero ahora en una cafeter¨ªa de Kreuzberg, tomando otro caf¨¦ con otros interlocutores o incluso con los mismos. Experiencia que produce una especie de euforia pueril, como si uno fuera un ni?o y el mundo una jugueter¨ªa, y para ¨¦l nada rara porque viv¨ªa a caballo entre las dos ciudades.
Con Alvargonz¨¢lez se ten¨ªa la sensaci¨®n de que algo iba a ocurrir o algo se le ocurrir¨ªa Se sent¨ªa especialmente atra¨ªdo por los sitios de paso, por los no-lugares
Pero como artista, viv¨ªa m¨¢s bien en el aire. Vivo en las nubes, se titul¨® una exposici¨®n suya. En las nubes instal¨® ciudades enteras, mediante esas fotograf¨ªas manipuladas en las que partes reconocibles de las ciudades emergen entre las nubes, flotantes como paisajes urbanos del sue?o. Alvargonz¨¢lez trabajaba en un estado permanente de asombro e inter¨¦s por las posibilidades que le ofrec¨ªa el mundo globalizado, y como viajaba casi tanto como un eurodiputado, los aeropuertos y el vuelo, y los no-lugares asociados a esta experiencia le resultaban m¨¢s sugerentes que los lugares de destino, y transformar su apariencia mediante la manipulaci¨®n t¨¦cnica con los recursos de la inform¨¢tica, una tentaci¨®n irresistible.
En esto no era ¨²nico, desde luego. Comentamos hace algunos a?os en esta p¨¢gina el v¨ªdeo de Mark Wallinger Las puertas del reino, donde el artista brit¨¢nico propone como entrada al cielo la puerta corredera de llegadas internacionales en el aeropuerto de Heathrow, por las que van saliendo a c¨¢mara lenta los viajeros, ¨¢ngeles o almas arrastrando sus maletas y envueltos en un aire celestial de Pergolesi o de Boccherini. Inolvidable, como el v¨ªdeo de Mark Lewis Airport, donde detr¨¢s de las grandes paredes de vidrio de las salas de embarque se deslizan por las pistas de aterrizaje los aviones, y los coches y autobuses vienen y van pegados a ese plano de cemento con una fuerte sugesti¨®n de insectos prehist¨®ricos observados a trav¨¦s de las vitrinas de un mon¨®tono museo de ciencias naturales.
En las pinturas, en los dibujos de colores de Charo Garaigorta, los aviones est¨¢n transfigurados en alegres bandadas de muchachas diminutas y risue?as, sirenitas o nadadoras que componen sobre el terreno vistosas figuras: como nadadoras sincronizadas en los ballets acu¨¢ticos de Esther Williams, o se acoplan a los fingers como las camadas de bichos a los pechos de la madre. Y diametralmente opuesto a la est¨¦tica naif de Garaigorta est¨¢ Dial H-I-S-T-O-R-Y, del videoartista Johan Grimmonprez, que presenta una creativa y perversa cronolog¨ªa de los secuestros a¨¦reos desde 1970, con su larga retah¨ªla de terroristas amenazantes, sus ca¨ªdas, explosiones y asaltos... en fin, un collage impactante datado en 1997 del que dicen que presagi¨® la matanza del 11 de septiembre en las Torres Gemelas.
Alvargonz¨¢lez, como dec¨ªa antes, se sent¨ªa especialmente atra¨ªdo por los sitios de paso, por los no-lugares como descampados urbanos o pasillos de hotel o cabinas de aviones o paisajes de nubes. En la exposici¨®n no pod¨ªan faltar, naturalmente, entre sus fotograf¨ªas, esculturas, v¨ªdeos, sus palabras en relieve realzadas con un aura de luz de ne¨®n, que colgaba en la fachada de un edificio o hac¨ªa circular por Berl¨ªn sobre una camioneta o un autob¨²s, y algunas de las maletas que eran tan caracter¨ªsticas suyas: maletas desechadas que encontraba en los encantes o tiradas en la acera junto a un contenedor, a las que incorporaba, a un lado, una caja de luz retroiluminando una fotograf¨ªa, alusiva siempre al vuelo, o al cielo, y al otro, un espejo del mismo tama?o que duplicaba la imagen. El contraste entre el soporte, o sea ,la maleta de tela deshilachada o cuero ra¨ªdo, con la imagen fotogr¨¢fica, brillante, luminosa y duplicada, resultaba muy chocante y llamativo, como la revelaci¨®n de una joya tirada en suelo, en el polvo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.